“El amor nace del recuerdo, vive de la
inteligencia y muere por el olvido”.
Ramon Llull
¿Se acuerda usted del niño Braulio Suárez Peredo? Sí, recuerde usted: ese niño de apenas ocho meses de edad, secuestrado en Tlalnepantla el 9 de noviembre de 1999 por un enfermero de su abuelo, quien pidió un rescate de 200 mil pesos. Un cómplice del enfermero se llevó al bebé en una maleta y éste murió. Los secuestradores abandonaron el cuerpo en un predio y lo quemaron para tratar de borrar las huellas de su responsabilidad. En su momento, el secuestro y homicidio de Braulio conmocionaron a la sociedad e hicieron prometer a las autoridades que se tomarían las medidas necesarias para combatir el secuestro. En este caso se capturó a los responsables del crimen, pero la memoria del niño se ha desvanecido… excepto para sus familiares cercanos.
¿Se acuerda usted de Raúl Nava? Era un joven comerciante de la Central de Abastos. Fue secuestrado por Daniel Arizmendi en 1997 y ejecutado porque su familia no pudo pagar el rescate de tres millones de dólares que la banda pedía. En su momento, el secuestro y ejecución de este joven convulsionó a la sociedad mexicana. Las autoridades ofrecieron entonces tomar medidas a fondo para combatir el secuestro, pero el recuerdo de Raúl Nava se ha borrado también de la memoria colectiva. A 10 años de la detención de Arizmendi, el dinero y las propiedades que se incautaron al secuestrador, producto del sufrimiento de las víctimas, siguen en manos del Poder Judicial.
¿Se acuerda usted de Sebastián y Vicente Gutiérrez Moreno? Estos dos jóvenes, hijos de una familia dedicada al negocio de la venta de autos, fueron secuestrados en mayo de 2004. La familia pagó el rescate que se exigió por ellos, pero de cualquier manera fueron ejecutados por sus captores. La muerte de los dos hermanos fue uno de los factores que detonaron la gran marcha contra la inseguridad de 2004, esa que Andrés Manuel López Obrador despreció como una manifestación de la derecha –sólo la izquierda tiene derecho, al parecer, de organizar marchas en México— y a la que asistieron, según el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, solamente grupos de “pirruris”. Hasta la fecha no hay información sobre los secuestradores y asesinos de estos jóvenes.
¿Se acuerda usted de la familia Bautista Campos? Ésta sufrió en Tamazula, Jalisco, el secuestro de un hijo de 17 años. La familia pagó un millón de pesos por la liberación del joven. Para escapar a la pesadilla, la familia compró una casa en Zapotlán, Ciudad Guzmán, del exgobernador y actual secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas y se mudó a ella. Pero un policía que negoció con los secuestradores el rescate, se percató de que la familia tenía posibilidades de pagar más. Por ello organizó el secuestro de toda la familia. La madre fue llevada a un banco a hacer un retiro por un millón de pesos para comprar su libertad. Los secuestradores, sin embargo, se empezaron a pelear por el reparto del dinero. El chico de 17 años se dio cuenta de que el policía que había participado en la negociación era uno de los criminales. Por eso lo asfixiaron. Y como la madre se dio cuenta, a ella también la asfixiaron. Finalmente, los secuestradores mataron a balazos a los otros cuatro miembros de la familia. Si bien este homicidio múltiple tuvo lugar apenas a fines de julio, ya nadie parece acordarse de la tragedia.
¿Se acuerda usted de Fernando Martí? Sí, este es el caso que todos recordamos en este momento. El chico de 14 años fue secuestrado en un supuesto retén de la AFI. Los raptores cobraron el rescate acordado, pero de todas maneras mataron al muchacho. Los secuestradores dejaron una nota con el cuerpo afirmando que habían matado al chico porque no se había pagado el rescate. ¿Qué pasó? Es difícil saberlo. Quizá el dinero se lo llevó el mismo secuestrador que lo cobró.
El recuerdo de Fernando Martí está fresco en la memoria de los mexicanos. De hecho, los mismos políticos que hasta hace unas cuantas semanas pretendían no percatarse de la oleada de secuestros que ha asolado a nuestro país, hoy están anunciando planes de muchos puntos para enfrentar este mal. Los políticos anuncian también reuniones cumbre para desarrollar estrategias contra el secuestro. Súbitamente los políticos se han acordado de que la lucha contra la inseguridad es la primera responsabilidad de cualquier Gobierno.
Pero ¿cuánto tiempo se mantendrá este interés en los círculos políticos y en los medios de comunicación? ¿Qué ocurrirá cuando llegue una nueva historia dramática que haga que empiece a borrarse el recuerdo de Fernando Martí? ¿Cuánto tiempo pasará para que la memoria de Fernando se desvanezca tanto como la del niño Braulio?
Los gobernantes tienen una responsabilidad fundamental: proteger a los gobernados tan golpeados por el crimen violento que azota a nuestro país. Pero nosotros los gobernados también tenemos otra responsabilidad: no permitir que se olviden estos mártires, no dejar que los políticos puedan regresar a la irresponsabilidad ante el crimen que tanto daño nos ha hecho a todos.
COMBUSTIBLES
El presidente Felipe Calderón está tomando una decisión valiente y correcta al aumentar de manera gradual el precio de las gasolinas. Es imposible que un país como el nuestro dedique 200 mil millones de pesos al año como subsidio a los combustibles para beneficio principalmente del 20 por ciento más rico de la población.