La insuficiencia venosa crónica es una pesadilla, especialmente para mujeres adultas.
Se crean pequeños e imperfectos mapas, que afectan la piel y provocan molestias peligrosas.
Los médicos la descubren fácilmente y diagnostican como insuficiencia venosa, marca la piel con telangiectasias, una especie de pequeñas y delgadas figuras de arañitas o bien unos mapas mal hechos que conducen al dolor y a la preocupación extraordinaria de su presencia, sobre todo en las mujeres.
En las estadísticas queda en claro que ellas son más vulnerables a este mal, entre el 57 y 73%.
Borrar estas líneas es posible, para ello es necesario aplicar una nueva tecnología de mínima invasión, que se utiliza con radiofrecuencia y láser.
El cirujano vascular David Piñón Holt apunta que la insuficiencia venosa crónica es una pesadilla, especialmente para mujeres adultas y dice que algunos factores de riesgo son: herencia, obesidad, así como pasar mucho tiempo de pie o sentado, e incluso el uso de terapia hormonal de reemplazo y el embarazo.
La mala experiencia comienza con la aparición de unas venitas azules las cuales resaltan en la piel de las piernas, más visibles en mujeres de tez blanca.
Le siguen unas venas varicosas de hasta más de dos milímetros de diámetro que aumentan de tamaño y número gradualmente.
El experto nos dice que en ese momento se dan molestias como dolor y ardor, le sigue la aparición de edemas o hinchazón, preferentemente en tobillos. La situación se agrava por la tarde y noche.
La piel se adelgaza y la de los tobillos cambia de coloración. En esta fase los pacientes sienten las piernas pesadas, resequedad y comezón; el color de la piel va de café cobrizo hasta negro, cuando ya existe una lesión preulcerosa.
Al llegar a la etapa final de la enfermedad, aparecen las úlceras venosas: La dermis se abre y se debe acudir de inmediato al cirujano vascular.
Piñón advierte que “no todos los pacientes con insuficiencia venosa crónica presentan várices visibles”; muchas sólo tienen el cambio de color e hinchazón de los tobillos, lo cual no es menos grave.
Es momento de atender las varices extrayendo la vena safena, que ha dejado de funcionar provocando la acumulación de sangre. Esto implicaba hospitalización y cuidados costosos.
Hace cinco años, dice, cirujanos vasculares encontraron una alternativa: “Dejamos la vena enferma en su lugar, logrando que la sangre deje de pasar por ahí con radiofrecuencia o láser en la parte interna de ésta, lo que cierra definitiva y totalmente el paso evitando la acumulación de sangre en las venas que alimentan la parte baja de las piernas”.
David Piñón, director de la Fundación para la Investigación de Procedimientos Vasculares, apunta que el procedimiento se realiza en 15 minutos por pierna afectada e “inmediatamente el paciente deja de sentir dolor, ardor e hinchazón en la pierna”.
Esta técnica, con la que se tratan hasta los casos más graves como el de úlceras de piernas, es de mínima invasión, y la convalecencia es de 72 horas, más corta que cuando se extrae completamente la vena, la cual requiere entre siete y diez días.
Es importante que para encontrar el tratamiento correcto, el cirujano vascular haga una evaluación adecuada.