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Crónica del Ojo / ¡NO LE PEGÓ!

Miguel Canseco

¡MÉNDIGO!

Esquivó el zapatazo, quien diría que Bush tiene esos reflejos. No puede ser. Cierto es que mi abuelita me enseñó que no hay que desear el mal a nadie pero uno está tentado a hacer una excepción. La era Bush estuvo tinta en sangre, sostenida por la más vulgar altanería. Su llegada al poder fue por la puerta trasera. Hace ocho años votó la mayoría por Al Gore pero en la magia de la repetición resulta que ganó Bush. Mala pata. Un orador entrecortado y rudimentario, un cowboy áspero que de pronto se presentaba como el mandón del orbe. Dejándonos de cosas, los Estados Unidos, economía imperialista y de guerra, jamás ha sido –ni será- la blanca paloma. Pero a veces queda el consuelo de un presidente en turno tolerable. Clinton, con sus luces y sombras, caía bien, era articulado y ameno (y con una vida sexual comprobadamente activa). Reagan era el puro show (tenebroso, pero show al fin). Bush padre fue siniestro y el hijo de a tiro vomitivo. Estuvimos varios meses soportando al pelmazo de Bush junior cuando de pronto, sopas, tiran las torres gemelas y el mundo, súbitamente, dio su apoyo irrestricto a Norteamérica. Si bien la política exterior gringa ha sido causante de genocidios y crímenes, la muerte de miles de civiles inocentes no pudo más que conmover a las naciones. Digamos que hubo una enorme simpatía, un capital moral que en poco tiempo George Bush se encargó de dilapidar. No se apagaban las velas de los dolientes cuando comenzaba la cruzada de venganza. Después vino el cuento charro de las armas químicas en Irak, las marchas multitudinarias de paz y la oposición del consejo de seguridad de la ONU factores que tuvieron el mismo peso del papel higiénico para Bush y les guste o no les guste, ahí van las bombas y la guerra y así hasta hoy, con gente muriendo diario en el desierto. Los números moderados hablan de treinta mil civiles muertos. Otras cifras se van a los cien mil. De este número un veinte por ciento son niños, en su mayoría menores de dos años. Civiles. Repito esta palabra porque ella engloba a los iraquíes que todos los días sortean bombas y a los que andamos haciendo compras de Santo Clos en Torreón. Somos civiles y por eso creo que podemos imaginar un lugar donde nuestra vida no vale nada, donde nuestra familia no tiene ninguna garantía (y no nos costará trabajo, viendo lo fregados que andamos en seguridad pública). Irak huele a muerte. Y encima de eso, como zopilote de sonrisa socarrona, ronda George Bush. Díganme si no merece, de menos, un chanclazo. Muntadhar al-Zeidi, fue el que tuvo la iniciativa y mientras sus zapatos volaban, gritó dos frases elocuentes: “¡Ahí está tu beso de despedida perro!” y luego “!Esto es por las viudas, los huérfanos y todos los muertos en Irak!”. No dijo mentiras. Queda impresa la rabia mezclada con el humillante humor implícito en el acto. Por mi parte me llevé las manos a la cabeza y apreté los dientes “¡chin!”. Cerca la bala. La frustración propia del gol no consumado. Un huarachazo en todo lo alto habría sido inolvidable. Pero, todo tiene una razón de ser. Queda la intención del zapatazo, no propiamente noble, pero sí muy genuina. Me hizo la semana: salud por los papos voladores.

PARPADEO FINAL

Cierra el año y la chamba no cesa. Ya pido vacaciones. Por ello va el abrazo para los que añoran tenderse de panza y armarse de cobijita, ponche y peli rentada para pasar las fiestas. Ya nos llegará el asueto, señores.

cronicadelojo@hotmail.com

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