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Condoleezza, nostálgica e irreal

Genaro Lozano

Preparando ya las maletas para su regreso a la academia, la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, parece un poco nostálgica y completamente confundida por la realidad.

En el número más reciente de la revista Foreign Affairs la jefa de la diplomacia estadounidense reflexiona sobre un texto que escribió para esta misma revista en enero del año 2000, cuando fungía como la asesora en temas internacionales para el entonces candidato presidencial George W. Bush. A ocho años a la distancia, la secretaria Rice hace una defensa de los temas fundamentales para la política exterior de su Gobierno y recapacita sobre el actuar internacional de Estados Unidos.

Vayamos por partes. Según apunta Rice, hace 8 años su país estaba inmerso en una “ansiosa búsqueda” por encontrar soluciones multilaterales a problemas que no estaban en el interés nacional de EU. En otras palabras, Rice criticaba duramente lo que para ella eran los “excesos” internacionalistas e idealistas de la Administración de Bill Clinton. Excesos que incluían la firma del Protocolo Ambiental de Kyoto o, irónico hoy, el despliegue a un “ritmo furioso” de tropas estadounidenses por todo el mundo.

En resumen, la doctora Rice sugería en 2000 que la política exterior estadounidense estaba sin rumbo y que por ello era necesario reestablecer prioridades que fueran realistas y que obedecieran únicamente al interés nacional. Por ello, criticaba duramente el uso de las Fuerzas Armadas estadounidenses como “árbitros políticos” o como si fueran una “fuerza civil policiaca” en sus intervenciones humanitarias en el mundo.

Hoy, a la distancia, y luego de una intervención militar injustificada y completamente fuera de la legalidad y del consenso internacional, Rice recapacita y afirma que el derrocamiento de Saddam Hussein era necesario no sólo para el interés nacional de EU, sino para la seguridad internacional, y, por lo tanto, afirma, fue “una decisión correcta”. Hoy la diplomática se muerde la lengua al defender la construcción de un Estado nacional en Irak (nation building) y de “promover” su democratización, contradiciendo su propia idea de que la “democracia no puede ser impuesta por una potencia extranjera en otro Estado”.

Ante los ojos de Rice, su país no hace más que “promover” la democratización de Irak, y como resultado de ello, la democratización de un Oriente Medio ampliado, que va desde Marruecos hasta Pakistán. Sin embargo, poco hace Rice en ahondar sobre el apoyo que le da su Gobierno a regímenes no democráticos en la región y en otras partes del mundo. Al respecto, la diplomática señala que “por seis décadas administraciones republicanas y demócratas apoyaron regímenes autoritarios en el Oriente Medio a cambio de que éstos apoyaran su interés común en la estabilidad de la zona”. Con ello ignora convenientemente que la Administración Bush mantiene hoy su apoyo directo a gobiernos no democráticos como los de Hosni Mubarak, en Egipto, o a las casas reales de Arabia Saudí y Jordania. Respecto a Pakistán, y al Gobierno del General Pervez Musharraf, la diplomática reconoce que se ha hecho un alianza estratégica con ese Gobierno, acompañada por un esfuerzo por fortalecer la sociedad civil paquistaní, con una generosa ayuda de 3 mil millones de dólares, y por los llamados al presidente paquistání para que sostenga elecciones libres a la brevedad. Pero no señala que el General se aferra al poder y que Pakistán vive un periodo de incertidumbre y emergencia política.

Fuera del texto queda un reconocimiento del profundo daño que ha sufrido la imagen internacional de EU y una propuesta de cómo repararla. Fuera de las reflexiones de la diplomática quedan las muertes de millones de civiles iraquíes y afganos que perecieron en las intervenciones bélicas estadounidenses. Fuera del discurso de Rice quedan los atropellos a los derechos humanos en Guantánamo, en Irak, en Afganistán y en otras partes del mundo en aras del combate al terrorismo. Fuera del artículo queda la realidad y se entra a un mundo de ficción que niega una severa crisis de identidad en la política exterior estadounidense.

Politólogo e Internacionalista

Comentarios: genarolozano@gmail.com

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