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CRÓNICA DEL OJO

MIGUEL CANSECO

RELLENITAS

Qué tiempos los de Rubens: siglo diecisiete, cortes majestuosas, guerras imperiales, trajes de seda fina, poesía lírica y sobre todo mujeres rellenitas, geografías de montículos y precipicios: la mujer en la obra de Rubens no escatima, se otorga. Peter Paul Rubens, poeta de la cadera ancha y la nacha sonrosada. También Renoir emplea la imagen de la mujer plena en carnes y la presenta matizada en su volumen por infinitos tonos de carne que cambian de color bajo el follaje. Velásquez deja para la posteridad una Venus sanamente alimentada. Diego Rivera, en los muros de Chapingo se regodea en muslos vientres y caderas de morenas descomunales. La propia Venus de Milo está lejos de las delgadísimas top models (tiene su vientrecito y cadera de regular dimensión) La onda es que, para todas las mujeres que se deprimen por su talla, una clase de historia del arte no les vendría mal (y tampoco a sus maridos). No hay nada de qué entristecerse y las revistas de moda no deben ser el único parámetro para medir la belleza. Sí, es cierto, existen las happy few, aquéllas que son delgadas y bien proporcionadas de naturaleza. La genética puede ser sumamente generosa con algunos (y algunas) y un cuerpo atlético no tiene tiempo, fue y será hermoso. Pero si uno está en el bando de la lonja no tiene por qué ensañarse con los más afortunados (as). El cuerpo no suele ser reflejo del alma y el aura proporción (o la manifiesta fealdad) no implican bondad, maldad o sabiduría. La fealdad se viste de gala con el saber y la simpatía. La belleza, por su parte, se hace casi insoportable con esos mismos atributos. Hay mujeres que uno difícilmente puede creer que sean reales: hermosas, inteligentes, nobles. He tenido la suerte de encontrarme con uno de estos seres mitológicos y mi corazón no ha salido bien librado. Hay otros casos donde la belleza es cascarón. Ya lo definió con tino Monsivaís al referirse a Bibi Gaytán como “Una belleza jamás mancillada por la inteligencia”. Pero los parámetros de la moda afectan la psique de propios y extraños. Hace unos años, cuando llegué a Torreón, paseaba con cierta satisfacción un cuerpo que más bien era un manojo de costillas, empaque de un artista atormentado y pelón (como era en ese entonces) unas temporadas de sol cerveza y burritos revirtieron la tendencia y ahora lo que escaseaba se desparrama y ya dejé por la paz las camisetas ajustadas negras sustituyéndolas por unas siempre bonachonas y encubridoras guayaberas. Y es que la tripa se salió de control. Al cuerpo lo que pida y la forma que agarre, dicen por aquí. Atento a esa filosofía no he escatimado en alimentos. Pero esta comarca es rigurosa, lo que en otra parte llaman “Comedores compulsivos” aquí se denomina “tragones anónimos”. Y es que Coahuila es el Estado con mayor índice de obesidad. Aquí se come muy bien. La gula más la calor. Por mi parte ya restringí ciertos placeres culposos (la coca, las harinas) a ver si de por ahí recupero terreno. A quien esté gordo y a las chicas que estén rellenas recomiendo calma. La obesidad no es saludable, lo sabemos. Pero tampoco hay que perder el sueño si uno no tiene figura de atleta heleno. Por mi parte saludo con respeto a las damas de cierto peso, que en Torreón aparte saben ser guapas. Hay más gracias en esta vida que el puro pellejo (que ah, cómo sabe estirarse). Yo creo que necesitamos traer a Rubens de vuelta para aumentar la autoestima del personal.

PARPADEO FINAL

Por un milagro de San Wichito aprobé la materia que daba por muerta. Cumpliré la promesa que hice e invitaré una cena a quien me echó la mano en tan penoso trance. Hay que ser agradecido, pues.

cronicadelojo@hotmail.com

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