Nueva York es una ciudad que sorprende y fascina, porque ofrece lugares y momentos que deben disfrutarse plenamente.
La mayoría de los turistas que visitan la Gran Manzana, e incluso muchos neoyorquinos, no conocen algunos de esos lugares que, en muchos aspectos, son el símbolo y lo que hace inolvidable a la gran ciudad.
Lo más recomendable, para conocer a vuelo de pájaro la Urbe de Hierro, es hacer un tour en uno de los autobuses de dos pisos de la Gray Line, en los que usted puede bajar o subir a su antojo, y que lo llevan por la Quinta Avenida, la Catedral de San Patricio, el Rockefeller Center con su pista de patinaje sobre hielo, Times Square, y barrios tan interesantes como Greenwich Village, el Soho y Chinatow, para rematar con una vista panorámica desde el tope del Empire State Building.
Ahora, con su cámara fotográfica o de cine, inmortalice cosas que pasan desapercibidas para muchos visitantes: Los bomberos y policías neoyorquinos, los vendedores callejeros de hot dogs con sus vistosos carros, los taxistas que vienen de todas partes del mundo, los vendedores ambulantes en las aceras del barrio de Soho, la gente elegante que camina por Madison Avenue, entre las calles 57 y 79, por ser una zona muy aristócrata.
Vaya un viernes o un sábado en la noche al Museo Metropolitano de Arte, donde se puede disfrutar de una copa de vino y un concierto de violines... Forme parte de una vieja tradición neoyorquina: tomar té o champaña en el “Palm Court” del Hotel Plaza, con su ambiente barroco y donde es famoso el brunch de los domingos... Recorra el Soho, en el que las mejores tiendas han abierto sucursales, y venden a buenos precios, como Prada, Louis Vuitton, Burberry, Chanel y otras. Allí encontrará también aquellos edificios del viejo Nueva York, con paredes de ladrillo y escaleras de hierro contra incendios. En esa área, hay tiendecitas que venden de todo: desde libretos de películas hasta pinturas y joyas, productos traídos del Tíbet, la India y África.
Para reponer fuerzas y seguir su paseo, nada como disfrutar de un buen café en los llamados coffee shop que hay a cada paso, la mayoría propiedad de griegos, abiertos las 24 horas del día y con desayunos ricos, abundantes y a muy buen precio... Rotham es una de las librerías más antiguas y respetable de la Urbe de Hierro. Está en los números 41 al 47, en el llamado Distrito de los Diamantes, donde hay increíbles libros nuevos y usados... Y para barrios exóticos, el Chino y el de la Pequeña Italia, con ambiente misterioso y diferente a todo lo norteamericano. Hay allí restaurantes de comidas deliciosas, como la de trocitos de carne de cerdo a la parrilla, camarones con cebolla, ajíes y sal, y tiendas que ofrecen flores poco conocidas y árboles bonsái.
Imperdonable no ir al Metropolitan Opera House, y se sorprenderá al ver cómo, al iniciarse la función, se alzan todas las lámparas de cristal austriaco y se pegan al techo del teatro; y después, en el intermedio, nada tan chic como tomarse una copa de champaña junto a los murales de Marc Chagall... La tienda “Dylan Candy Bar”, en la Tercera Avenida y Calle 58, cerca de Bloomingdale’s, tiene todos los caramelos y bombones del mundo. La dueña es hija del famoso diseñador Ralph Lauren, y ella siempre se deja ver por allí... Y muy cerca está el muy famoso restaurante “Serendipity”, que es la locura de niños y adultos, por su gran variedad de helados, entre los que destaca su Frozen Hot Chocolate.