Una de las congestionadas calles de Bogotá con buses y busetas, y sus altos y modernos edificios.
Avianca ofrece un vuelo placentero de la Ciudad de México a Bogotá, la capital de Colombia, y cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de El Dorado, a sólo 13 kilómetros del centro de la ciudad, recibimos la primera impresión de esa ciudad sudamericana.
Como en la mayoría de los países latinoamericanos, contrasta la riqueza con la pobreza, pero en Bogotá el centro de la ciudad es imponente con sus altos edificios, su plaza de toros, sus edificios coloniales, sus museos y viejas iglesias, y su gente cosmopolita junto a grupos de indígenas y gente del campo.
Nos hospedamos en la hostería “La Candelaria”, en el barrio del mismo nombre en la parte antigua y más pintoresca de la ciudad. Es un hotel barato y cómodo, estilo colonial, con amplios jardines. Se come bien en su restaurante “Café de Rosita”, y el encargado del mismo nos recomendó que, cuando regresáramos tarde del centro de la ciudad, lo hiciéramos en taxi para evitar asaltos y otros peligros.
Otro personaje, un viejo periodista, nos habló largamente del país, y nos dijo que Colombia es una ciudad de mito y contrastes, de coca, de narcotraficantes y de guerrillas. Pero que también es el país de Gabriel García Márquez, donde el famoso escritor situó su novela cumbre “Cien Años de Soledad”. Colombia es el único país que honra con su nombre al descubridor del Nuevo Mundo.
Pero la situación en Colombia es caótica, por lo que muchos de sus habitantes la llaman Locombia, alternando el orden de sus letras. Y es que la reputación que tiene dicho país está basada en su producción y tráfico de cocaína, marihuana y otras drogas, de sus guerrillas, y de la inseguridad pública que hay.
Colombia es un país al que van pocos turistas, no obstante que ofrece maravillas naturales y tiene ciudades encantadoras como la propia Bogotá, Cartagena, Antioquía, Medellín, Cali y Barranquilla. Posee un rico folklore, música tan variada y alegre como el merengue, la cumbia, el vallenato, la guajira y la salsa (por cierto, a las discotecas donde predomina este último ritmo musical las llaman “salsotecas” y “salseaderos”).
Y su comida es rica y variada. Nosotros tuvimos la oportunidad de disfrutarla en varios restaurantes típicos como “Las Siete Sopas”, “La Fonda Antioqueña” y “La Pola”, donde se encuentran platillos colombianos como el sancocho, el puchero sabanero, el ajiaco (sopa de pollo, tres distintas clases de papa, elote y una hierba de olor llamada guasca, con crema y aguacate); las tradicionales arepas, el arroz con coco, las empanadas (de vegetales y carne) y una diversa variedad de tamales. Por cuanto a las bebidas, el guarapo y la chicha son comunes entre el pueblo, los aguardientes Cristal y Néctor tienen buena demanda, pero todos se inclinan más por la cerveza, especialmente las llamadas Águila, Póker y Bavaria.
Como en todas las ciudades latinoamericanas, el corazón de Bogotá está en el centro de la misma, llamado Plaza Mayor, con una fuente mudéjar. Hay otras plazas importantes como la Plaza de Bolívar y la Plaza de Santander.
Por su herencia hispana, Bogotá es una ciudad donde se celebran con regularidad corridas de toros. Su plaza “Santamaría” es monumental, de estilo morisco con capacidad para 13 mil 600 espectadores. Cerca está el Museo Taurino, con fotos, pósters y todos los objetos relacionados con la fiesta brava.
También, por su herencia española, Bogotá tiene infinidad de iglesias y museos.
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