La Mulata de Córdoba a punto de escapar en el barco que pintó en la pared.
Cuando se visita una ciudad por primera vez se suelen conocer muchos de sus aspectos turísticos, pero hay otros que nunca llegan a saberse, y que muchas veces desconocen hasta los nativos de la misma.
Ejemplo de tales cosas ignoradas son las leyendas que circulan entre los habitantes de cada ciudad, y que forman parte de su ambiente y de aspectos algunas veces históricos, anecdóticos, o de simple fantasía. Pero están allí y han vivido durante muchos años. En algunas ciudades, se organizan tours por lugares misteriosos, casas de fantasmas, y de fenómenos paranormales.
La leyenda de la Mulata de Córdoba, en la ciudad del mismo nombre, en el Estado de Veracruz, es una de las más antiguas y arraigadas en la cultura popular.
Se dice que en la época de la Inquisición, una bella mulata llamada Mercedes (o Soledad), fue acusada de hereje, pues se afirmaba que además de llevar una vida bastante alegre tenía pacto con el Diablo, aunque para despistar iba a misa todos los días. Martín de Ocaña, alcalde de Córdoba, se enamoró de ella y le ofreció mil riquezas, pero la joven lo ignoró y el alcalde, ofendido, la acusó de herejía, ordenó arrestarla, y dispuso su encierro en el Castillo de San Juan de Ulúa en el puerto de Veracruz, mientras era quemada en la hoguera pública de la Inquisición.
Encerrada en su celda, la mulata pasaba muchas horas dibujando en la pared con un trozo de carbón. El día de su ejecución, el celador que entró por ella para llevarla a la hoguera quedó sorprendido del dibujo que la prisionera había hecho. Era un barco con todos sus detalles y las velas desplegadas. La prisionera, ante la sorpresa del guardia, le preguntó si pensaba que le faltaba algo a aquel dibujo, y el hombre respondió: “¡Sólo navegar!”. La mulata le respondió entonces: “Pues mira cómo navega”, al tiempo que de un salto abordaba la nave que, impulsada por un viento que comenzó a soplar de pronto, condujo a la nave fuera de la celda y desapareció.
En la ciudad de Aguascalientes hay también una leyenda que sorprende a todos, pues relata que en la época colonial una rica familia adoptó a un gato negro como mascota, con el que los niños de la casa jugaban todo el día. Aunque el animal era hogareño, a veces se escapaba y regresaba días después. En una ocasión volvió enfermo cundo los niños no estaban en casa, y poco después murió. Los papás de los pequeños, para no darles la triste noticia, ocultaron el cuerpo del felino en la azotea.
Cuando los niños preguntaron por su gato, los papás les dijeron que no había vuelto de sus correrías habituales. Esa noche, mientras todos dormían, los despertó una extraña música proveniente de la azotea. El padre y uno de los peones subieron a ver de qué se trataba, y vieron a cuatro felinos negros que tocaban salterios y violines alrededor del gato muerto. Reanimado por la música, el gato que había muerto despertó de pronto, se incorporó de un salto, y en compañía de los demás gatos se alejó bailando por las azoteas de las casas vecinas. Los vecinos dicen que se trataba de pequeños duendes disfrazados, pero en noches de luna llena muchos habitantes de Aguascalientes aseguran escuchar música, maullidos y brincos provenientes de sus azoteas, aunque no ven nada.
Entre la mayoría de los campesinos de México y de otros países hispanoamericanos, existe una leyenda de la época prehispánica, que habla de unos pequeños duendes llamados chaneques o aluxes, que aparecen de noche en los campos a hacer travesuras, tirar piedras contra las ventanas, esconder piezas de trabajo de los agricultores, chapotear en los charcos, y a veces retozar entre las milpas causando algunos daños a las mismas.
Pero si se les trata bien, son grandes aliados de los agricultores y los ayudan a limpiar y a alejar las plagas, por lo que se recomienda encenderles una pequeña fogata para que se calienten por si se mojan en sus juegos en el agua, y dejarles dos cazuelas: una con miel, y otra con pozole, que son sus alimentos favoritos.
Verdad o mentira, pero son leyendas que forman parte de la cultura popular y que viajan de voz en voz y de ciudad en ciudad, para sorpresa de algunos e incredulidades de otros.