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Contraluz / MÁQUINAS DE LA MUERTE

María del Carmen Maqueo Garza

Me había prometido dar una tregua a mi maltrecha palabra escrita y no hablar hoy de la muerte que ha venido colándose sigilosa y pertinaz en las últimas colaboraciones. Me prometí –por salud mental- no abordar los tristes acontecimientos de esta semana, las dos masacres escolares en los Estados Unidos; los atentados mortales en oriente; la explosión del aprendiz de terrorista en la Ciudad de México... pero no puedo. Ella burlona me restregó en la cara mis cándidas intenciones e hizo que me comiera una a una mis palabras... pero es que no puedo callar, no esta vez.

La pequeña no había cumplido los dos años de vida y murió; no debía de haberlo hecho, sin embargo murió de una forma espantosa, pagando yo no sé qué terribles culpas de la humanidad. La quijada del animal con una fuerza de 800 kilogramos por cm2 le atravesó con singular fiereza los huesos de la cara y la zangoloteó contra el suelo como muñeca de trapo; los intentos del dueño por hacer que la soltara habrán resultado en una mayor fuerza de la mordedura, según dicen los expertos. No la dejó escapar hasta que fue terminado por un objeto punzante que le atravesó el vientre, pero para la pequeña ya era demasiado tarde; la vida se fue escapando poco a poco, hasta que horas después aquel rostro desecho halló la paz que nadie habría de volver a robarle.

El escenario en torno a la niña semiinconsciente es el de un canto de Dante; la madre privada y ausente; la abuela tratando de no perder la cabeza; el abuelo abatido; aquella carita de bebé abotagada y suspirosa. El personal médico actuando con precisión y rapidez, para acallar a todos aquéllos que dicen que la Medicina Institucional apesta. En quince minutos la niña estaba en quirófano en manos de expertos que se aplicaban a lo que saben hacer. Pero la suerte estaba echada desde tiempo atrás, desde antes de que la pequeña viniera al mundo...

American Pit Bull Terrier: El origen del Pitbull se halla en Inglaterra en el siglo dieciocho cuando se fomentaba un tipo de lucha denominado “bull baiting”, en el cual peleaban perros y toros. A la vuelta del tiempo, cuando este tipo de diversión fue prohibido, apareció la modalidad de peleas de perros, hacia 1835, con el surgimiento de algunas variantes para el ataque mediante cruzas diseñadas por el hombre, durante la Segunda Guerra Mundial.

Según los expertos es más factible que un perro de pelea sea provocado por un niño que por un adulto, pues en el caso del primero su imprudencia y tamaño lo hacen ver como una presa, que lleva al animal a atacar. La carga genética del can posee características de lucha que apenas un entrenamiento hecho por un experto puede desactivar y modular. Pero aquí es donde empiezan los problemas en nuestro país; no en cualquier ciudad hay escuelas de entrenamiento, y si las hay son costosas. Entonces tenemos a muchos individuos que adquieren hasta varios ejemplares de perros de pelea sin tener el debido conocimiento de su origen, peligrosidad y modo de entrenamiento; un buen número parece hacerlo por “status” social. Otros los tienen como perros guardianes, algo que los expertos no recomiendan, y además los pasean sin bozal en sitios inapropiados como son calles, plazas y jardines. Luego no nos sorprendan los accidentes...

El día de hoy, mientras me documentaba acerca de estos animales para la presente colaboración, aprendí varias cosas sobre un tema que no me apasiona pero sí me quita el sueño. Se menciona que el adiestramiento en las primeras ocho a doce semanas es crucial para el comportamiento futuro del animal. El perro bien acondicionado aprenderá a convivir con sus dueños, aunque éstos deben de asumir la responsabilidad plena del daño que el perro llegue a infringir. Además los expertos nos indican qué hacer y qué no hacer en caso de un ataque; nos desalientan a golpear al animal lo que sólo aumentará la fuerza de la mordida, y sugieren una buena alternativa en caso de ser agredidos, el gas pimienta rociado directamente a los ojos del animal, cuidando solamente la dirección del viento para que no nos llegue a nosotros. Habrá que tener en cuenta además el temperamento del dueño que puede reaccionar irracionalmente al momento de repeler nosotros la agresión del can.

Máquinas de la muerte, un elemento más en el concierto de peligros que amenazan a nuestros niños. Algo más que ellos deben de aprender a manejar desde la cuna.

maqueo33@yahoo.com.mx

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