La crisis financiera nos ha pegado en el bolsillo; el catarrito de Carstens se ha convertido para muchos mexicanos en una neumonía de focos múltiples que amenaza la estabilidad financiera del país. Todos los días nos recetamos la correspondiente parafernalia de “no pasa nada”, pero dentro del hogar cada padre de familia enfrenta a partir de ahora dificultades económicas adicionales. ¿Qué podemos hacer los ciudadanos ordinarios para evitar los efectos de la recesión norteamericana? Poco, como país importador es difícil sustraernos al efecto de la debacle económica en aquel país; claro, trataremos de consumir lo que el país produce, pero para hacerlo dependemos en gran medida de tecnología norteamericana que se ha vuelto cara...
Una crisis financiera como la actual nos da la oportunidad de explorarnos como sociedad, de revisar qué estamos haciendo con la preciosa materia que se llama “vida”, más allá de las cotizaciones del Dow Jones. Yo no creo en el azar, difícilmente lo que se adjudica a la suerte viene siendo una simple casualidad, de algún modo las cosas siguen una disposición que se ubica por encima de nuestras voluntades: De tal manera que el catarro complicado con neumonía nos da en el mes de octubre, época en la que se lleva a cabo en Guanajuato el Festival Cervantino, con eventos que se extienden a diversas entidades federativas. Estos programas culturales buscan zanjar distancias y llegar al ciudadano que por diversas circunstancias tiene quizás menos oportunidad de un acercamiento a las expresiones artísticas de creadores e intérpretes.
Pero volviendo un poco al inicio, en cuestión de problemática social tenemos dos enfoques: La visión plana, ante fenómenos como la inseguridad, es colocar un policía en cada esquina para tratar de contener la violencia; con las cosas como están al policía lo matan o lo corrompen, y aquella aparente solución caduca. La visión multidimensional, este fenómeno de inseguridad tiene un origen más complejo que no voy a atajar reforzando los cuerpos de seguridad. Que el narcotráfico se haya disparado; que la vida humana se tenga por tan poca cosa como para abortarla o aniquilarla en automático tiene raíces antropológicas que no estamos abarcando mediante la visión en un solo plano. Hay que ir a escudriñarlas, tratar de entenderlas y comenzar a combatirlas muy por debajo de la superficie; los problemas de inseguridad de hoy se gestaron en miles de hogares desde tiempo atrás, y tienen un origen multifactorial; buscarles una solución efectiva no está en la sujeción por la fuerza sino en la modificación a largo plazo de factores de riesgo, en la educación.
¿Que qué tiene que ver todo esto con el Cervantino de Guanajuato?... ¡Muchísimo! Generar un acercamiento de la población a la cultura es dar oportunidad a esos ciudadanos de conocerse a ellos mismos; el arte me muestra una visión más profunda de los acontecimientos de cada día; mediante cualquiera de sus manifestaciones se me plantea un problema, el autor me propone caminos, pero finalmente yo elijo el mío, de este modo exploro alternativas de solución propias. Asistiendo a estos eventos me doy la magnífica oportunidad de escudriñar mi yo interno, esto es, conocerme y estar en capacidad de hacer propuestas personales para resolver un problema común a todos.
En muchos casos la palabra “cultura” genera temor y resistencia, muchas veces tan intensos que impiden a un adulto aproximarse a las Bellas Artes; el niño por su parte se acerca sin prejuicios... allí inicia todo un proceso educativo que a largo plazo derivará en mejores sociedades.
Recientemente estuve en los eventos de la XI Feria del Libro de Saltillo; un ambiente de exaltación de la palabra escrita genera muchas impresiones muy gratas. En aquella fiesta me vino a la mente una acotación muy personal: “No es posible leer un libro y no comenzar a ser una mejor persona”. Esto es, el libro actúa a manera de espejo frente a mis propios pensamientos, revisa mis motivaciones... amplía y diversifica mi percepción de todo aquello que me rodea, y finalmente me ofrece un abanico de herramientas para resolver un problema. Las obras literarias expanden mi visión del mundo, del ser humano en forma total, enriquecen el conocimiento de mí mismo; claro, esto digo yo, enamorada de la palabra escrita, pero igual obra para cada manifestación cultural que hace propuestas, genera identificaciones, y hermana esfuerzos.
Estaremos en vías de resolver nuestros problemas cuando tengamos gobiernos que entiendan que la educación es la única inversión segura, la llave mágica para acceder a sociedades que sean capaces de proveer satisfacción ciudadana a cada uno de sus individuos en todo tiempo y en todo lugar.
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