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Crisis de deuda

JAQUE MATE

Sergio Sarmiento

“Un hombre endeudado es hasta ahora

un esclavo”.

Ralph Waldo Emerson

Ayer los mercados financieros del mundo tuvieron uno de esos días de optimismo que se han hecho comunes de cuando en cuando en este año de bajas terribles. Las bolsas empezaron a subir desde Asia, siguieron avanzando en Europa y concluyeron con avances muy importantes en los mercados de América. La Bolsa Mexicana de Valores tuvo un alza de 5.41 por ciento, el índice FTSE de Londres subió 6.19 por ciento y el Dow Jones de Nueva York 3.45 por ciento.

Este optimismo desbordado, sin embargo, se fundamentó en noticias que no deberían generar ninguna actitud positiva. Por un lado, por ejemplo, se ha confirmado que el Gobierno de los Estados Unidos rescatará a cuando menos dos de las empresas fabricantes de automóviles originarias de Estados Unidos con 15 mil millones de dólares de dinero de los contribuyentes. Por otra parte, el presidente electo Barack Obama adelantó en una entrevista a Tom Brokaw de NBC que dará a conocer el próximo mes de enero, cuando asuma formalmente la Presidencia del país, un ambicioso programa de gasto gubernamental. Obama no reveló el monto que gastará, pero sí señaló que será adicional a las cantidades ya estratosféricas que el Gobierno de George W. Bush ha desplegado en sus rescates y devoluciones de impuestos en un intento infructuoso por levantar la postrada economía de su país. El presidente electo Obama dijo también que mantiene su promesa de reducir el impuesto sobre la renta del 95 por ciento de los estadounidenses, lo cual implicará otro golpe a las deterioradas finanzas públicas de la Unión Americana.

Uno puede entender el afán por arrojarle dinero al problema monumental que enfrenta Estados Unidos. Hay buenas razones para pensar que la recesión que ya está viviendo este país será la más prolongada y profunda desde la Gran Depresión de 1929-1933, la cual llevó a un desplome de 50 por ciento en la economía y a un desempleo del 25 por ciento de la fuerza de trabajo. Estas inyecciones de dinero -según la teoría keynesiana, que en un momento fue heterodoxa, revolucionaria incluso, pero que con el tiempo se ha vuelto ortodoxa y previsible- harán que la gente tenga más dinero para gastar y evitará, por lo tanto, una mayor caída de la economía del país.

El problema, sin embargo, es que la actual crisis de la economía estadounidense es producto precisamente de un gasto excesivo del Gobierno y de los residentes del país. A lo largo de los años en que George W. Bush ha ocupado la Casa Blanca el superávit de presupuesto ha sido transformado en un fuerte déficit el cual ha alcanzado un nivel de cuando menos 500 mil millones de dólares (las cifras se contradicen), cercano al cuatro por ciento del Producto Interno Bruto. Este monto, sin embargo, no considera los pasivos que el Gobierno ha asumido en el rescate de la banca, que ascienden a 700 mil millones de dólares y ahora de las empresas fabricantes de automóviles.

El gasto deficitario del Gobierno se traduce por definición en más deuda público. Por eso la deuda pública de los Estados Unidos ha alcanzado un nivel que se estima en 11 billones (millones de millones, “trillions” en el inglés estadounidense) de dólares, casi el 80 por ciento del Producto Interno Bruto de 14 billones de dólares del país. Pero además de la deuda pública, hay una enorme deuda privada que se ha venido acumulando en los últimos años como consecuencia de las bajas tasas de interés en el país y de una actitud irresponsable de los bancos, las autoridades y los consumidores. La deuda privada total, incluyendo préstamos de autos, créditos de tarjeta e hipotecas, rebasa en este 2008 los 14 billones del Producto Interno Bruto de los Estados Unidos, aunque también los cálculos varían mucho.

La solución en el mediano y largo plazo de la crisis que estamos viendo sólo puede ser una disminución en la deuda del Gobierno y de los residentes de los Estados Unidos. La recesión es, de hecho, un proceso de “desapalancamiento”, como le llaman los economistas al desendeudamiento. Ningún país del mundo puede sostener durante mucho tiempo una economía basada en el crédito. Los estadounidenses necesitan regresar a esa frugalidad, ese ahorro, que fue la base de su crecimiento durante dos siglos y que hoy es el cimiento del crecimiento de China y de otras economías de Asia.

En el corto plazo quizá las autoridades estadounidenses no tengan más remedio que inyectar dinero a la economía. Si permiten que los consumidores sigan retrayendo su gasto con la velocidad con que lo están haciendo, la economía estadounidense caerá en una depresión cercana a la de los años treinta. Hoy las autoridades necesitan inyectar una cantidad de dinero suficiente para que no se desplome la economía. Más adelante, sin embargo, será indispensable que tomen medidas para que se reduzca el gasto del Gobierno y los particulares porque nadie puede vivir indefinidamente del crédito.

EMPLEO EN MÉXICO

Las cifras de empleo sí están en la página de Internet de la Secretaría de Trabajo, aunque un poco más escondidas que antes. Mientras Estados Unidos perdió de diciembre a noviembre 1.9 millones de empleos, nosotros todavía logramos ganar 319 mil de diciembre a octubre. Pero el ritmo de avance va disminuyendo. En octubre sólo se crearon 38 mil empleos netos; de marzo a abril fueron 80 mil.

www.sergiosarmiento.com

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