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CONTEXTO LAGUNERO

JUAN MANUEL GONZALEZ

En peligro de extinción.

Quienes aun pertenecemos a la clase media y los que han dejado de pertenecer a ella, somos y han sido los que soportamos y soportaron todo el peso de los problemas del país y sus consecuencias. No teniendo posibilidades de defendernos ni capacidad para escapar, los clase medieros nos convertimos en una masa de mexicanos aborregada, como un rebaño al que atacan los lobos y que cada día ve mermadas sus condiciones. ¡Si nos uniéramos!

¿Se siente usted identificado? ¿Con los lobos o con el rebaño? La Leyes, que no siempre hacen justicia, se establecen en teoría para que las cumplan todos y cada uno de los ciudadanos de un país, en este México nuestro, esto no es así. La clase media siempre ha estado obligada a cumplir todas las leyes, son quienes no se atreven a colgarse de los cables de energía para no pagarla, porque saben que en este caso y solo en este, el castigo no se dejará esperar. No pueden manifestarse públicamente bloqueando calles porque saben que la autoridad ejercerá, ahí si, todo el peso de la ley. La clase media, lo que queda de ella, tiene que cumplir con todo rigor el código Penal, el Civil, el de Comercio, el reglamento de tránsito y vialidad, pagar los impuestos, las gasolinas, los IVAS, los parquímetros, los impuestos locales, los estatales, la seguridad social, las medicinas caras y muchas cosas mas. Los demás no los cumplen si no quieren, ni asesinos, ni terroristas, ni grandes evasores, ni los de la economía sumergida, ni muchos de los políticos, ni las comunidades que se creen superiores, ni los que defraudan al fisco, ni los que cometen otros fraudes, ni a los corruptos que nada devuelven, ni los que presumen de listos para disponer a su antojo del erario, etc.

A la clase media se le pasa por alto, se le ningunea, se le ordeña y se le obliga en la inmensa mayoría de los casos a renunciar a los servicios que casi en exclusiva financia con sus impuestos para que contrate otros paralelos que si sean de calidad y en los que verdaderamente confía. Por ello Ya es prácticamente imposible saltar hacia delante en las clases sociales, como hacerlo si de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, el hijo de un obrero solo tiene un 10% de probabilidades de llegar a ser profesionista. La clase media tiene que tener los papeles de su carro en regla, soportar inmensas filas para recibir agresiones de funcionarios desconsiderados a veces, desencajados en la mayoría de las ocasiones, con papeleo interminable indescifrable, inteligible. En serio peligro de extinción, la clase media mexicana, vuelve a cargar sobre sus espaldas el peso total del desaseo político porque somos los únicos que aportamos a la economía pero nada disfrutamos.

Como bien lo dice Flor Berenguer: “nosotros, los clase medieros, pagamos impuestos queramos o no, nos lo quitan directamente los patrones o nos ponemos a mano puntuales con Hacienda, no hay opción, somos los deudores cautivo que no tenemos los medios para tener los contadores y abogados de los que se valen los poderosos para evadir al fisco y para entrar a esquemas como el Fobaproa en plena “quiebra” y hasta auto comprar su deuda a centavos”.

Tampoco pertenecemos a los privilegiados fiscales que reciben estímulos, subsidios, rebajas, ayudas, apoyos y mil gratuidades que van desde leche a uniformes, casa y dinero en efectivo y que muchas de las veces, nada aportan. El ogro filantrópico, como lo llamó Octavio Paz, no ve a los clase medieros. Si nos enfermamos pagamos al médico y hospital con ahorros o seguros privados, los hijos van a colegio de paga, aunque sea a la escuela privada modesta de la colonia y con apuros se les provee de útiles y uniformes sin pedirle nada al gobierno para hacerle frente al gasto. Con mil y un maromas compramos, en pagos, la casita o el departamento, el auto y los electrodomésticos.

En compensación, el gobierno no nos da nada, estamos en el limbo, todo nos cuesta, nada se nos da gratis y sufrimos en carne propia su falta de eficiencia administrativa. Aquellos clase medieros despedidos en las crisis económicas no nos animamos a vender en la calle o asaltar microbuses o traficar droga para alimentar a la familia y vemos tristemente como nos convertimos en artículos desechables por el hecho de ser mayores de cuarenta años.

La clase media ha sido despojada durante las últimas décadas de una buena parte del poder adquisitivo de su ingreso y también de su estatus, muchos ya dejaron de poder pagar educación privada, seguros de vida y de gastos médicos y se han resignado al socorrido “Dios dirá”. La gente sabe que casi no hay opciones y se refleja en el hecho de que de cada cinco hombres entre 25 y 35 años de edad, uno vive en los Estados Unidos porque se fueron a buscar lo que aquí no tenían posibilidad de encontrar.

La clase media y su situación siempre se han sido un indicador de la situación económica del país. Si la clase media se sigue empobreciendo, el país se empobrecerá aún más. La clase media debería ser el mejor indicador del bienestar, pues representa el grueso del mercado interno. De ella depende el nivel de la demanda agregada y en consecuencia la inversión y el crecimiento. La falta de crecimiento de los últimos 23 años ha ido en paralelo con el empobrecimiento de la clase media.

George Orwell se refería a varios de sus contemporáneos como pertenecientes "al segmento bajo de la clase media alta", para describir a un grupo con estatus reconocido en una sociedad de clases, pero con valores de clase media ascendente sólidos y arraigados. Fueron esos valores los que Inglaterra llevó a sus colonias en Asia y que han servido como columnas de la educación, el derecho y la civilización hasta hoy en día en esos países. Ni en Europa ni en ninguna otra parte que se desarrolló, aplicó políticas públicas que dañaran permanentemente a sus clases medias, incluyendo sus productores agrícolas.

En México, en cambio, las grandes crisis macroeconómicas y las políticas públicas se han desquitado con la clase media, aunque en varias instancias hubo apoyos para los más pobres. Entre otros, los créditos fiscales a salarios bajos y las transferencias presupuestales y el programa oportunidades. Sin pretender evaluar aquí los apoyos a los pobres, el asunto es el giro contra la clase media, cuando los grupos de altos ingresos siguieron disfrutando de grandes privilegios: por una parte, impuestos bajos como accionistas de las grandes empresas; por la otra, precios de monopolio. De ahí la creciente desigualdad.

Hay 20 millones de mexicanos que viven con menos de dos dólares diarios, es decir, en pobreza extrema. Pero además hay 50 millones en pobreza "moderada". En esos 50 millones hay muchos que antes aspiraban a ser o eran parte de la clase media. Ojala que el gobierno rectifique cara y de un trato más justo a quienes pertenecemos a la clase media, hoy en peligro de extinción.

Comarca Lagunera. Enero, 2008.

Correo electrónico: jgonzalez2001@hotmail.com

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