Fin de año, tiempo para emprender un recuento de lo andado a lo largo de estos doce meses y así recomponer el rumbo; medir la distancia entre el nacimiento de mis sueños y la cristalización de los mismos. Pero sobre todo ocasión para dar gracias al cielo por un año más de vida con todas sus vicisitudes, un período que en sus diversos momentos constituyó una constante ocasión de crecimiento personal.
Veo el camino que he andado, veo el de mis compañeros de marcha, y me doy cuenta de que he tenido las mismas o hasta más oportunidades que ellos para aprender a ser una mejor persona, aunque no necesariamente las supe aprovechar.
Hoy quiero dar gracias al cielo por mis capacidades propias, ha sido por ellas que he tenido la posibilidad de servir a otros de una manera personal y única, haciendo aquello que sé hacer con destreza.
...Pero también me siento agradecida por mis limitaciones, por la merma en ciertas funciones que me llevó a batallar más que otros para cumplir determinadas tareas; ello me permite recordar el valor de respetar la dignidad de las personas, independientemente de su condición.
Soy bendecida por contar con una familia, mi permanente apoyo en los ratos difíciles, cuando todo pareció venirse abajo y hasta el suelo se sintió temblar. Han sido solamente ellos con sus palabras de aliento, con sus silencios solidarios, pero sobre todo con su presencia reconfortante, que me han permitido salir adelante.
Muy en especial doy gracias por los amigos, por esas personas que han elegido hermanarse conmigo por voluntad, sin que medie lazo de sangre alguno. Ellos que se hacen presentes en las alegrías para aumentarlas, y en las tristezas para acallarlas, han hecho nido en mi corazón para toda la eternidad.
Asimismo va mi gratitud por aquéllos que se alejaron así nada más, para tomar otros rumbos; a través de su distanciamiento he aprendido a ponderar a los verdaderos amigos, y por el dolor inflingido, hoy sé dónde buscar a Dios.
Aún cuando me cuesta decirlo: Bendigo a los enemigos que me permiten ver con claridad mis mayores errores y me mantienen atenta por el camino; porque es sólo a través del fuego como se ha de templar mi acero.
Me siento complacida por los días soleados, pero igual por las tormentas: Unos me vivifican y otros me fortalecen.
...Por la luz de los días y la oscuridad de las noches: La primera me muestra el camino, la segunda me regala un cúmulo de estrellas como guías.
Quiero dar gracias por la alegría que me hace percibir el pálpito de vida en mis venas. De igual manera por la tristeza bajo cuyo manto gris aprendo a creer.
...He tenido una salud afortunada este año, no puedo menos que sentirme satisfecha. Pero quizás más agradezca los pequeños quebrantos que me hacen recordar el objetivo último de estar en este mundo.
Gracias por la paciencia de otros que me ha abierto puertas; pero igual por la impaciencia y el enojo de unos cuantos que me van enseñando a ejercitar la prudencia.
Debo regocijarme por las palabras buenas que inspiran tranquilidad, es en ellas donde mejor encuentro reflejado el espíritu del Creador. De igual modo recibo las estridencias y los vituperios, por medio de los cuales aprenden mis labios qué evitar decir.
Bendigo a la existencia por los valles que recorro plácidamente sin mayor esfuerzo; del mismo modo agradezco las cimas que cuestan pero así premian, puesto que implican sobreponerse a la propia condición para conquistarlas.
Frente a la vida y la muerte, ¿qué queda?... Agradecer de corazón las múltiples oportunidades que he tenido de atestiguar el misterio inacabable de la vida, a través de la primavera, a través de los niños; a través del agua cantarina que brota de la piedra... Con ello he renovado mi esperanza.
...Gracias por hacerme rozar de cuando en cuando el aguijón punzante de la muerte: de este modo recuerdo a cada paso que esta vida es un simple tránsito, y que empeñar nuestros propósitos en ella es quedarnos anclados, no avanzar, y perder puerto.
Acojo las emociones positivas que inyectan vigor a los propios actos; del mismo modo recibo las negativas con su potencial de cambio personal.
Gracias por el amor recibido, pero sobre todo gracias por las oportunidades de ejercitar estas torpes manos en aprender a dar y así comenzar a amar.
...De todo ha habido; de cada momento algo bueno me llevo en la mochila de viaje para el tramo que vislumbro frente a mis ojos; la tarea, seguir adelante mientras haya vida.
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