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Crónica de Viaje / RECUERDOS DE LONDRES

FOTO 1.–
El Big Ben y uno de los autobuses de dos pisos que recorre Londres.
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El hotel “Allandale”, de cuatro estrellas, cerca de Paddington. 
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3.–
Harrods está considerada la tienda más elegante, cara y completa.

FOTO 1.– El Big Ben y uno de los autobuses de dos pisos que recorre Londres. — 2.– El hotel “Allandale”, de cuatro estrellas, cerca de Paddington. — 3.– Harrods está considerada la tienda más elegante, cara y completa.

Ricardo Rubín

A tres calles de la estación Paddington está el hotel “Allandale”, donde me hospedo siempre que he ido a Londres.

Es un hotel categoría cuatro estrellas, tranquilo, limpio, de buen precio, y la zona en que se encuentra es típicamente inglesa, con pequeñas tiendas de abarrotes, buena fruta fresca, y bocadillos preparados para una comida ligera.

Hay también en ese barrio algunas tiendas de antigüedades, vendedoras de flores y castañas asadas, pequeños restaurantes, y por ser una zona donde hay también hoteles económicos, se ha convertido en un alegre barrio estudiantil con jóvenes procedentes de varios países europeos.

Hay también dos o tres pubs cuya algarabía crece en las noches, cuando los estudiantes con sus grandes vasos de cerveza negra en alto, se turnan para cantar canciones de sus países de origen.

El “Allandale” es un hotel típicamente londinense, con dos elegantes columnas a la entrada, un largo pasillo donde está la administración, un lobby con cómodos sillones, y una sección de máquinas donde se puede comprar, café, chocolate, refrescos y sándwiches de distinta clase.

En el precio de la habitación bed-breakfast está incluido el desayuno, que se sirve en el restaurante del hotel ubicado en el sótano del mismo. El desayuno generalmente consta de café, té o chocolate, huevos con jamón, tocino o salchichas, o en su lugar un buen plato de avena o deliciosos hot cakes. En cada mesa siempre hay una cesta con pan dulce y de sal.

Hay tres meseras que atienden el servicio; una de ellas es española procedente de Madrid, con la que tuve algunas pláticas sobre su vida en Londres.

El “Allandale” está en una zona privilegiada, pues cerca están los dos principales parques de la ciudad: “El Regent’s” y el “Hyde Park”, en cuyo arco llamado “Marble”, cualquiera puede subirse a una caja vacía de jabón a exponer sus puntos de vista políticos, alguna queja, o cualquier inconformidad que tenga.

Nada resulta tan sorprendente como ir temprano a Hyde Park, cuando la neblina cubre el pasto, y por los caminillos enarenados guapas amazonas vestidas con elegantes trajes de montar cabalgan briosos y altivos caballos.

La primera vez que estuve en el “Allandale” me tocó ver nevar, conocí también a un joven peruano que trabajaba de mesero en un pub cercano a la estación de policía Scotland Yard, ubicada cerca de la calle Oxford, y quien me orientó en varias cosas de la ciudad.

Nada mejor para conocer la capital inglesa, que ocupar un lugar al frente de uno de los típicos camiones de dos pisos que recorren la ciudad en todas direcciones. En una ocasión, cerca de mí se sentó una joven de naricilla respingada y amable sonrisa. Al parecer trabajaba en alguna oficina del centro, y unas cuadras después me brindó otra sonrisa antes de abandonar el vehículo. No la he olvidado.

Londres es una ciudad cosmopolita, llena de africanos, sudamericanos y de países del Medio Oriente. Hay también una gran cantidad de chinos cuyo barrio está cerca del Soho, en el centro de la ciudad. En una ocasión fui a dicho barrio y entré a un restaurante con largas mesas y asientos de madera, muy largos también, en los que los comensales, sin conocernos, nos sentamos hombro con hombro. La comida no me gustó, y pensé en los deliciosos platillos chinos que sirven en los restaurantes de dicha especialidad en Estados Unidos.

Nada como ir a las cinco de la tarde a los elegantes almacenes “Harrods” para mezclarse con elegantísimas damas y caballeros de trajes finamente cortados cuando se sirve el tradicional té inglés, acompañado de bocadillos muy pequeños en los que predominan los pepinillos dulces.

Londres es una ciudad hermosa, y hay que caminarla para conocerla y penetrar en su propio ambiente. En algunas calles, escoceses de corta faldita tocan la gaita; en otras hay puestos de frutas, embutidos, y pan crujiente recién horneado. La lluvia se suelta de pronto y todos corren a refugiarse, o también una suave niebla que se va espesando poco a poco envuelve el entorno que nos rodea, y uno queda sorprendido y maravillado de aquel espectáculo.

Uno piensa que, de aquella niebla esponjosa va a aparecer de pronto Jack el Destripador, o alguno de los personajes de Charles Dickens.

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Harrods está considerada la tienda más elegante, cara y completa.

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