Los restos del cardenal Ernesto Corripio Ahumada fueron sepultados ayer en la Catedral Metropolitana. (El Universal)
El cardenal Norberto Rivera Carrera y el nuncio apostólico Christophe Pierre, encabezaron las exequias del cardenal Ernesto Corripio Ahumada, sepultado ayer en la cripta arzobispal de la Catedral Metropolitana, en una ceremonia a la que asistieron representantes de la jerarquía católica mexicana.
Antes de la ceremonia, el cardenal Rivera ofició una misa de cuerpo presente, a la que asistió el cardenal de Monterrey, Francisco Robles, 20 obispos de diferentes puntos del país, los 8 obispos auxiliares de la Ciudad de México y el arzobispo Athenagoras, de la Iglesia Oriental Ortodoxa Griega.
La misa se desarrolló casi de manera simultánea a la asamblea informativa que realizó Andrés Manuel López Obrador en el zócalo capitalino, pero transcurrió sin incidentes por el acuerdo entre la Arquidiócesis de México y el Gobierno capitalino, en el que la Catedral Metropolitana omitió los repiques previos a la liturgia.
Sin embargo, la seguridad del recinto fue reforzada con la presencia de 50 agentes de la Policía Preventiva del Distrito Federal, quienes se sumaron a los 50 de la Policía Industrial y Bancaria que regularmente custodian el templo.
Antes de iniciar la misa, el nuncio apostólico leyó los mensajes de condolencia enviados al cardenal Norberto Rivera y a los católicos de México por el secretario del Estado Vaticano, Tarcisio Bertoni, y por el Papa Benedicto XVI por el deceso del que fuera arzobispo emérito de México.
En su homilía, el cardenal Rivera reconoció la tarea desarrollada por su predecesor, y consideró provindencial que ayer fuera la celebración del cuarto Domingo de Pascua, con la que se festeja la liturgia del Buen Pastor, pues el cardenal Corripio fue ejemplo de servicio episcopal y de buen pastor en las diócesis de Tampico, Oaxaca, Puebla y la Ciudad de México.
Terminada la misa, el cardenal Rivera Carrera, el nuncio y una comitiva de jerarcas católicos acompañaron el ferétro del que fuera arzobispo 34 de la Arquidiócesis en una procesión desde el Altar Mayor al Altar de los Reyes, ubicado en el ábside, al fondo de la catedral, bajo el cual se ubican las criptas arzobispales.
La comitiva hizo el recorrido entre vivas y aplausos de los feligreses. Al llegar al Altar de los Reyes, el féretro fue bajado mientras las campanas de la catedral tocaban a vuelo 70 veces, (entre 12 y 15 minutos), como marca el protocolo canónico cuando fallece un cardenal.