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Contradicciones y distracciones

Sobreaviso

René Delgado

Fuera de duda está la compleja circunstancia nacional, como también las contradicciones y distracciones políticas que la agravan.

Tres asuntos urgentes e importantes deberían concentrar la atención y el esfuerzo político –reforma petrolera, crimen organizado e inflación– pero, de pronto, esa agenda queda borrada por la incongruencia, la frivolidad y la incapacidad.

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En el capítulo de la reforma petrolera, la interrogante que el Gobierno y los partidos políticos nomás no responden es si, en verdad, les interesa o si, ante la imposibilidad de tomar un solo tema en serio, despilfarran el tiempo en espera de la próxima elección.

En el curso de estos días, el desencuentro al interior del perredismo configuró un cuadro de esquizofrenia. En tan sólo una semana, esa fuerza impulsó tres propuestas: entablar un diálogo interpartidista para acordar una reforma petrolera de conjunto, impulsar una consulta popular cuyo cuestionario supone la respuesta y, luego, condicionar aquel diálogo al retiro de la iniciativa presidencial.

La primera propuesta corrió por cuenta del presidente interino José Guadalupe Acosta Naranjo que, a todas luces, carece de la legitimidad –¡vaya término tan comprometedor!– necesaria para hablar a nombre de la organización. La descalificación de esa idea no descabellada del todo corrió por cuenta de Andrés Manuel López Obrador que primero quiere la consulta y luego lo que sigue. Y, más tarde, el condicionamiento del diálogo salió del ronco pecho de Ruth Zavaleta que, se entiende, es afín a Acosta Naranjo.

Todas y ninguna de esas propuestas pueden tomarse en serio porque, en el fondo de ellas, subyace el profundo desacuerdo al interior del perredismo. Mientras esa fuerza no resuelva los términos de su relación interna y de su dirección, cuanto diga o proponga quedará sujeto a la duda ciudadana o, bien, al empujón, al descontón o al agandalle de alguna de las corrientes que disputa el control de un partido que se desmorona.

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Por el lado del panismo y su Gobierno, la situación no es mejor: el desgano en la defensa pública de la reforma petrolera hace pensar que esa iniciativa es más un pretexto que una prioridad.

Es posible, desde luego, que ese manifiesto desgano oculte el esfuerzo por privatizar el debate. Si así se explica esa impresión, la divisa calderonista sería: a la raza, un spot; a la casta, un beso mortal. Como quiera, la postura oficialista a veces deja sentir que sin reforma no hay futuro, pero a veces deja sentir que si no hay reforma, pues, ni modo.

Lo evidente es que la conducción gubernamental de la reforma petrolera ha sido de una torpeza infinita. Desde el titubeo en su lanzamiento hasta la incapacidad para definir al interlocutor oficial, el ritmo y la agenda de esa reforma los ha impuesto Andrés Manuel López Obrador que, una y otra vez, ha colocado al Gobierno contra las cuerdas sin que éste recupere la iniciativa política.

A cada error en la conducción, el panismo agrega uno cada semana. Si a la queja presidencial de que en el Senado no se debatía su propuesta se le pasó que el mismísimo dirigente de su partido se desinteresó de ella cuando participó en el foro, a la prematura declaración electoral de guerra contra el priismo se le pasó que el enemigo de mañana es el aliado hoy. Y, ahora, el manifiesto desdén oficial por la consulta popular se contradice con la campaña por el “Sí” emprendida por la libre y entusiasta dirigente local del panismo, Mariana Gómez del Campo.

Lo más gracioso del asunto es que, en el ámbito mediático, tiene más espacio la acusación del presidente del Senado, el panista Santiago Creel, contra el dirigente de su partido, el panista Germán Martínez, por haberlo removido como coordinador parlamentario. Todo mientras el ex dirigente panista, Manuel Espino, exhibe al presidente de la República, el panista Felipe Calderón, como un concertacesionista. ¿Dónde quedó la reforma petrolera? Quién sabe.

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En medio de esa compleja situación, donde el destino de la reforma petrolera está en duda, el priismo juega a posicionarse sin desmadejarse.

El tricolor hace suya la teoría panista de la victoria cultural. Presume que, desde la Oposición, concreta su programa de acción pero, al día siguiente, da marcha atrás asegurando que la reforma petrolera no supondrá la renuncia al nacionalismo-revolucionario que todavía lo tienta.

Así, al son de las contradicciones, el priismo se incorpora a la gran corriente nacional del disparate.

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El descuido de la reforma petrolera podría hacer pensar que, en realidad, la gran prioridad nacional es el combate al narcotráfico que, día a día, desafía al Estado mostrando su capacidad de fuego, su creatividad logística y, desde luego, el incremento de la violencia que golpea de más en más a la sociedad.

Coches-bomba, embarcaciones semisumergibles, misiles antiaéreos y antitanques aparecen en la escena y, ante eso, ¿cuál es la gran preocupación de los legisladores? Saber si Guillermo Valdés escucha sus conversaciones telefónicas y los espía. El empeño de los legisladores no está puesto en indagar cómo andan los servicios de Inteligencia en el combate al crimen, sino en reclamar la destitución del director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional por inmiscuirse en la vida del Congreso.

La desmesura, sin embargo, es debidamente correspondida por el propio funcionario cuestionado. Ahora resulta que el hombre con gabardina que debería actuar con la mayor discreción y sigilo posibles es el que más aparece en los medios nacionales y extranjeros. El director del Cisen no desperdicia oportunidad para echarle declaraciones incendiarias al fuego de artificio que tanto fascina a los parlamentarios.

Ni los dirigentes partidistas meten en cintura a los legisladores, ni el jefe del director del Cisen se interesa por llamar a capítulo a su subalterno. Más de dos semanas lleva ese asunto en la escena y no se ve cuándo pueda agotarse el tema.

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Ante tales disparates y frivolidades podría darse por bueno que, en realidad, la preocupación y la ocupación política mayor se concentran en la cuestión económica que, en silencio, amenaza de manera creciente la situación nacional.

Inflación, desempleo, carestía de alimentos en plena temporada de huracanes se presentan como los jinetes del Apocalipsis que, de pronto, se ven llegar en el horizonte. Pero, en ese campo, no hay por qué inquietarse. Todo está bajo control.

En ese frente está el dúo del bienestar o, conforme a la moda sexenal, los garantes de Vivir Mejor: Eduardo Sojo y Alberto Cárdenas Jiménez. Una mancuerna cuya actuación firme, oportuna, atinada y decidida ha dado muestra, una y otra vez, de cómo traen controlada la situación. El resto de la clase política se puede interesar en lo que quiera porque, en materia económica y alimentaria, el futuro está garantizado.

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Si como antes, pero sin querer la agenda se integra de ocurrencias, va una muy oportuna: integrar la Comisión Investigadora de los Resultados Olímpicos Obtenidos en Beijing. Estamos muy a tiempo y, después de todo, no hay mucho que hacer.

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Correo electrónico:

sobreaviso@latinmail.com

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