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¿Cuál México es usted?

LAS LAGUNERAS OPINAN...

MUSSY UROW

Nuevamente corre el agua por el lecho del Nazas. Todos se asoman por los barandales de los puentes y a lo largo de los bordos para verlo pasar. Excelente distractor: a ver si la lenta y terrosa corriente que arrastra todo tipo de desechos se lleva también las crecientes preocupaciones, temores y ansiedades de los laguneros, los mexicanos que vivimos en esta parte del territorio nacional.

A más de una semana del enfrentamiento entre policías municipales y federales, empiezan a salir detalles, algunas declaraciones y transcripciones de las operadoras de una y otra corporación, que en lugar de aclarar nos dejan más confundidos y asustados. Durante el tiempo transcurrido, habrán tenido tiempo para decidir cuánto nos revelan, qué y cómo explican lo ocurrido, de elaborar un guión que favorezca obviamente, a los locales y eche toda la culpa a los federales. Éstos, llamados por las mismas autoridades municipales para que los vinieran a ayudar, se fueron sin hacer declaraciones y ahora resulta que hay que avisarles con quince días de anticipación para preguntarles su versión de los hechos. Y lo que hasta ahora no se ha dicho: ¿quién dio la orden de que 35 patrullas se desplazaran tan diligentemente a “apoyar” a dos elementos a bordo de la “420” ?

En la primera página de este diario, apareció en la semana la fotografía de una mujer policía evidentemente golpeada; la nota relata que otra mujer, con dos meses de haber ingresado a la Policía y también con dos meses de embarazo, acompañaba a uno de los patrulleros que acudieron al “auxilio”. Lo primero que me pregunto, sin considerar lo del embarazo, es: ¿qué hacían dos mujeres, una con apenas dos meses de haber ingresado a la corporación, en un turno de la madrugada?

Pero esta pregunta, como tantas otras que nos hacemos, resulta irrelevante porque ninguna respuesta oficial nos parecerá creíble. ¿No le pasa a Usted lo mismo? ¿A quién le cree? Pero no sólo en nuestro pedacito de México, aquí en Torreón, sino en todo el país padecemos tal desconfianza en autoridades, funcionarios y gobernantes que sea quien sea el que dé un mensaje o explicación, cuenta desde antes de empezar a hablar con nuestra más completa incredulidad. Esa es una actitud muy grave y peligrosa.

Circulan estos días por la Red mensajes anónimos que nos piden creer en México, pero ¿quién es México? ¿Un territorio que ocupa cierta posición en el planeta Tierra? ¿Una entidad política dividida en 32 estados y poblada por más de 100 millones de seres humanos que se llaman a sí mismos mexicanos? De ésos, los que se visten de blanco y salen a marchar como protesta pasiva por la inseguridad cada cierto número de años, ¿son más mexicanos que los no marcharon y se quedaron en sus casas viendo una película “pirata”? ¿Cuál México es Usted?

En uno de esos mensajes que circulan, con la clara intención de darnos una sacudida y hacernos reaccionar, nos dicen que dejemos de echarle la culpa a los políticos, expresidentes y gobernantes de todos nuestros problemas, porque la verdadera raíz de éstos la tenemos todos nosotros como pueblo: la razón es que somos una materia prima defectuosa y por eso nadie ha podido ni podrá, ningún presidente, del partido que sea, resolver nuestra situación; simplemente porque los mexicanos somos materia prima defectuosa. En otro nos preguntan agresivamente: “¿Ya no te gusta México? ¡Cámbialo tú mismo y si no participas, no te quejes!”.

Conozco a muchísimas personas que trabajan muy duro, que toman muy en serio su responsabilidad de sacar adelante a los hijos, de llevar una vida digna; son personas que pagan sus impuestos, que hacen las cosas bien por convicción, por principio. Puede que sean una minoría, pero son los suficientes para que resulte incorrecta la premisa de que los mexicanos somos materia prima defectuosa. Tampoco es cierto que ya no nos gusta México como país; aquí nacimos, nacieron nuestros hijos, a este país llegaron nuestros padres y abuelos en busca de nuevas oportunidades; aquí están enterrados sus huesos. ¿Adónde nos vamos a ir? ¿En qué lugar vamos a encontrar al México que sí nos guste otra vez? Aunque no nos guste, México somos todos: los buenos y los malos, los honestos y los corruptos; los que pagamos impuestos y quienes los evaden; los que aprovechan su posición para medrar y los que pican piedra por lograr un cambio; los que seguimos las reglas y los que las rompen. Hace poco leí una frase sencillísima que explica el origen de la impunidad, ese azote nacional al que se le achacan ahora todos nuestros problemas: “Las personas se vuelven delincuentes porque la enseñanza a favor de romper las reglas sobrepasa a la que se inclina por no violarlas”.*

La impunidad empieza desde cada uno de nosotros, al tolerar conductas y prácticas deshonestas; romper reglas no sólo se refiere a pasarse un alto o llevarse a la casa un paquete de hojas de la oficina; es también apoyar el comercio clandestino, colgarse de la luz, engañar al fisco, tolerar al funcionario corrupto, al líder sindical entronizado, etc., etc. Pero volviendo al tema de la credulidad y la confianza, tendrá que llegar el tiempo de volver a creer, simplemente porque los seres humanos tenemos esa capacidad extraordinaria de hacer a un lado lo que no tiene una explicación razonable y seguir adelante. Después la vida se encarga de hacernos ver que fue correcto esperar para volver a confiar.

* (Cómo prevenir conductas destructivas, Francisco Escalante, Edit. PEA, México, 2005)

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