“El trono hay que ganárselo día a día”, dijo en una ocasión Juan Carlos I de España. Por eso y porque el 2007 fue particularmente complicado para su majestad y la familia real (annus horribilis, le llamaron los especialistas en asuntos reales) el rey de España se dispone a festejar con gran entusiasmo su entrada en la séptima década.
El rey Juan Carlos es protagonista de la historia moderna del país. Tuvo que convencer a mucha de gente de que sería el soberano adecuado, no obstante que su derecho de sangre lo avalaba. Durante la dictadura de Francisco Franco, cuando su familia fue exiliada a Italia (Juan Carlos nació en Roma) el futuro de la monarquía se vio más amenazado que nunca y su padre, don Juan de Borbón —heredero al trono de Alfonso XIII quien debió renunciar a su investidura— se vio forzado a negociar con Franco el reconocimiento de los derechos de su hijo.
En una entrevista privada entre el noble Borbón y Franco, se acordó que éste último se haría cargo de la educación del joven heredero, en España, pero el resto de la familia permanecería en Italia. Bajo esta condición, el Generalísimo accedía a reflexionar sobre los derechos que le serían otorgados. Don Juan comprendió que nunca subiría al trono y que dejar a su hijo en manos del dictador sería la única posibilidad de reinstaurar la monarquía de los Borbón.
Una vez de acuerdo, el pequeño Juan Carlos fue enviado a Madrid, en 1948, al cumplir los 10 años de edad. En una segunda entrevista entre Franco y su padre, llevada a cabo en diciembre de 1954 ,quedó acordado que el jovencito pasaría dos años en la Academia General Militar de Zaragoza, uno más en la naval de Marín y todavía otro en la base aérea de San Javier, antes de iniciar estudios universitarios.
El Generalísimo quería hacer del chico un militar de primer nivel. Por entonces, lo primero que aprendía la milicia era que las decisiones de Franco eran inapelables.
Durante varios años, Francisco Franco jugueteó con la posibilidad de nombrar como su sucesor a alguno de los miembros de la familia real. Don Juan estaba en la terna, así como su hijo Juan Carlos y Alfonso, su sobrino. Muy pronto, el futuro rey comprendió que el dictador debía tomar la decisión y anunciarla en vida para que, al morir, fuera ratificada por el congreso.
Para lograr el favor del Generalísimo, Juan Carlos tuvo que “hacer el tonto” durante varios años, como él mismo declaró en una entrevista, muchos años después. Tuvo que fingir que no se daba cuenta de la importancia de su papel histórico, de los resortes políticos que se movían en varias direcciones ni de cómo ganarse el favor de los españoles. También tuvo que hacer creer que no tenía criterio propio y estaba dominado por Franco. Pero solamente lo fingió, porque se especializaba en observar, aprender y callar.
Al cabo, Franco lo nombró su sucesor, heredero oficial al trono, y le otorgó el título de príncipe de España. Una de las más profundas decepciones con que cargó el entonces heredero al trono fue que nunca se le reconoció el título de príncipe de Asturias, al que tenía derecho y ahora está en manos de su hijo, Felipe.
El rey Juan Carlos de España está por entrar en su séptima década de vida, la cual ha estado marcada por diversas crisis.
Una que ocurrió el llamado “hecho biológico” (la muerte del general Franco que, por decreto, no podía ser nombrada así) ocurrió, en noviembre de 1975. Juan Carlos I ocupó el trono de inmediato y ratificó al jefe de gobierno.
Al principio, los militantes del partido comunista, los demócratas y todos sus opositores auguraban muy poco tiempo en el trono al nuevo soberano, y comenzaron a llamarle el Breve (en la tradición de resaltar una característica de los monarcas, como Felipe el Hermoso, o Isabel la Católica). Sin embargo, Juan Carlos comenzó a revelarse menos como el muchacho simpático que agradaba a todos y más como un estratega complejo y determinado a llevar a España a la democratización.
A sus 70 años, comunistas, demócratas y socialistas le brindan su adhesión y él, que no fue hijo de un rey, puede heredar el trono a su hijo, el príncipe de Asturias, título que don Juan Carlos nunca ostentó.
