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Contraluz / SEMBRAR HUELLAS

María del Carmen Maqueo Garza

Probablemente el ejercicio cívico de mayor importancia para sociedades y naciones sea la convivencia diaria, el trato con nuestros semejantes más próximos es el cimiento para el edificio que alberga la historia del hombre.

En esta semana se celebró el Día del Médico; en lo personal es uno de los festejos que a la vuelta del tiempo no resultan muy significativos pues se ha desvirtuado, al menos dentro de las instituciones del Sector Salud. Hay premiaciones al médico del año que no necesariamente ponderan la actuación frente al paciente, sino que se vuelven una suerte de concurso de simpatía que favorece al más popular, y no precisamente al de mejor desempeño. En lo particular me vino a la mente un Día del Médico hace casi veinte años, mi primero de casada, y recordé algo que hoy deseo compartir: Después del trabajo mi esposo me trajo a casa en donde encontré con una mesa puesta de todo a todo, flores incluidas, y una exquisitez de platillos preparados por él quien como buen antropólogo era experto gastrónomo. Aquella agradable sorpresa contenía un mensaje muy claro: “Eres importante”; quisiera volver atrás el tiempo y poder decirle cuánto bien me hizo su gesto, pero nos zanja el abismo insondable de la muerte.

Volviendo al inicio, aunque los seres humanos damos poca importancia a las emociones, éstas juegan un papel crucial a lo largo de nuestra existencia; son proveedoras de energía mental y facilitadoras para las acciones de cada día. A partir de la concepción de Inteligencia Emocional como herramienta social que emprendió Goleman en su libro “La Inteligencia Emocional en la Empresa” en 1995, es cuando la sociedad comienza a conceder un peso a las emociones que rigen nuestra vida. Mucho se ha escrito en estos últimos años sobre el tema, y es cada vez más reconocida la relación entre el estado de ánimo y los resultados en nuestro desempeño diario.

Esta vez acapararon mi atención un par de enunciados: “Ser necesario/Ser importante”. Esto es, desde que somos pequeños se nos enseña que se requiere de nuestra participación en diversos menesteres dentro del hogar o de la escuela; ello implica que somos necesarios para el buen funcionamiento de tal o cual actividad, y a partir de esta concepción emprendemos una serie de funciones a lo largo de toda la vida. En el hogar somos necesarios para cumplir con el rol que en su momento nos corresponde; en la escuela somos necesarios en el equipo de estudio; en el trabajo somos necesarios para la integridad de la maquinaria laboral, por lo que se espera que estemos a la altura de nuestra responsabilidad y cumplamos.

Ahora bien, el concepto de “Ser importante” es muy distinto; cuando evoco aquella celebración preparada por mi esposo siento un calorcito especial como el de entonces frente al mensaje: “Eres importante” escrito en todos y cada uno de sus preparativos. Entonces pensé cuánta falta nos hace en estos tiempos, en primer lugar darnos cuenta de qué personas en nuestra existencia son importantes, y en segundo lugar hacérselos saber. El mismo materialismo que vivimos nos lleva a valorar a los demás de acuerdo a qué tan indispensables son en nuestra vida; los procuramos y los cuidamos para cubrir nuestras necesidades, pero poco o nada nos detenemos a salir del círculo personal para ver las cosas desde fuera, entender que quienes están a nuestro lado lo hacen porque quieren y no por obligación, y que lo menos que podemos hacer es hacerles saber que son importantes para nosotros.

Saberme necesario me vuelve responsable, me esfuerzo por cumplir para sacar adelante un trabajo. Por su parte saberme importante me inyecta entusiasmo, en este estado encuentro placer al trabajar.

Ser necesario implica disciplina, y en no pocas ocasiones saberme necesario en muchas cosas a la vez se convierte en una carga que al final desgasta. Ser importante me hace sacar de no sé dónde energía renovada para seguir mi camino con un canto en los labios.

Ser necesario me lleva en el mejor de los casos a cumplir en tiempo y forma, y al final de la ruta partir sin cuentas pendientes. Ser importante para el ser amado me lleva a evocarlo más allá del tiempo y la distancia, más allá de la muerte...

Ser necesario me permite cumplir con el mundo; ser importante me lleva a creer que el cielo existe.

Ser necesario/Ser importante: Dos maneras de abordar la vida: Andar caminos o hacerlos, sembrando huellas para la historia...

maqueo33@yahoo.com.mx

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