En lo personal me considero muy afortunada de ser mexicana: He nacido en un suelo de grandes contrastes en el cual las diferencias más marcadas hallan un modo gracioso de convivir. Es un territorio en el cual tenemos todos los climas y se encuentran todas las culturas, las traídas del Viejo Continente se integran a las tradiciones y costumbres de nuestros abuelos indígenas, dando por resultado una interesante gama de elementos preciosos que generan orgullo patrio.
Por desgracia en algún punto del camino se subió a nuestro tren un pasajero incómodo llamado “descomposición”, la manzana podrida; comenzamos a aprender el modo de “hacer como que hacemos”, buscando posiciones bien remuneradas en donde el esfuerzo mínimo genere altos réditos. Esta tendencia va desde el vivales callejero, hombre fuerte y nada mal vestido que recorre distintos sectores del primer cuadro de esta frontera pidiendo dinero “porque lo acaban de echar del otro lado”, tras lo cual deja salir de su ronco pecho una historia desgarradora que le permite pasarla cómodamente sin desgastarse. Más adelante tenemos la burocracia, constituida por un gran número de elementos –siempre parecen exceder en número para las funciones a realizar- que en las diversas oficinas se van pasando la pelota unos a otros, y traen al usuario de ventanilla en ventanilla, dándole largas para resolver un problema que de entrada era muy simple. Este peloteo injustificado asegura la perpetuación de esta especie de escritorio que para nada está en riesgo de extinción.
En seguida tenemos mandos medios y superiores: Jefecitos y jefezazos que el sistema perpetúa, tantos de ellos con actitudes nefastas que lesionan los intereses del pueblo. Así encontramos a la maestra EEG con Francisco Yáñez de la Lotería Nacional, y Jorge Kahwagi de Médica Londres, que han dado la nota esta semana repartiéndose un pastel millonario. Entre unos y otros, como sardinas, nos encontramos los profesionales que tratamos de desempeñar nuestro trabajo lo mejor posible.
Por otra parte se destacan los legisladores, unas veces serenos y formales; otras dándose de sillazos, y algunas más lanzando iniciativas por demás originales. Me enteraba con cierta preocupación de una que propone que si un usuario se queja de un funcionario público, a éste lo van a reubicar, y si la queja se presenta en tres ocasiones distintas, lo van a rescindir. Si fuera para combatir esas actitudes lesivas de escritorio yo las aplaudiría, pero sabemos que no va a funcionar, porque el sistema no toca a los elementos que le permiten mantener un determinado estado de cosas.
Trabajar dentro de la medicina institucional tiene lo suyo; esta semana atendí un paciente grave a cuyo padre le di información del estado de su paciente, asegurándole que de surgir alguna emergencia, yo le llamaría. Treinta minutos después lo tenía de nuevo pidiendo información; a los siguientes treinta minutos otra vez, y así sucesivamente hasta mi hora de salida, cuando ya habíamos quedado en algo desde el principio, y yo tenía otros pacientes qué atender. Con cierto temor pensé “si la iniciativa entrara hoy, y el señor se quejara de malos tratos de mi parte por no atenderlo cada media hora, para mañana estaría yo sin trabajo.”
Y así pasa con los proyectos de ley, si no vayamos a ver la propuesta de “promesa bilateral de matrimonio” que hace el panista José Antonio Zepeda ante la ALDF. Esta iniciativa se refiere a la reparación moral en caso de incumplimiento de una promesa de matrimonio. Digo: ¿No habrá cuestiones más importantes de las cuales ocuparse?... Tenemos a las Muertas de Juárez como tema olvidado; la inseguridad pública amenaza la vida de nuestros niños; el embarazo en adolescentes se ha vuelto una realidad preocupante; las adicciones entre jóvenes dolorosamente ganan terreno; la pobreza se extiende como mancha de aceite. Si de moralidad se trata, y entendemos ésta como la tendencia al bien común, vamos enfocando propósitos y tiempos hacia rubros de absoluta urgencia que no han sido abordados con la seriedad que se requiere.
...¿O será que nos ponemos a revisar aspectos que no tengan tantas aristas?... ¿Qué al fin me pagan lo mismo si hago una u otra cosa?...
Hace un par de semanas se dio un enfrentamiento entre la CNDH y la HRW (Human Rights Watch), a raíz de la publicación del informe “La CNDH, una Evaluación Crítica”, en donde se habla de “una actuación decepcionante y conformista” por parte de Derechos Humanos, en muchos casos dando recomendaciones tibias y resoluciones unilaterales. Y yo me pregunto, ¿estarán los visitadores cayendo en el juego cómodo de “hacer como que hago”?...
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