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Contraluz / PRIMUM NON NOCERE

María del Carmen Maqueo Garza

Los problemas asociados al sobrepeso y a la obesidad en nuestro país arrojan estadísticas preocupantes; la medicina organizada diseña estrategias de prevención y combate de un problema metabólico serio, particularmente dentro de la población pediátrica. En Coahuila el Sector Salud y la Secretaría de Educación se han dado a la tarea de trazar un programa conjunto para la detección temprana de niños con riesgo.

La globalización ha tenido su penetración en los hábitos y costumbres de la población, se han adoptado patrones provenientes del exterior con resultados deletéreos para la salud; por una parte surgen problemas de obesidad mórbida con su cohorte de patologías asociadas, y en el otro extremo se disparan la anorexia y la bulimia, trastornos alimentarios paradójicos, generados por las presiones sociales en torno al peso corporal.

Se han emprendido diversas campañas de concientización cuya difusión masiva impacta los comportamientos sociales; a partir de ellas surgen nuevos conceptos como son la vigorexia para calificar a la persona adicta al ejercicio, o la potomanía para la adicción al consumo de agua embotellada. Se apela tanto a la imagen física como al bienestar interno, y van apareciendo nuevas patologías que vienen a insertarse entre las ya existentes, volviendo más complejo el abordaje de unas y otras.

Hace unas cuantas semanas se echó a andar una iniciativa conjunta del IMSS y Televisa denominada: “¿Cuánto quieres perder?” reality show en el cual dos grupos de contendientes compiten en condiciones controladas por cumplir una meta de pérdida de peso. A partir de ello el IMSS ha extendido programas abiertos a la población cuyo propósito es alertar a los derechohabientes con relación a los riesgos potenciales de salud asociados al sobrepeso y la obesidad.

En nuestro Estado el ejecutivo se ha propuesto llegar a las aulas de educación básica y media para establecer gráficas de peso y talla de los niños, y acciones específicas en los grupos que lo requieran. Aquí es en donde yo como pediatra veo un problema grave que en una primera ojeada no parece estarse tomando en cuenta.

Con relación al sobrepeso y a la obesidad se han detectado una serie de elementos cuya combinación deriva en un metabolismo ganador de grasa corporal, desde genes específicos que establecen el riesgo en grupos familiares; trastornos de la pared gástrica; desequilibrios emocionales, y lo que ya tiene que ver específicamente con patrones alimentarios y de actividad física. Aquellos conceptos televisivos de que el gordito del grupo es el graciosito que siempre va comiendo algo, o los mitos de que el obeso tiene hipotiroidismo, han quedado en los archivos muertos del pasado. Hay un trastorno químico con carga genética y factores desencadenantes en los estilos de vida actuales. Ciertamente se requieren programas de aplicación inmediata, uno de ellos tiene que ver con pesar y medir a todos los escolares del Estado; establecer grupos de riesgo, y aplicar programas específicos de reducción de peso en aquellos niños que lo necesiten. En el entendido de que son problemas multifactoriales que demandan un abordaje multifactorial si queremos combatirlos de fondo.

Lo primero en Medicina es no hacer daño; si para dar cumplimento a un programa voy a señalar públicamente a los niños con sobrepeso, los voy a fiscalizar durante el recreo si se comen un cacahuate, y voy a dar pie a una cacería de brujas en los que sus compañeros sean los perseguidores, el programa no va a funcionar. Con estos procedimientos se estará lesionando repetidamente la autoestima de aquel pequeño entre la burla y la satanización del grupo, y el perverso gozo colectivo si ese chico no bajó lo que se esperaba que bajara de peso... “Primum non nocere”, evitar los efectos colaterales dañinos de una intervención médica; en torno al pequeño con problema de sobrepeso del que va a llevarse un registro necesita crearse un ambiente profesional de discreta intervención, respeto hacia su intimidad, y reconocimiento de sus avances. Se trata de un ser humano con sentimientos, cuya pequeña persona está poniendo todo de lo que es capaz para alcanzar una meta; con ilusiones y angustias propias que merece empatía, y no como habitualmente lo abordamos, sacando quién sabe qué oscura vena de nuestro interior.

La anorexia y la bulimia que han cobrado preciosas vidas de muchos adolescentes son la cara trágica frente a la presión social por estar delgado. Es terrible ver que una chica de quince años se deja morir porque se comió una uva y se puso “gorda”, cargada de culpas inimaginables que consumen su espíritu.

Primum non nocere: Programas con una base científica, una ejecución profesional de altura, pero por encima de todo con respeto y estima a la persona del niño, es lo menos que se espera de quienes hoy diseñamos un futuro a la altura de lo que él merece.

maqueo33@yahoo.com.mx

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