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Confiesa austriaco abusos contra su hija

Josef Fritzl, de 73 años, confesó ayer los abusos cometidos contra su propia hija durante 24 años.

En un espacio de 60 metros vivían Elisabeth y tres de sus hijos. (Fotografías de AP)

Josef Fritzl, de 73 años, confesó ayer los abusos cometidos contra su propia hija durante 24 años. En un espacio de 60 metros vivían Elisabeth y tres de sus hijos. (Fotografías de AP)

EFE

Señala Josef Fritzl que es el padre de los hijos de Elisabeth y que es responsable de quemar a uno que nació muerto.

La policía del Estado federado de Baja Austria confirmó ayer que el jubilado Josef Fritzl, de 73 años, ha confesado ser el padre de los siete hijos nacidos en un calabozo subterráneo tras abusar de su propia hija y de haber quemado el cadáver de uno de ellos que nació muerto.

Franz Polzer, jefe de la Policía de Baja Austria, dio a conocer la confesión del acusado, detenido el sábado pasado tras conocerse que había encerrado a su hija Elisabeth durante 24 años en un sótano bajo la casa familiar en Amstetten, a 130 kilómetros de Viena.

El agente precisó que en uno de los partos bajo tierra, la mujer violada, Elisabeth Fritzl, de 42 años, dio a luz a una pareja de gemelos, de los cuales uno murió, por lo que fue quemado por su padre en la caldera de calefacción de la casa.

El acusado reconoció, asimismo, haber golpeado a su hija repetidas veces y de haberla violado numerosas veces, por lo que nacieron hijos “más o menos cada dos años”.

Tres de estos hijos fueron integrados en la familia como supuestos nietos, mientras que los otros tres vivieron hasta hace pocos días en cautiverio.

La versión sostenida por Fritzl ante su esposa y el resto de la familia, fue que Elisabeth desapareció a los 18 años de edad para adherirse a una secta en un lugar desconocido, donde habría tenido varios hijos, algunos de los cuales dejó delante de la puerta de la casa de sus padres.

Polzer manifestó que el resto de la familia, incluyendo Rosemarie, la esposa de Josef Fritzl, y también los otros hijos-nietos que vivían en la casa, no sabían nada del encierro de Elisabeth y de sus otros tres hijos.

“La madre tiene memorias (del mundo exterior) y las usaba para afrontar la situación”, dijo Polzer, respecto a que tres de los siete hijos de Elisabeth Fritzil: Kerstin, 19 años; Stefan, 18 años; y Felix de 5 años nunca habían visto la luz del Sol.

Algunos medios han llamado a la casa del ingeniero austriaco la “Casa del terror”.

Josef Fritzl y su esposa Rosemarie también tuvieron siete hijos en su matrimonio, incluyendo Elisabeth, quien fue objeto de los abusos sexuales de su padre desde que tenía 11 años de edad.

GRAVE CASO

El responsable de la seguridad pública de Baja Austria, Franz Prucher, aseguró que con la confesión de Fritz “este caso está resuelto” y agregó que se trata “de uno de los más graves en la historia criminal de la república alpina, que supera todo lo conocido hasta ahora”.

El acusado debía ser trasladado ayer mismo a los recintos de la Fiscalía de Sankt Pölten, capital del Estado federado de Baja Austria, donde será puesto a disposición de un juez de lo Penal.

El caso salió a la luz cuando la hija mayor, de 19 años, que estaba en cautiverio, tuvo que ser hospitalizada por sufrir una grave enfermedad, que los médicos atribuyen a una degeneración genética típica en un incesto.

Tras ser internada en un hospital local esta joven, Fritzl liberó a los otros dos hijos que todavía permanecían encerrados y le explicó a su mujer que Elisabeth, la hija desaparecida, había vuelto finalmente y que esos hijos eran producto de sus relaciones mantenidas en una secta.

Caso causa indignación

Un día después de conocerse el caso de incesto y encierro en Amstetten, muchos habitantes de esa pequeña localidad austriaca se mostraron indignados y consternados por este crimen.

Preguntados en torno al lugar de los hechos, cerca del centro de esta localidad de 23 mil habitantes a 130 kilómetros al oeste de Viena, numerosos vecinos manifestaron su sorpresa pero también su horror por lo sucedido durante los últimos 24 años.

Varios vecinos coincidieron en la existencia de rumores sobre supuestos antecedentes penales del sospechoso por acoso sexual a mujeres, en su mayoría embarazadas, pero estas versiones todavía no han sido confirmadas por las autoridades.

Otros vecinos destacaron que en el pasado les llamó la atención el mal olor que salía de las chimeneas de la casa, un posible indicio de que Fritzl quemaba allí la basura generada por el encierro de su hija y tres de sus hijos.

“Siempre supimos que la hija estaba en una secta y que dejaba a sus hijos con sus padres, lo que a mucha gente le pareció admirable por parte de los abuelos”, reconoció una vecina.

Otro vecino dijo que el sospechoso era un hombre “normal y corriente, siempre amable y en buen estado físico”.

Un vecino aseguró que “Rosamarie, la madre de Elisabeth, siempre dijo que su marido estaba muy triste por la desaparición de la chica, ya que era su hija preferida”.

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Escrito en: incesto

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Josef Fritzl, de 73 años, confesó ayer los abusos cometidos contra su propia hija durante 24 años.

En un espacio de 60 metros vivían Elisabeth y tres de sus hijos. (Fotografías de AP)

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