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Germán Froto y Madariaga

Ayer al mediodía, en el auditorio del Tec. de Monterrey, campus Laguna, el doctor Rogelio Montemayor dio una conferencia sobre la reforma energética y las posibilidades de ésta.

En esencia conocía yo la forma de pensar de Montemayor, de manera especial la correspondiente a la posibilidad de explorar otras vías para lograr los propósitos pretendidos por el Gobierno Federal.

Pero eso no impidió que me sorprendiera gratamente la claridad de su exposición y sobre todo la fundamentación expuesta con datos concretos sobre la situación de Pemex.

El doctor no se puede desprender, y qué bueno, de su condición de académico y maestro universitario, lo que permite que sea un claro expositor, lógico y concreto en la presentación de sus ideas.

No estoy en posibilidad de entrar al fondo de las mismas, pero hay cosas que sí deben de quedar muy claras:

Uno, que la reforma es necesaria, quizá no en los términos presentados por el Gobierno Federal, pero sí se requiere si deseamos superar las condiciones actuales.

Dos, que existen otras vías que se pueden intentar antes que abrir el sector energético y concretamente el petróleo a la inversión privada.

Tres, que en el planteamiento actual puede existir un problema de inconstitucionalidad que no se ha estudiado suficientemente. Ello es así, porque no hay propuesta para tocar el texto constitucional, pero no por que no se requiera, sino porque el Gobierno está consciente que de ninguna forma puede reunir las dos terceras partes que se necesitan para realizarla, de manera que sólo se plantea reformar las leyes secundarias.

Ello no hace desaparecer la posibilidad de que esas normas una vez dictadas, puedan ser combatidas y devengan inconstitucionales. Pero se está corriendo ese riesgo.

Cuatro, el Gobierno no ha sido claro en responder la pregunta del: “Para qué de la reforma”, es decir, qué se pretende con ella; hacia dónde queremos llegar.

Cinco, bajo qué esquema normativo se operarán las reformas y qué se va a hacer con los recursos provenientes de la paraestatal.

Si el Gobierno Federal continúa quedándose con el sesenta por ciento de las ganancias de Pemex, no habrá empresa que lo aguante. Además, es necesario saber cómo una buena parte de esos recursos se va a destinar a abatir la pobreza, porque los índices de ésta siguen en aumento y con ello se pone en riesgo la estabilidad social.

Son preguntas de las cuales los expertos pueden tener respuestas, pero de poco servirán si el Gobierno no los escucha o si no es capaz de transmitirlas a la gente, pues ésta seguirá pensando que se está hipotecando o vendiendo la riqueza nacional.

Uno de los objetivos de la reforma debe ser el de abatir el rezago social y ello no ha quedado claro.

Se han enfrascado en una guerra de medios, una serie de frases hechas con las que al pueblo no se le aclaran sus dudas.

Y menos cuando los frentistas del PRD, PT y Convergencia, están manipulando a grupos sociales que se oponen a la reforma siguiendo instrucciones ciegas, que pueden desembocar en un enfrentamiento de consecuencias impredecibles.

El Congreso sin poder trabajar normalmente. Perseguido y acorralado por los opositores. Los líderes echando sistemáticamente leña a la hoguera y el Gobierno tratando de exhibirlos en vez de haber desarrollado una estrategia de negociación que pudiera haber permitido no llegar a estos extremos.

Eso es otra cosa que aparentemente falló. Una reforma de esta naturaleza se consensúa primero en lo particular y una vez que está articulada se presenta al Congreso.

Aquí, parece que fue al revés, primero lanzaron el proyecto y luego comenzaron a negociar, cuando ya los opositores estaban como hormigas, todos encabritados.

Si fue así, una vez más les faltó oficio político a los operadores del Gobierno; y si tal sucedió es posible que estemos en presencia de una nueva reforma fallida.

Necesitamos saber el porqué de la reforma, hacia dónde quieren llegar y cómo vamos a combatir la pobreza, si acaso en realidad ésa es la pretensión.

Alguien de por ahí, comentó que lo que necesitamos es dejar a un lado los intereses personales para anteponerlos a los de México. Y tiene razón. Pero yo me pregunto, quién es el primero que lo hace, porque parece que nadie quiere ceder en sus posiciones.

Por lo demás: “Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano”:

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