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Contraluz / MEDICINA EN EL LÍMITE

Dra. Ma. Del Carmen Maqueo Garza

Todo tiene un límite; que las acciones de la fuerza pública en contra del narcotráfico pongan en riesgo a nuestros niños pequeños marca ese límite.

Sucedió en Tijuana, pero igual pudo haber acontecido en cualquier otro punto del territorio nacional, de este suelo que se aleja cada vez más de la “Suave Patria” de López Velarde. Un jardín de niños queda en medio del fuego cruzado entre fuerzas del narcotráfico y autoridades, habiéndose entablado una lucha de poder encarnizada entre ambas, el panorama circundante pasó a un obligado segundo término. Intervino el ejército para movilizar a buen resguardo a los menores, pero no sin riesgo para la vida de cada uno de ellos; como pediatra imagino el choque emocional que vivirían los infantes, la angustia recurrente que habrá de marcarlos; puede leerse en sus rostros la sombra de la muerte.

El gobierno federal ha hecho público su propósito de una lucha sin cuartel en contra del narcotráfico; los ciudadanos comunes aplaudimos la iniciativa aunque temblamos con la cruenta respuesta que ha dado la delincuencia organizada a estas medidas. Lo acontecido esta semana da pie a un serio un examen de conciencia para la autoridad, un llamado de atención para que las acciones que se emprenden en contra de este cáncer social sean coordinadas, y por encima de todo obedezcan una máxima que se utiliza en Medicina: “Lo primero es no hacer daño”. Y también aplicando términos científicos, hacer una Medicina basada en evidencia que parta de los hechos para documentar un diagnóstico, el tratamiento, y la prevención correspondiente.

Vivir en la franja fronteriza me da elementos adicionales para emitir una opinión; soy una ciudadana común que de alguna manera se topa con acciones preventivas que en ratos se antojan poco adecuadas, dando la impresión de que se aplican tratamientos a la población equivocada.

Para la temporada navideña viajé en compañía de mis hijos al interior del país para ver a la familia; de regreso no falta qué no cargue uno de más. A poco más de cincuenta kilómetros de la franja fronteriza hay un puesto militar que hace revisiones “aleatorias”, con una eventualidad que no acabo de entender porque pase yo en vehículo propio, en transporte colectivo o a lomo de mula, me ha de tocar revisión. Luego de abordarnos como delincuentes potenciales, fusil en mano, y espetarnos el discurso de que por la propia seguridad nacional, etcétera, etcétera, proceden a una revisión manual, minuciosa y completa de los equipajes personales. El que yo trajera una maleta extra fue suficiente motivo para que mis bolsas de zapatos tomaran formas sospechosas, y luego de ello me interrogaran que dónde vivo y a qué me dedico. En el tiempo que me ha tocado pasar estas revisiones el mayor delito que he visto que se consignara -y habría que analizar si justificadamente o no-, es el de hombres jóvenes que no pudieron comprobar su identidad, lo que por cierto contraviene el artículo once de la Constitución, que a la letra dice: “TODO HOMBRE TIENE DERECHO PARA ENTRAR EN LA REPÚBLICA, SALIR DE ELLA, VIAJAR POR SU TERRITORIO Y MUDAR DE RESIDENCIA, SIN NECESIDAD DE CARTA DE SEGURIDAD, PASAPORTE, SALVO-CONDUCTO U OTROS REQUISITOS SEMEJANTES”. Pero en fin, concediendo a la autoridad la facultad judicial que el mismo artículo otorga de verle cara de sospechoso a alguno, suponemos que esta revisión minuciosa equivale a peinar los accesos fronterizos y evitar que pasen productos o mercancías que no deben de pasar, sin embargo los vecinos norteamericanos siguen incautando considerables cantidades de droga. Yo me pregunto entonces ¿cómo llegó hasta acá? ¿No será momento de que la autoridad revise sus estrategias de detección?... Ah, y por cierto, a la hora de cruzar al vecino país del norte los norteamericanos jamás me han visto facha de delincuente en potencia como mis propios paisanos lo hacen.

El narcotráfico es la gran epidemia que ha crecido de manera desproporcionada por una grieta en el sistema; corresponde a las autoridades de gobierno poner sobre la mesa los avances que la enfermedad registra hasta ahora, y planear una estrategia que vaya hasta el fondo del problema. Como se hace en Medicina cuando hay brotes infecciosos graves, tiene que establecerse un plan de contingencia y de ataque frontal; de este modo se extinguió la viruela en el mundo hace treinta años; de este modo se ha agotado la malignidad del virus de la poliomielitis; de este modo se combate el sarampión, mediante una Medicina con resultados basados en evidencias. Como nación no podríamos perdonarnos un ensayo-error por el que haya que pagar un precio de holocausto con la sangre de nuestros niños, eso sí que no, bajo ninguna circunstancia.

maqueo33@yahoo.com.mx

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