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CONTEXTO LAGUNERO

JUAN MANIUEL GONZÁLEZ

El campo no aguanta más, la rentabilidad de los productos básicos ha bajado en 45 por ciento en las últimas dos décadas. Urgen esquemas agropecuarios que reviertan la pobreza extrema del sector rural y que garanticen a la población del campo el acceso a una estructura básica suficiente en materia de alimentación, salud, vivienda y educación.

Al campo mexicano le falta un modelo integral de desarrollo rural y agropecuario que elimine las desigualdades económicas, las injusticias sociales y los problemas comerciales que lo han puesto al borde de una de las crisis más severas de su historia.

En un estudio elaborado en Yucatán, que refleja la situación nacional, investigadores universitarios encontraron que ya nadie quiere dedicarse a producir alimentos por ser un trabajo mal pagado y mal valorado, en donde quienes finalmente ganan y se enriquecen son los intermediarios entre los productores y los consumidores. En este sondeo se detectó que no hay un solo niño, incluyendo a los hijos de los campesinos, que quiera dedicarse a la producción en el campo. Para los campesinos, producir alimentos es un trabajo mal pagado y ya nadie quiere hacer esta labor, el sector campesino está ubicado entre los más pobres y además, si los jóvenes campesinos deciden ir a las ciudades, tienen fuertes dificultades para adaptarse a ellas. La emigración masiva del campo a la ciudad llena los cinturones de pobreza de las grandes ciudades con asentamientos irregulares carentes de servicios básicos.

Cuando los pobres del campo arriban a la ciudad el sistema los está aguardando y se les niega toda oportunidad de éxito. Liderzuelos que abusan de las necesidades ajenas los canalizan a tierras marginales, generalmente inundables o sobre antiguos basureros, donde el sueño del lote propio los condenará a una supervivencia en un ambiente enfermo y ubicado lejos de escuelas, de hospitales y fuentes de trabajo.

En el campo, vive más de la cuarta parte de la población; no producen los alimentos que nuestro país necesita; son víctimas de los grupúsculos de izquierda que sueñan con crear zonas guerrilleras; por otro lado, los narcotraficantes ven en el campo un ambiente que fomenta la creación de feudos esclavizantes; los jóvenes, que quieren un futuro mejor, se ven obligados a emigrar arriesgando sus vidas en la frontera norte y, lo peor de todo, se desperdicia el talento de muchos mexicanos, hombres y mujeres, que en otras condiciones podrían hacer grandes contribuciones para todos los mexicanos y para el mundo entero. Lo paradójico es que nuestro campo, incluyendo costas, montañas, selvas, ríos, etc., posee condiciones climáticas, bellezas naturales, riquezas minerales y otros recursos que lo hacen ver como “el cuerno de la abundancia” y por ello los niveles de pobreza, estancamiento, atraso y marginación que se padecen, resultan inexplicables. Para todo el mundo, México es una tierra de enorme potencial para construir un país altamente compoetitivo.

Pero no hemos sabido aprovechar ese potencial. No se han aplicado las políticas correctas para que el campo florezca. El tiempo se nos va y lejos de tener gente próspera en el campo, se tiene allí un pueblo sin esperanzas, en pobreza extrema, inmovilizado física y mentalmente, manipulado y utilizado para fines electoreros y subordinado a las limosnas gubernamentales. Justo es reconocer que hay casos particulares que a pesar de todo el ambiente hostil, han encontrado la forma de prosperar, sobre todo en la parte norte del país.

Tenemos que eliminar las políticas paternalistas que tanto han dañado al campo mexicano. El paternalismo, que consiste en ver al Estado o gobierno como el gran padre que se preocupa por sus hijos, que les da de comer, les brinda educación, servicios de salud, etc., protegiéndolos con un socialismo a la mexicana. Este paternalismo reduce a los campesinos a una especie de minusvalidos; ya no tienen que preocuparse por obtener alimento pues hay un padre que lo proporcionará. Esto tiene que ser desterrado radicalmente. El gobierno no debe darse el derecho de comportarse como el padre que cuida y protege a sus hijitos. Los campesinos deben disfrutar de instituciones de salud, educación, carreteras, diversiones y mucho más, pero no dado como dádivas de políticos que termina manipulándolos.

Los programas de gobierno que entregan una cantidad de dinero “como estímulo” para que el agricultor siga produciendo, son fuente de tres problemas:

El campesino recibe un dinero sin dar nada a cambio. Esto se presta para que, a la vuelta del tiempo, el político le cobre con la moneda del voto a favor de su partido de manera incondicional. Por otra parte se generan vicios de dependencia e inmovilidad que terminan por anular la voluntad y comprometen la dignidad del hombre de campo.

El dinero que recibe el campesino no cae del cielo, tiene un costo de oportunidad, a alguien se le tuvo que dejar de dar. En efecto, proviene de impuestos, es decir, la dádiva lo convierte en despojo legalizado. A algún trabajador o a algún empresario se le quitó una parte de sus ganancias o salarios para que el gobierno lo manejara y parte fue a dar al campesino. El contribuyente dio algo y no recibió nada a cambio.

Y lo peor de todo es que, regularmente, de cada peso que sale del contribuyente, sólo llegan 25 centavos al campesino. Lo demás se queda en la administración, es decir, en la burocracia gubernamental que supuestamente se desvela para favorecer al campesino. No se debe mantener una burocracia parasitaria ya que sus puestos de trabajo son artificialmente creados, no son necesarios y sólo destruyen recursos de manera improductiva. En todo esto, solamente la burocracia gana.

Hay que salvar al campo de sus pseudos salvadores, se requiere que todos los líderes oficiales, organizaciones estatales y paraestatales, así como organizaciones terroristas y guerrilleras y redentoras saquen las manos del campo mexicano. Todos ellos tienen que reconocer que en todos los años que tienen de redentores, sólo han causado daño. Los jornaleros no mejorarán su nivel de vida formando parte de sindicatos que aparte de usarlos para presionar, no han hecho nada por ellos y solo los usan para hacer marchas, plantones, tomas de oficinas de gobierno, bloqueos, tirar leche y otras estrategias que en lugar de beneficiarlos, terminan perjudicándolos

Hay varios problemas prioritarios que son urgentes de resolver en México, el campo es uno de ellos y debemos hacer algo diferente para salir de esta grave crisis para que el campo deje de ser un mal negocio para los campesinos.

Correo electrónico:

jgonzalez@hotmail.com

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