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Contraluz / EL SABOR DE LA NAVIDAD

Dra. Ma. Del Carmen Maqueo Garza

¿A qué sabe la Navidad? Me quedo pensando, me echo un clavado en el arcón de mis memorias y encuentro un montón de respuestas que como abalorios tomo entre mis manos para contestarme: La Navidad sabe a regalos de todas formas y tamaños envueltos con papeles multicolores bajo un árbol iluminado el veinticinco en la mañana; la Navidad sabe a risas y a chocolate... sabe a buñuelos y ponche, a cacahuates y a colación.

La Navidad huele a canela y a mandarinas; a clavos, piloncillo y champurrado. Es una emoción contenida a lo largo de muchos días que explota de improviso como hacen los juegos pirotécnicos vistos a la distancia, con ese sabroso olor a pólvora quemada que habla de fiesta. Me viene a los sentidos el rastro de las velas multicolores con las que pedíamos posada puerta por puerta hasta llegar gozosos a aquello de “entren santos peregrinos” en casa de Amadita Zertuche, en las tardes de mi infancia.

La Navidad tiene sonidos como el del papel celofán rojo o verde, o amarillo, bajo el cual se ocultaban sabrosos confites para la cena del veinticuatro. Es como el chillar discreto de las luces de bengala que encenderíamos una tras otra hasta acabar con las diez de la cajita. Otros sonidos que evoco son los zumbidos de los cohetes; las campanas de catedral llamando a misa de gallo; las gargantas mañaneras cantando el Kyrie Eleison en la misa de siete.

La Navidad es una fiesta a los ojos: Esferas; colores; luces titilantes; niños norteños que piden al buen hombre barbado un juguete; niños capitalinos que prefieren esperar a los tres reyes magos en la Alameda para entregar su lista de regalos.

La Navidad son los nacimientos vivientes con un José y una María de carne y hueso, un niño de plástico envuelto en pañales, y un asno manso y lento, y detrás de ellos la comitiva que pide posada puerta por puerta por las calles empedradas del pueblito. Es aquel sabroso olor a tamales con que se festeja cada tarde a las seis, después de la procesión y el rosario, la llegada próxima del Niño Dios.

Navidad es aquella explosión visual de nochebuenas cuyo colorido parece herir las pupilas; es la increíble combinación de flores que deriva en colores y formas difíciles de imaginar, como si cada invierno se reinventaran a capricho.

Navidad es salir de vacaciones, o simplemente ir a algún sitio cercano a ver el campo emblanquecido; enfundarse gorro, bufanda y guantes para jugar con la nieve; es dejarla de lado cuando la humedad congela los dedos. Es poder levantarse a deshoras y acostarse igual sin que nadie proteste; es hacer cosas que durante doce meses no está permitido hacer, y comer aquello que el resto del año apenas sí se prueba.

...La Navidad sabe a reuniones familiares en donde grandes y chicos refuerzan los lazos que los unen; es participar al grupo familiar de lo habido a lo largo de un año, y recibir aplausos y congratulaciones. Es proponer tareas conjuntas que a la vuelta del tiempo habrán cristalizado.

...Navidad sabe a fiestas en las cuales campea la alegría, llenas de música, serpentinas y “espantasuegras”, que tienen por regla la diversión de inicio a fin. Es anticipar la llegada de la temporada a partir del momento cuando en las banquetas comienzan a vender heno y musgo; peregrinos, portales y estrellas de Belén de papel brillante. Es aquel olor profundo del pino natural que en mi caso personal mueve emociones muy propias de la temporada.

Navidad es asombrarse y alegrarse; es cantar y divertirse. Navidad es luces en el cielo, y en la casa, y en las tiendas, y en el templo... Es practicar la armonía con los familiares y amigos; es prodigarse cuidados y buenos deseos para el tiempo entrante.

Navidad es volver a ser niños, dejarse arrobar; es reír nada más porque sí y es cantar sin tapujos aunque no seamos nada entonados. Es disfrutar aquel plato de tamales libres de la preocupación de correr a la báscula de inmediato y llenarnos de culpas; es esperar que bajo el árbol aparezcan muchos regalos como cuando éramos niños.

Navidad es olvidarse del reloj y de la agenda; es replegar de nuestra vista las malas noticias de los diarios y los noticieros por un rato y dejarse llevar por las historias mágicas que se cuentan una sola vez durante el año. Es hacer cosas simples y divertidas sin sentir remordimiento, es volver a ser niños.

¡Feliz Navidad! ¡Felices fiestas para el corazón!

maqueo33@yahoo.com.mx

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