En la práctica privada odontopediátrica, con mucha frecuencia al realizar algún procedimiento dental en un paciente infantil, los padres preguntan si es posible que estén presentes durante el tratamiento de su hijo.
Ciertamente la respuesta será basada en la experiencia y criterio del profesional sobre el tipo de abordaje que tendrá que llevar a cabo en el paciente.
Ante esta perspectiva, podemos comentar que entre los profesionales de la odontología infantil, este tema es motivo de discusión y controversia, y de igual manera entre los odontólogos de práctica general, dedicados a la atención infantil.
Los profesionales que están convencidos, que el separar a los padres del niño durante el procedimiento dental, contribuirá a un mejor comportamiento del niño, lo justifican debido a que la presencia de los padres, entorpecerá el procedimiento, ya que frecuentemente, éstos, repiten o agregan órdenes a las indicadas por el profesional, distrayendo tanto a éste como al niño.
Así también que el niño no sabrá a quién atender, si a los padres o al profesional.
El profesional dividirá su atención entre los padres y el paciente.
El profesional se sentirá más relajado sin la presencia de los padres, obteniendo un mejor manejo del paciente.
Como podemos comprender estas justificaciones son válidas y entendibles.
Sin embargo existe también el criterio de otro grupo de profesionales de la odontología infantil, que consideramos que la presencia de los padres durante el tratamiento dental, no sólo es importante, sino altamente significativo para darle seguridad, confianza y soporte al paciente, sobre todo en aquéllos que tienen entre dos y tres años.
Teniendo en cuenta, que cuanto más nerviosa, insegura y tensa es la reacción del padre o de la madre, mayor es el riesgo de que el niño reaccione también de forma ansiosa y negativa, por lo tanto, previamente se le explica a los padres, cuál va a ser su postura y comportamiento dentro del operatorio durante el procedimiento dental de su hijo, para poder lograr un confortable y eficiente manejo del niño y una mayor cooperación de éste.
Independientemente de los dos criterios, en cuanto a la aceptación o no, de la presencia de los padres durante un procedimiento dental, considero que lo primero y más importante es el bienestar que le podamos brindar al paciente infantil, por consecuencia es y será imperante que tanto padres como profesionales tratemos de lograr que toda experiencia odontológica que se realice en un paciente infantil, sea lo más confortable, motivante y cálida posible, con ello lograremos que en el futuro tengamos adolescentes y adultos con una mejor cultura sobre la importancia de su cuidado bucodental, y sobre todo una aceptación al tratamiento dental sin temor.
“Es la prevención, nuestra mayor preocupación”.
¡Hasta la próxima!
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