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Contraluz / UNA VUELTECITA DE TUERCA

María del Carmen Maqueo Garza

La que concluye será para los mexicanos una semana que se recordará en los años por venir: En un siniestro aéreo ocurrido la tarde del cuatro de noviembre muere Juan Camilo Mouriño junto con un grupo de funcionarios que le acompañaban, entre ellos José Luis Santiago Vasconcelos. En el caso de ambos políticos tenían muy bien definida una línea dura en asuntos de seguridad pública.

Mucho se ha venido hablando con relación al origen del desplome del avión en plena zona urbana del Distrito Federal; desde el primer momento se ha enfatizado en la versión “oficial a priori” del accidente, aunque de muchos modos el mismo ejecutivo ha permitido que se filtre su sospecha de una intervención dirigida, cuya autoría se supondría proveniente de los capos de la droga en nuestro país. Asimismo desde el inicio se ha criticado la candidez de los cuerpos de seguridad nacional para no evitar que dos funcionarios de primerísimo nivel viajaran en una misma nave, algo que seguramente no volverá a repetirse.

Perdieron la vida ciudadanos inocentes; madres y padres de familia que dejan tras de su muerte dolorosas historias; perecieron funcionarios de diverso orden cuyas honras fúnebres tan desiguales para Mouriño y Vasconcelos no dejaron de poner una nota de mal gusto para los propios deudos y para la opinión pública... Pero sobre todo, y me atrevo a parangonarlo en este sentido con la muerte de Colosio en el 94, se pierde una elemental sensación de orden ciudadano que de alguna manera queríamos creer que todavía existía. Si se comprueba la hipótesis de una intervención malintencionada, estamos en problemas, nuestras medidas de seguridad no ofrecen garantía. Si se corrobora finalmente la hipótesis de la falla mecánica también estamos en problemas, pues la tecnología o la capacitación en tierra o en aire están fallando...

Ya el tiempo lo dirá, en este momento lo que vuelve a quedar en tela de juicio es la honorabilidad de quien pudo haber intervenido la aeronave para que se precipitara a tierra. Por un momento trato de imaginar la forma como las fuerzas oscuras convencen a un profesional para que ejerza su función de manera torva en perjuicio fatal de terceros. En caso de corroborarse la hipótesis del atentado, tuvieron que existir personas familiarizadas con el funcionamiento del avión que de alguna manera lo alteraron para provocar el siniestro, y habría que suponer que se corrompieron porque les llegaron al precio. Como sucede con el narcotraficante, sería el profesional de clase media, con preparación académica que va desde la enseñanza media hasta la profesional, quien pone sus conocimientos y habilidades al servicio de la delincuencia organizada; no se trata del individuo marginado que delinque por hambre, sino del ciudadano de buena posición que actúa por ambición.

En lo particular he tratado de interiorizarme en el mecanismo de pensamiento de estos personajes que abandonan la posibilidad de una vida ordenada optando por una tipo “fast track” saturada de excesos al margen de la ley. Un rasgo muy evidente es una disociación de pensamiento, algo que se viene presentando en nuestro sistema a todos los niveles, empezando por aquello de “hacen como que me pagan, hago como que trabajo”, avanzando hacia formas y grados muy complejos. De confirmarse la hipótesis de un atentado el razonamiento del autor material sería “movemos un poquito esta tuerca, total qué tanto es tantito”... Sin querer ver que ese giro va a llevar a personas vivas, sanas e inocentes a morir en un acto cruel y cobarde, a todas luces injusto... Igual vemos en caso de policías corruptos, o de jueces comprados, aún cuando saben que ese personaje al que van a dejar en libertad representa un mal para la sociedad, actúan a la sorda, fingiendo demencia o qué sé yo.... O bien quien entra en el narcomenudeo, y se justifica bajo la premisa de: “los consumidores ya existen, yo no los estoy iniciando, la droga la van a conseguir de cualquier modo, qué más da que se las venda yo y me gane unos pesos, total de cualquier forma la van a comprar”...

Ya lo dijo David Noel Ramírez, rector de la zona norte del ITESM en reciente conferencia: “El mal es mal aunque todos lo hagan, y el bien es bien aunque nadie lo practique”. Esta disociación patológica de pensamiento es un rasgo muy preocupante para nuestra sociedad que de no detener a tiempo conducirá a un caos social incontenible. Evitar su propagación no se hace por decreto, no se hace por la fuerza... se gesta en los hogares, se llama “amor a la vida”.

maqueo33@yahoo.com.mx

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