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Congreso secuestrado

Nuestro concepto

A nivel nacional existe el consenso desde hace muchos años que algo se debe hacer con Pemex para convertirla en una empresa productiva. Hoy por fin se da el primer paso, el presidente Felipe Calderón presenta una iniciativa de reforma que debe ser discutida y en caso de ser necesario corregirla y aprobarla.

Lo que no se vale es impedir el debate por “orden divino”; los seguidores de Andrés Manuel López Obrador se erigen como los poseedores de la verdad absoluta, arrastrando al PRD a su desaparición y al país a la ingobernabilidad.

Causa indignación a la mayoría de los mexicanos ver cómo diputados y senadores del Frente Amplio Progresista, con un sueldo de más de cien mil pesos mensuales, sin el mayor pudor secuestran el Congreso, la máxima tribuna parlamentaria de este país, para impedir el debate.

Andrés Manuel López Obrador no es el PRD, el partido de Sol Azteca nace de las tradiciones de muchos grupos de izquierda de diferente tipo como el Partido Comunista, el Socialista Único de México, y de un gran sector progresista del PRI y otros partidos de izquierda y movimientos populares. El PRD logró pasar de un millón 125 mil votos en su primera elección en 1991 (5 por ciento de la votación válida nacional) a 12 millones 403 mil votos en la elección legislativa de 2006 (30 por ciento de la votación), sin contar la votación en la elección presidencial de 2006.

La reforma de Pemex debe ser discutida y analizada, tampoco puede ser aprobada en “Fast track” como lo propone el PAN. Los acontecimientos políticos de la última semana también evidencian la falta de operación política y de estrategia del Gobierno Federal. A nivel mediático el manejo de la reforma ha sido errático, apostándolo a las estrellas de Televisa y a los spots para convencer a la población de los beneficios de la reforma.

Los políticos no llegan a comprender que el país es más importante que sus intereses partidistas. La reforma de Pemex debe ser discutida, ya sea en el Congreso o en una sede alterna, lo que ya no se vale es que el país sea rehén de unos cuantos.

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