“No pueden ustedes curar el cáncer con una mayoría de votos. Precisan un remedio”.
Winston Churchill
Es domingo en la mañana y me siento a escribir mi columna del lunes. El tema lógico es la consulta ciudadana que el Gobierno del Distrito Federal y el PRD han organizado para expresar su rechazo a la reforma petrolera. No es necesario esperar a la noche o al día siguiente para conocer el resultado. Todo el ejercicio ha sido organizado para promover el “No”.
Por si hubiera duda, ayer en los distintos puntos de la Ciudad de México por los que paso encuentro carteles que promueven el voto, pero que invitan a decir que “No”. Quienes militan en el PRD o colaboran en el Gobierno de la Ciudad de México, trabajaron todo el sábado para preparar la logística de la “movilización” del domingo. En otros tiempos, cuando lo hacía el PRI, se le llamaba “acarreo”.
Qué paradójico que un partido que se quejó de la inequidad del proceso electoral de 2006 prepare hoy una consulta con dados tan cargados. Todos los recursos del Gobierno capitalino se utilizaron no sólo para organizar la consulta sino para promover la respuesta del “No”. Tanto el jefe de Gobierno como los funcionarios de la capital y el “presidente legítimo” promovieron abiertamente el rechazo a la reforma. ¿Dónde quedaron las quejas contra el supuesto apoyo de Vicente Fox a la candidatura de Felipe Calderón?
Las preguntas fueron redactadas para promover el voto negativo. En ellas se presenta el complejo debate sobre la reforma como una simple opción entre inversión estatal y privada. La primera pregunta miente abiertamente al decir que en la explotación, refinación y transporte de hidrocarburos no participan empresas privadas; omite decir que el tema es definir las reglas con las que esta inversión operará en el futuro. La segunda pide una opinión general sobre la reforma sin ofrecer ninguna información que aclare lo que ésta incluye. En ningún punto de la consulta se menciona los cruciales temas de reestructuración o autonomía de Pemex. Los redactores de las preguntas, por otra parte, “olvidaron” los bonos ciudadanos, uno de los aspectos más populares de la reforma.
El Instituto Electoral del Distrito Federal ha demostrado una vez más su sujeción al Gobierno perredista de la capital al aceptar organizar una consulta en estas condiciones. Los “auditores ciudadanos”, que supuestamente deben velar por la equidad y justicia de la consulta, son personajes respetados y respetables, como Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Guadalupe Loaeza, Rolando Cordera, Laura Esquivel, Carlos Payán, Enrique González Pedrero y Sergio Aguayo, pero todos son cercanos al PRD o se oponen a la reforma. ¿Dónde quedaron las quejas por la supuesta parcialidad de los consejeros del IFE?
Si queremos saber lo que piensan no los perredistas –que ya lo sabíamos desde un principio— sino los mexicanos, hay que olvidarse de la consulta y ver las encuestas. En las últimas semanas he sabido de dos: una de BGC Ulises Beltrán y Asociados, a la que no he tenido acceso, y otra de GEA-ISA, publicada en la página de Internet de esta empresa. La comparación de los resultados de las encuestas con los que finalmente arroje la amañada consulta de Ebrard-López Obrador nos permitirá saber qué tanto se cargaron los dados.
En la encuesta de GEA-ISA, el 55 por ciento de los entrevistados está de acuerdo en lo general con la propuesta de reforma del presidente Calderón mientras que el 36 por ciento está en desacuerdo y el 9 por ciento no sabe o no dice. En puntos más concretos, el 52 por ciento apoya la celebración de “contratos con particulares para la exploración y desarrollo de los recursos petroleros, manteniendo la nación la propiedad sobre los hidrocarburos” contra el 42 por ciento que la rechaza y el 6 por ciento que no expresa opinión. El 58 por ciento respalda la construcción y operación de refinerías por empresas privadas, contra 37 por ciento que está en desacuerdo y 5 por ciento que no sabe. En contraste, sólo el 45 por ciento está de acuerdo en la propiedad privada de los ductos contra el 50 por ciento que lo rechaza.
El 52 por ciento está a favor de que particulares realicen actividades de transporte, almacenamiento y distribución de gas, con el 42 por ciento en contra. En el tema de otorgar autonomía financiera y de gestión a Pemex, el 58 por ciento está de acuerdo y el 34 por ciento en desacuerdo. En la inclusión de ciudadanos independientes en el consejo de administración de Pemex, 66 por ciento respalda y 28 por ciento rechaza. En la propuesta de crear bonos ciudadanos que permitan a los mexicanos compartir las ganancias de Pemex, el 74 por ciento está de acuerdo y el 21 por ciento no.
Una consulta imparcial y equitativa entre los ciudadanos habría tenido resultados razonablemente similares a los de esta encuesta. Lo más probable, sin embargo, es que no lo sean, porque la consulta ha sido diseñada y manejada con la abierta intención de generar un “No”.
EL VOTO PARTICULAR
¿Y yo qué voy a hacer? Una vez que termine de redactar este artículo, voy a acudir a votar en la consulta: no por que considere que se trata de un ejercicio democrático legítimo, sino porque creo en los referendos. Además, es importante dejar una señal de protesta contra la clase política del Distrito Federal que de una manera tan aberrante e hipócrita busca manipular los temas de debate nacional.