La rica paella española es uno de los platillos típicos que más se disfrutan dentro y fuera de España.
La cocina española es rica, variada, aromática y muy substanciosa.
Su ingrediente principal es el aceite de oliva, y según sus distintas regiones, sus platillos tienen como base el arroz, los mariscos y pescados, el cordero, el cochinillo, los productos de la huerta y del campo, así como el jamón, los embutidos.
Hoy haremos un breve y muy sabroso recorrido por algunas de las principales regiones de España para conocer algo de sus cocinas. Es un tour gastronómico que siempre gusta y atrae.
En Asturias sorprende la gran cantidad de platillos preparados con pescados y mariscos, aunque la especialidad de la cocina asturiana es la fabada, a base de “fabes” (o alubias grandes) cerdo, morcilla, chorizo y cebolla. Este guiso es muy apropiado para los días invernales, aunque se consume durante todo el año. De postres, los fiyueles o fresuelos, que son deliciosos dulces de harina, huevo y leche; y por supuesto, el queso de Cabrales, de leche de vaca, y de fuerte olor y sabor. La bebida principal en toda Asturias es, por supuesto, la sidra de manzana, que se sirve con un rito y una manera muy especial.
De aquí, de Asturias, y concretamente del pueblo Pola de la Viana era mi entrañable amigo Luis Bernardo, que cantaba con nostalgia las viejas canciones españolas, que a menudo recordaba su viejo pueblo minero y me hablaba con sentimiento de los Picos de Europa y de la vida y costumbres de su querido terruño, al que queríamos ir los dos un día, y al que nunca fuimos juntos. Con él disfruté muchas veces del buen vinillo español, del queso asturiano y, más que nada, de los deliciosos fresuelos que se preparaban en casa.
De allí cerca, en Cantabria, la sardina se guisa en varias formas, lo mismo que las anchoas, los calamares (que allí llaman rabas). La repostería tiene dulces sabrosuras como los sobaos, los pasiegos y las quesadas.
Vayamos, allí cerca, al país vasco, cuya cocina tiene como elemento principal las salsas, y sus guisos de pescado, sobre todo el bacalao y la merluza preparados en salsa verde, al pil-pil o a la vizcaína. Aquí, el platillo típico es el llamado “marmitako”, a base de atún, bonito, papas y especias, y se acompaña bien con un vino blanco llamado “txacoli”, de sabor ácido.
En Galicia, la cocina gallega también se especializa en platillos del mar, por la rica y fresca abundancia que hay de pulpo, merluza, besugo, mejillones, percebes y demás. Entre sus guisos más representativos están el caldo gallego, a base de judías o frijoles pequeños, verduras y carne; el pote, las caldeiradas, y también el pulpo a la gallega, y las empanadas. Lo mejor para saborear estos platillos es un Ribeiro, vino blanco o tinto, o un Albariño blanco. De postres, nada como la tarta de Santiago.
De gran personalidad y sello propio es la cocina de Valencia, con sus platillos típicamente mediterráneos como pescados, verduras y frutas, o con los del interior como los potajes y guisos de carne de caza con el arroz como condimento imprescindible. Y qué decir de sus ricas y jugosas naranjas.
Andalucía se distingue por su plato más típico: el gazpacho, una combinación de tomates rojos y maduros con diversos ingredientes, así como su famoso pescado frito. Recuerdo, hablando de este platillo, al restaurante “Río Frío”, uno de los mejores de Madrid, donde con mi esposa e hijo fuimos con algunos amigos que vivían en Leganés, un simpático pueblo a pocos kilómetros de allí, y a quienes invitamos a estar unos días con nosotros.
En toda Castilla, y en Extremadura, la especialidad son los asados de lechón, cabrito, cordero y cochinillo, regados con un buen vino de Valdepeñas, fresco y ligero.
En realidad, la gastronomía de España ofrece todas las variantes de los mejores platillos que se puedan desear, y lo mismo sucede con sus vinos, jamones, quesos y sus tapas, que se encuentran en cualquier bar de cualquier ciudad o pueblo, por pequeño que éste sea, y donde se vive y se comparte más que en cualquier otro sitio el espíritu desenvuelto y genuino del español, alegre y hospitalario.