Rubén Ramírez Cárdenas está entre los primeros tres mexicanos que serán ejecutados en los próximos meses.
En la antesala de la muerte, Rubén Ramírez Cárdenas pide como un último deseo ver a sus hijos gemelos, de quienes se separó en 1997 cuando fue recluido en una prisión del estado de Texas, en Estados Unidos. Este lunes, el migrante irapuatense cumplió 38 años de edad.
Su madre, Sanjuana Cárdenas, lo visitó el viernes pasado en la prisión de Alan B. Polunsky, en Livingstone, Texas, para alentarlo y brindarle esperanzas sobre la última posibilidad de que pueda librar la pena capital. “No estamos vencidos”, le dijo.
Rubén Cárdenas mostró resignación y dijo su madre que hay que aceptar lo que Dios mande. “Ni modo, la cosa se perdió, se perdió, madre, era de esperarse”, respondió a su progenitora una vez que se agotaron los recursos legales para frenar su sentencia.
“Falta que la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos decida sobre si es constitucional la aplicación de la inyección letal en los reos condenados a muerte”, dijo su madre Sanjuana Cárdenas vía telefónica.
El máximo tribunal judicial estadounidense se negó a reabrir los juicios de 51 mexicanos condenados a la pena capital, dejando de lado el fallo de la Corte Internacional de Justicia, CIJ.
Sanjuana Cárdenas, de 57 años de edad, vive sola en Edimburgo, Texas, desde 2001 en que enviudó, con un problema de salud por ataques de epilepsia. Para ver a su hijo debe trasladarse en un autobús durante 8 horas.
El viernes se reunieron y recordaron momentos felices y del largo camino de dolor que han recorrido.
La mujer encontró a su hijo triste, pensativo y con una única petición: su deseo es ver a sus gemelos, porque sabe que faltan semanas o meses para su ejecución, pero él mismo advierte que no librará este año.
“Está triste mi hijo porque sabe que en cualquier momento pueden ponerle fecha”, describió la señora.
Sanjuana Cárdenas no contuvo el llanto al recordar los momentos que pasó con su hijo. “No descansaré ni un segundo por la vida de mi hijo”, quien está entre los primeros tres mexicanos en lista para fecha de ejecución, por supuesto secuestro, homicidio y asalto sexual de su prima hermana.
Hace unos días en un noticiero del canal 48 de televisión de aquel país vio una fotografía de su hijo y escuchó que estaba en el pasillo de la muerte, entre los tres primeros que ejecutarán.
“Sentí que me derrumbaba”, externó la madre, quien reza y con fe le pide a San Judas Tadeo y a la Virgen de San Juan por la vida de Rubén, uno de sus cinco hijos.
En su celda, Rubén también se encomienda a Dios a quien se acercó a través de la lectura de la Biblia.
De acuerdo con las Leyes de Estados Unidos, cuando un reo sentenciado a muerte agotó la totalidad de apelaciones y recursos legales, el procurador del condado fija la fecha de ejecución, esto podría ocurrir después de junio, fecha en que la Suprema Corte de Justicia de EU tiene previsto determinar sobre la constitucionalidad o no de la aplicación de la inyección letal.
Petición a Calderón
Sanjuana Cárdenas le suplica al presidente de la República, Felipe Calderón, “unos minutos de su tiempo para que hable con el presidente George W. Bush, para que haga algo más por estos mexicanos, que nos apoye para poder quitar esa Ley de pena de muerte y más que nada que respeten la determinación de La Haya (Corte Internacional de Justicia)”.
El 17 de febrero de 1998, Rubén Ramírez Cárdenas fue recluido en la prisión de Alan B. Polunsky en Livingston, Texas, sentenciado a la pena capital, por cargos de supuesto secuestro, homicidio y asalto sexual de su prima hermana, Mayra Azucena Laguna, de 16 años de edad, en 1997. Desde hace once años está privado de su libertad.
Ramírez Cárdenas es originario de la comunidad de Aldama, municipio de Irapuato. Es padre de dos jóvenes que el 24 de abril cumplirán la mayoría de edad. Su mujer, se alejó de él, aunque siguen unidos en matrimonio. Rubén dijo a su mamá que hay que esperar lo que Dios mande, respecto de la pena capital porque está cansado de verla sufrir. “Me dice que me cuide, porque acabo de salir del hospital y me sostengo por el tratamiento médico, que no me preocupe, que la cosa se perdió, porque el abogado no hizo las cosas como se debía”. Sanjuana asevera que no están vencidos y seguirán luchando; pero dice sentir dolor esperando el momento en que su hijo pueda morir.