EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Conciencia

Diálogo

Yamil Darwich

Empezamos otro año, el 2008, llenos de propósitos y buenos deseos; de fondo, cargados de temores por la inseguridad social y económica que vivimos los mexicanos.

Muchos de nosotros nos hacemos la pregunta: ¿cómo hemos llegado a vivir esta situación? Los teóricos y estudiosos nos dan múltiples explicaciones: van desde el análisis de nuestros orígenes, mezcla indígena e hispana, hasta el estudio de la realidad y entorno histórico, buscando una propuesta lógica. Desde luego que algunos tienen las mejores excusas; entre ellas una que satisface a muchos: “son los gringos quienes nos tienen limitados”.

Otras, dan sesudas explicaciones macroeconómicas y nos hablan del “efecto negativo que sufre nuestra economía por la globalización y su productividad”.

Tal vez sean parciales las explicaciones, aunque algo tienen de fundamento.

“¡La ignorancia!” dirán otros, citándonos cifras desalentadoras sobre nuestro bajo aprovechamiento escolar y la muy deficiente calidad académica. ¡El sindicato! exclaman muchos; ¡la pobreza! dirán los populistas e izquierdistas responsabilizando a los capitalistas y partidarios de la derecha mexicana.

La verdad es que todos tienen en parte la razón, aunque sólo sea una vista parcial; habrá que analizar y en su caso aceptar que de fondo encontramos la causalidad más importante de nuestra realidad: la falta de conciencia y mala actitud tomada ante los retos nacionales.

La disposición hacia la vida y los retos que ésta nos presenta es el ingrediente importante para alcanzar el éxito o sufrir el fracaso; tan sólo reflexione y recuerde que los grandes imperios –incluidos el azteca y el español- tuvieron como base para su despegue la actitud positiva de los líderes que les guiaron. ¿Qué hubiera sido de los primeros pobladores de la Gran Tenochtitlán si no hubieran contado con sus emperadores y sacerdotes que supieron transmitirles un sueño, poseyendo la fuerza necesaria para llevar al desarrollo social a su pueblo? ¿Qué diferencia existiría si aquellos Reyes Católicos Españoles no hubieran apoyado el proyecto de ensueño del aventurero y temerario Cristóbal Colón?

Si cualquiera de las dos circunstancias históricas no se hubieran dado, con la aportación, conciencia y actitud de aquellos líderes, no existiría el México y los mexicanos que somos ahora, al menos como lo vivimos.

Aún no acabamos de hacer conciencia de quiénes somos; seguimos buscando energía para el ego en los lugares equivocados; lo peor, continuamos renegando, por grave ignorancia, de la parte de nuestra sangre indígena, desanimados por los calificativos negativos, sin reconocer las grandes virtudes que les permitieron construir el imperio, admiración de los conquistadores.

Cuentan algunos historiadores que al entrar a la Gran Tenochtitlán, los soldados españoles quedaron impresionados con la desarrollada organización civil y enormes construcciones, llegando a sentir mayor temor que el vivido durante las batallas.

Igual renegamos de lo hispano, sin poder sustraernos del daño que nos hicieron los escritores de la historia oficial, que por “órdenes superiores” subrayaron el salvajismo y la barbarie –verdad incuestionable– sin resaltar las aportaciones culturales.

Otros estudiosos describen el error de aquellos independentistas que promovieron el choque entre españoles y mestizos, llevando a la “fiesta” a los indígenas, que pagaron el más alto precio y de paso sembraron las bases del desconcierto en nosotros, quienes no acabamos de comprender -¿aceptar?- que no somos indios o españoles, sino el resultado de la mezcla de ambos: mexicanos.

Tenga en cuenta que algunas personas y hasta familias enteras reniegan de sus orígenes, sin poder ocultar sus manifestaciones genotípicas –piel morena y constitución mediana, por ejemplo- reflejando problemas de identidad.

Vivir entre el malinchismo y la xenofobia nos ha dañado, impidiéndonos madurar y tomar plena conciencia de quienes somos: ¡Mexicanos!, diferentes al resto de los humanos, ni mejores o peores.

A partir de esa orgullosa aceptación es como podremos orientar positivamente nuestra actitud, permitiéndonos desarrollar mejores condiciones de vida.

Ser mexicanos incluye privilegios que pocas etnias poseen, mezcla de genes indígenas, europeos, orientales y medio orientales que nos hacen únicos en la clasificación genética; eso nos da ventajas competitivas importantes, riquezas y capacidades humanas que debemos aprovechar.

Hay quienes insisten en demeritar la importancia del nacionalismo en la Sociedad del Conocimiento globalizada; ellos forman parte del otro extremo. Cierto que ese espíritu internacional hace a los seres humanos adaptados y triunfadores; igualmente verdadero e importante tener plena conciencia de quiénes somos, de dónde procedemos y cuál es nuestra idiosincrasia. Eso nos hace conscientes, dejándonos las herramientas para enfrentar al mundo haciendo uso de nuestras potencialidades y atendiendo las áreas de oportunidad que se presentan como retos.

Sólo quienes tienen conciencia de identidad nacional, conocedores de lo que son, pueden tener la adecuada actitud hacia la vida e involucrarse con éxito en la competencia internacional.

Ojalá el tema le haya estimulado a la discusión y se transforme en mejora de la actitud personal en este año 2008 que recién empieza. ¿Acepta?

ydarwich@ual.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 323505

elsiglo.mx