Los laguneros tenemos la sangre de otro color. Quien piense que a la gran mayoría de los laguneros por las venas les corre el tono rojo, está muy mal informado; corre de color verde, verde intenso.
Con estas líneas lo que se pretende plasmar es la sensación que nuevamente se vuelve a sentir en toda la Comarca, merced a la llegada de los Guerreros del Santos a la final del campeonato de primera división del país.
Existen símbolos, costumbres, expresiones que son meramente laguneras: El Nazas y sus parajes, como Raymundo con sus elotes; el Cristo de las Noas; el torreón ubicado en bulevar Constitución entre Ramos Arizpe y Múzquiz; las tolvaneras; los moyotes; entre otros, pero hay que ponderar uno símbolo más: la camiseta albiverde del Santos.
El futbol, merced mucho de la mercadotecnia global, ha destacado por ser el deporte más seguido en todo el orbe, y México no ha sido la excepción.
Apenas hace algunas semanas se celebró el aniversario vigésimo quinto del club Santos Laguna. La aventura nació en Gómez Palacio, cuando el equipo tenía por nombre Santos IMSS, por aquello de que la propiedad era del Seguro Social. Al paso de un tiempo, un grupo de empresarios encabezados por Salvador Necochea adquirió la franquicia, y desde la segunda división B –lo que hoy equivaldría a la segunda- lograron ascender al nivel de segunda A, donde campaña tras campaña pelearon el propio ascenso a la primera división. Ello nunca se consumó en la cancha, pero el ímpetu de los Necochea y empresarios afines, hizo que fueran a comprar a los Ángeles de Puebla, con lo que se cristalizó el sueño de volver a tener en la plaza, la mejor calidad de futbol en el país.
Con la llegada del Santos al primer circuito, los gastos de manutención del mismo crecieron exponencialmente, por lo que la directiva de entonces buscó primero una asociación con la Universidad Autónoma de Guadalajara, propietaria de los Tecolotes para mantener a flote la nave albiverde.
Temporadas completas se pasaron con el “Jesús en la boca” teniendo como objetivo el salvarse del descenso. A inicios de los noventa, llegó a la dirección técnica el profesor Rubén Maturano, quien bautizó al estadio local como “La Casa del Dolor Ajeno” y es que ya el equipo empezaba a hacer valer su localía y los rivales batallaban de verdad si querían llevarse algo de la grama del Corona.
Sin embargo, lo oneroso del nivel obligó a que la franquicia pasara primero parcialmente y después en definitiva a Grupo Modelo, que decidió para la temporada 1993-94 armar un equipo poderoso, y con el chileno Pedro García como entrenador, se construyó un cuadro en el que participaban Richard Zambrano y Daniel Guzmán en la delantera; en el medio campo Diego Silva y Antonio “El Turco” Apud en la contención; Héctor Raymundo Adomaitis por la banda derecha; Ramón Ramírez por la izquierda; en la zaga los centrales eran Pedro Muñoz y Jesús Gómez; la portería la alternaban Olaf Heredia y Adrián Marmolejo; confieso que se me escapan muchos nombres. Esta escuadra clasificó a la liguilla en cuarto lugar, luego al eliminar al Atlas en los cuartos de final surgió el fenómeno de la “santosmanía” que no es otra cosa que el festejo en las calles de toda las ciudades de La Laguna por el buen andar de la oncena verdiblanca, que continuó cuando se echó fuera al Toluca, pero no alcanzó para derrotar a los Tecos y se alcanzó un subcampeonato.
Desde entonces el Santos tomó otra dimensión en el colectivo lagunero, que llegó al clímax con los campeonatos en 1996 ante Necaxa y en 2001 frente a Pachuca. En el inter hubo otro subcampeonato, pero en aquella ocasión los Guerreros fueron apabullados en la serie ante Toluca, por lo que no hay mucho recuerdo de ello.
En los últimos años, Grupo Modelo decidió como política deshacerse de sus equipos deportivos, y vendió al Santos al empresario Carlos Ahumada. Ahí empezó la debacle; Ahumada resultó un polémico constructor ligado a la política y fue recluido en prisión, y con él, los resultados del equipo se fueron en picada. La Secretaría de Hacienda confiscó el club y se lo devolvió a la cervecería como custodio, mientras tanto, continuaba la caída. Al final Grupo Modelo retomó la propiedad y decidió evitar que La Laguna perdiera a su equipo, esto hace año y medio. Han transcurrido tres torneos, todos con cierres de angustia. Hace un año, se evita en la última fecha la quema del descenso, ello porque Querétaro, el otro conjunto con el que luchaba por no descender, pierde en Guadalajara ante el Atlas, mientras Santos derrotaba a Cruz Azul en el Corona con lo que se consumaba la salvación. Vino el repechaje y se le gana la serie a San Luis. Con Pachuca, ya en cuartos, su posición en la tabla tras empate a goles nos deja fuera.
El torneo pasado se termina como súper líder, y una mala noche en ciudad universitaria en el Distrito Federal, se obtiene un 0-3 que en el Corona, con un 4-2 favorable, no alcanza y se escapa la posibilidad de un tercer título.
En esta ocasión el Santos está en la final, y con un final de película ante Rayados de Monterrey se tiene boleto para la gran final ante Cruz Azul.
Estas líneas fueron escritas antes del partido de ida, del cual me atrevo a decir que quizá el domingo, los Guerreros, empiecen con desventaja de un gol, lo que no tengo duda es que nuevamente La Laguna será con su equipo campeón, y la sangre verde, volverá a arder en las venas de todos los que amamos esta tierra… y al Santos.
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