EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Convivencia incómoda

Archivo adjunto

Luis F. Salazar Woolfolk

La resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal, que en relación a las elecciones internas del Partido de la Revolución Democrática reconoce a Jesús Ortega como nuevo dirigente de dicho partido, implica diversas consecuencias dignas de comentario.

La primera de ellas se refiere al candidato derrotado Alejandro Encinas, quien el día de ayer anunció que no deja las filas del PRD, lo que implica una recomposición de fuerzas al interior de dicho partido y confirma la estrategia que mantiene un pie dentro del marco legal y otro en el terreno de la más agresiva postura subversiva que permite al perredismo operar como elemento de estabilidad y desestabilización a conveniencia.

La decisión era previsible, pues resulta impensable que Encinas y su grupo renunciaran a los recursos públicos que mantendrán en función de la negociación que implique su permanencia en el PRD, en tanto que una salida abrupta habría significado un salto al vacío en términos del principio según el cual, “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error…”.

La posibilidad del trasiego hacia el Partido del Trabajo o Convergencia no habría resultado viable, porque aquellas organizaciones tienen sus propias parcelas debidamente repartidas y un ingreso masivo de cuadros en vísperas de las elecciones federales que renovarán la Cámara de Diputados el año entrante, resultaría inconveniente.

Los perredistas han hecho lo correcto en aras de conservar la unidad, aunque nada asegura que la convivencia incómoda de las tribus garantice un buen desempeño ni en el corto ni en el largo plazo, por lo que habrá que esperar a los acontecimientos.

Al asumir la resolución del Trife que erige ganador a Jesús Ortega, el perredismo se enfrenta al reto de mantener el discurso bolchevique que manda al diablo las instituciones y considera espurio a un presidente de la República, que emana de una resolución del propio tribunal al que hoy someten el desenlace de su conflicto interno, aunque a regañadientes.

En tan incierto escenario, la invitación que hace Beatriz Paredes a los perredistas en el marco de la Internacional Socialista reunida en Puerto Vallarta, en el sentido de conformar una alianza entre el Partido Revolucionario Institucional y el PRD, que pudiera dar un golpe de timón al rumbo político del país, constituye un intento de pesca a río revuelto.

Cualquiera pudiera pensar que el primer obstáculo que deberán vencer los promotores de esta consolidación de varias fuerzas bajo una sola bandera y un solo propósito político, implica el definir lo que significa el término “izquierda” a la luz de un proyecto específico adecuado a la realidad mexicana y contemporánea.

Lo anterior implicaría tomar postura sobre los temas más importantes de nuestra vida nacional como podría ser el empleo, la productividad, la propuesta de un nuevo régimen fiscal, la educación de calidad, etcétera.

Sin embargo, tal cosa no ocurrirá. Hoy como en el pasado reciente la invitación de Paredes está orientada a la recuperación de los cuadros que trasegaron del viejo priismo a las filas perredistas, que en parte fueron causa de las derrotas del tricolor en las elecciones de los años dos mil y dos mil seis.

En ambos casos el paso de uno a otro partido estuvo determinado por un simple y llano reparto de posiciones y recursos del erario público y así será el retorno.

Correo electrónico: lfsalazarw@prodigy.net.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 394739

elsiglo.mx