Los jipis nacieron en San Francisco, y aquí algunos de los pocos que quedan en el parque Jackson.
En San Francisco, California, nacieron las modas “Topless” y “Jipi”, y allí están muriendo.
Se aburre uno allí de tanto desnudismo al tomar la copa, al comer, en la peluquería, en la calle, en los lugares donde muchachas en apretadísimos calzoncitos lavan coches, con las muchachitas que asean el calzado y que, al inclinarse y agitar el cepillo sobre los zapatos, dejan bien claro que no traen portabusto debajo de la holgada blusa.
Imposible permanecer indiferente frente al gran número de adolescentes de ambos sexos que llenan los bares al caer la tarde, en busca de compañía para embriagarse, fumar “pot” (marihuana), tomar pastillas que aceleran, o a hacer cualquier otra cosa... La mayoría de las barras cierran a las dos a.m., pero siempre hay lugares abiertos para encontrar la diversión que se busca.
Las calles de San Francisco no son como aparecen en la serie de televisión del mismo nombre. No hay persecuciones policiacas ni asesinatos en las calles. Al menos, no son cosa frecuente... Abundan las muy guapas, aunque greñudas muchachas jipis que venden semipornográficos periódicos en concurridas esquinas. El negocio les sirve de pretexto para encontrar clientes, vender y comprar drogas, para no ser arrestadas por vagancia. Cada periódico les deja cincuenta centavos de ganancia, según el precio que tiene fijado, pero ellas lo venden según lo acepta el cliente.
Imposible estar en San Francisco y no ir al muelle de Pescadores (o Fisherman’s Wharf), a disfrutar de una soberbia comida de langosta, camarones, grandes almejas, ostiones y cangrejos gigantes, con cerveza espumosa o vino blanco y frío del Valle de San Fernando... Imposible ir a San Francisco y no subirse al tranvía que sube y baja, serpentea, y se bambolea por las estrechas callecitas cercanas al Barrio Chino.
Después de una noche tormentosa nada como ir al “Buena Vista Bar”, famoso en los Estados Unidos por los “desarmadores” que sirven, y que cortan cualquier resaca de la noche anterior. Muchos los llaman “abreojos” y cuestan 1.25 dólares, y son la bebida más solicitada desde la seis a.m., Imposible conseguir la receta. Es un secreto de Estado... De día, el contraste entre bellísimas pero desarrapadas muchachitas y elegantes e inalcanzables damas es notable. Las primeras andan a la caza de clientes o de lo que sea, y las segundas se dirigen a trabajar en oficinas, grandes almacenes y tiendas de lujo.
A media mañana ya están encendidos los anuncios de salones con bailarinas nudistas. A veces esos salones están desiertos, pero basta que entre un solo cliente para que comiencen a aparecer, una detrás de otra, las famosas bailarinas con poca ropa encima. Hay que consumir un mínimo de dos copas para ser aceptado... San Francisco ofrece también la más completa, exótica y llamativa combinación de ropa masculina: sacos rojos con grandes y amplias franjas blancas; zapatos blanco y negro con botones; corbatas de colores eléctricos.
El verano aquí no se conoce como tal, sino como un invierno amistoso que deja llegar ráfagas de aire frío del Pacífico, y que obliga a refugiarse en el bar más próximo en busca de un trago fuerte. Los franciscanos, orgullosísimos porque de aquí salió Ronald Reagan a la Casa Blanca, y Joe DiMaggio a las Ligas Mayores de Beisbol para convertirse en inmortal con los Yanquis de Nueva York.