A nuestra incompetente clase política finalmente le cayó el veinte. Por fin percibió que a la ciudadanía mexicana le importan un rábano los pleitos entre espurios y legítimos, Creel y los panistas tradicionales, perredistas ilusos contra perredistas todavía más ilusos. Cuando la lumbre de las encuestas les llegó a los aparejos, los políticos empezaron a hablar de lo que le preocupa realmente a sus gobernados: la percepción de que la situación de la seguridad nacional se ha salido de control. Pero ya no bastaba con hablar. Había que hacer algo. O hacer como que se hacía algo. Y entonces se convocó a una muy nutrida reunión del llamado Consejo Nacional de Seguridad, que se reunirá el día de hoy en Palacio… donde, lo sabemos, las cosas van despacio.
Como parte de esa ópera bufa que es nuestra política, la gran incógnita era si el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, iba a asistir, dado que en el mismo salón y con la misma gente, se encontraría Felipe Calderón. En 20 meses que lleva en el cargo, Ebrard no ha estado ni a cien metros del Presidente Constitucional, porque ello enojaría sobremanera al Presidente Loquito. Que el gobernante de la ciudad más poblada no le hable al Presidente de la Nación es uno de tantos dislates que tienen harta a una población que piensa, y con razón, que los políticos no sirven para nada de provecho; sólo para grillar y cobrar en la nómina.
En teoría Ebrard sí va a asistir, pero no se permitirá que haya testimonio de su presencia. O sea, no habrá foto… como si eso le importara a alguien más que a él y a los gatos que siguen maullándole al Rayito de Macuspana, como coro de fondo al hundimiento del PRD.
En todo caso, creo que nadie puede culpar al mexicano promedio si tiene sus serias dudas con respecto a los resultados de esta reunión.
En primer lugar, porque muchas decisiones que deben tomarse, por algo no se han tomado ya. ¿Qué impide que se federalice de manera automática el delito de secuestro? ¿O que se cree una base de datos global para impedir que los delincuentes se enrolen como policías? ¿O que se construya una auténtica policía nacional militarizada, a imagen y semejanza de los carabineros italianos o chilenos? Esas propuestas han estado circulando durante años. Nadie ha tenido la voluntad, la altura de miras ni los éstos para enfrentar los intereses creados y hacer lo que se debe hacer. ¿Ustedes creen que en unas horas de reunión en Palacio Nacional se decidirá lo que no se han atrevido a hacer durante… décadas?
Con otra: ¿usted entraría a un lugar cerrado donde se encuentren los gobernadores de Oaxaca, Puebla, Jalisco, Tamaulipas..? Francamente, ese salón sería, de lejos, el sitio más peligroso de México. Pero en esas manos nos hallamos. Y por eso estamos como estamos.a