“Déjame que los destruya y que borre de la
tierra hasta su nombre”.
Deuteronomio 9:14
El operativo fue inusitadamente eficaz en este país de impunidad. En la madrugada de este 2 de septiembre un contingente de la Policía Federal Preventiva liberó a una mujer y a su hijo secuestrados y capturó a 13 criminales en una casa de seguridad en el municipio mexiquense de Nicolás Romero. Dos de los secuestradores fueron ultimados; un policía, Pedro Solana de 28 años, cayó muerto y dos más quedaron heridos.
Las víctimas habían estado secuestradas ocho días. Los plagiarios exigían un rescate de un millón de pesos. La madre, de 49 años, y el hijo, de 30, fueron capturados en su propia casa por un comando armado que se hizo pasar por agentes de Policía.
Estos golpes contra la delincuencia son absolutamente necesarios si se pretende cumplir con el objetivo de disminuir el crimen y, sobre todo, el secuestro. El gran problema que ha generado la oleada de secuestros que tanto ha agraviado a nuestra sociedad es precisamente la impunidad. Poco importa la severidad del castigo si no se detiene a un número suficiente de responsables de hechos criminales.
En México se denuncian alrededor de 1.7 millones de delitos al año. La cifra negra de delitos no denunciados, sin embargo, es muy alta. El Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, el ICESI, calcula a través de encuestas con metodología internacionalmente homologada que el número real de delitos es de 13.2 millones.
Tanto las cifras oficiales como las del ICESI sugieren que los secuestros son sólo entre el 0.03 por ciento y el 0.05 por ciento del total de los delitos. El Segundo Informe de Gobierno del presidente Felipe Calderón señala que en 2007 se denunciaron 596 secuestros en el país. En el primer semestre de 2008, los 314 secuestros denunciados representan una disminución de 19.5 por ciento sobre los 390 del mismo período de 2007. Esta reducción parece ir en contra de la información en los medios, la cual sugiere que ha habido un fuerte aumento en este delito. Pero la experiencia nos dice que unos cuantos casos sonados pueden hacer que se incremente de manera importante la percepción de un delito, aun en un momento en que baja su incidencia.
Suponiendo que la cifra negra del secuestro sea igual a la del resto de los delitos, el ICESI calcula que el número de secuestros puede elevarse a 6,000 al año en el país, esto es el 0.05 por ciento de los delitos. Parecen pocos en principio, pero de ser cierta la cifra significaría que cada día se llevan a cabo 16 secuestros en México, muchos más de los necesarios para alentar el miedo que afecta a la sociedad. Aun si sólo se registran dos secuestros diarios, como señala el Segundo Informe de Gobierno, esto sería suficiente en una sociedad con libertad de medios para atemorizar a todo un país.
El secuestro, no hay que olvidar, es un crimen devastador. Un número creciente de víctimas está siendo mutilado. Los secuestros que culminan en la muerte de la víctima, según el ICESI, han aumentado en 80 por ciento en los últimos años.
El operativo de ayer en Nicolás Romero es exactamente lo que se requiere para combatir este crimen. Los agentes de la Policía Federal Preventiva sabían a lo que iban y tomaron por asalto la casa de seguridad, derrotando a un grupo de secuestradores profesionales provistos de armas de alto poder (incluyendo AK-47s). Un policía murió… y es imprescindible en este país de escépticos reconocer que hay agentes valientes y dispuestos a sacrificar la vida en el cumplimiento del deber. Pero el que las víctimas hayan salido ilesas no sólo del secuestro sino del violento operativo de rescate es particularmente positivo.
Vale la pena añadir una reflexión. La información que tengo sugiere que el operativo se llevó a cabo sin orden judicial. Como el secuestro es un delito del fuero común, podría pensarse incluso que los policías federales no tenían derecho a realizar el operativo. En su propuesta de reforma judicial el presidente Calderón pidió que se diera a las policías la facultad de ingresar a casas o locales sin orden judicial cuando se supusiera que se estaba llevando a cabo en el interior un crimen, como secuestro u homicidio. El PRI rechazó la iniciativa y se vanaglorió de haber detenido un intento del presidente por aplicar una política violatoria de las garantías individuales. El presidente Calderón, sin embargo, se queja de que los jueces se niegan sistemáticamente a obsequiar órdenes de cateo en lugares, como Sinaloa, donde el crimen organizado es muy fuerte.
Como sociedad tenemos que meditar sobre el tema. ¿Queremos que operativos como éste se sigan llevando a cabo y rescaten a víctimas como los de Nicolás Romero? Esto significa, sin embargo, que habrá casos inevitables en que policías armados entren a casas en las que no hay ningún secuestrado.
CIFRAS DEL CRIMEN
En el primer semestre de 2008, según el Segundo Informe de Gobierno, se denunciaron 840,363 delitos en el país. Sólo el 8 por ciento, 68,461, fueron federales; de éstos, el 57 por ciento es por faltas contra la salud, que no tienen realmente víctimas. Quizá estamos dedicando demasiados esfuerzos y recursos para combatir estos crímenes sin víctimas. En 2007, en cambio, México sufrió, según la misma fuente, 28,877 homicidios, 26 por cada 100 mil habitantes. España tiene 1.2 (NationMaster) y Colombia 18 (embajada de Colombia en México).