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Dan vida a la fiesta brava

Cada año más de 150 toros son enviados a las plazas mexicanas para su lidia, aunque aún no se logra regresar a la Plaza México. (Fotografía de Jesús Galindo López)

Cada año más de 150 toros son enviados a las plazas mexicanas para su lidia, aunque aún no se logra regresar a la Plaza México. (Fotografía de Jesús Galindo López)

Joel Flores Maltos

Enclavada en el bravío territorio zacatecano desde hace más de setenta años, la ganadería de Torrecilla es considerada uno de los criaderos más tradicionales y de mayor arraigo en la fiesta brava mexicana, al ser el origen de otras grandes ganaderías que han dado vida al toreo.

Justo en el rancho El Sauz, a un costado de la carretera que une a Fresnillo con Durango, se muestra imponente la ganadería de Torrecilla, la cual fundó en 1932 don Julián Llaguno, con vacas y sementales de San Mateo, para dar origen a una ganadería que se coló entre las mejores, con toros de primer nivel que pronto se colocaron entre los más apreciados de las principales plazas de México.

San Mateo, fundada en 1906 con vacas criollas y sementales españoles comprados al Marqués de Saltillo en España, es base de la ganadería mexicana, con ejemplares que han dado origen a los grandes criaderos, al contar con toros que han surgido ahí para convertirse en fundadores posteriormente de ganaderías de gran importancia en diferentes partes del territorio nacional.

Don Julián falleció el cuatro de abril de 1956 y dejó su ganadería a sus tres hijos, aunque quien conservó el nombre y el hierro fue José Antonio Llaguno Ibarguengoitia, quien estuvo al frente del criadero hasta su muerte, en 1990, ocurrida el 23 de septiembre.

A la partida de José Antonio, toman las riendas sus hijos José Antonio, María del Carmen y María del Rosario Llaguno Sesma, quienes vieron caer su imperio, hasta que en 2004 entra al quite don José Luis Bonilla, originario de Fresnillo, Zacatecas, y que hoy enfrenta la titánica labor de reactivarla y situarla en el sitio que tradicionalmente ha ocupado.

Entre las figuras que han logrado triunfos memorables con ejemplares de Torrecilla se encuentran Lorenzo Garza el “Soldado”, Silverio Pérez, Jesús Solórzano, Manolo Martínez, Carlos Arruza, Fermín Espinosa, Antonio Bienvenida, Eloy Cavazos, Mariano Ramos, “Curro” Rivera y, desde luego, Manuel Rodríguez Manolete, quien consiguió en 1945 el primer rabo que se otorgó en México, justo el nueve de diciembre en la Plaza El Toreo, honor que logró al lidiar a “Gitano”, ejemplar de Torrecilla.

Además, ese año estuvo en la propia ganadería, donde en calidad de invitado tentó algunas vaquillas, la cabeza de una de las cuales fue disecada y se encuentra ubicada en la sala de la casa de esta hacienda.

Guillermo Frías Sánchez, auxiliar de don José Luis Bonilla Lizalde, propietario de esta ganadería desde hace cuatro años, ayuda a llevar la administración del lugar y afirma que el objetivo del nuevo dueño es regresarle la grandeza y prestigio a este criadero que por muchos años tuvo.

Para ello, dijo que precisamente se cuenta con vacas que embisten de las características que en su origen se tenían, además de que se acaba de adquirir un semental de Marqués de Saltillo, un ejemplar altamente codiciado en el medio taurino, de ahí que su costo haya sido de 120 mil dólares.

La compra se hizo a don Arturo Jiménez, propietario de la ganadería San José, todo ello bajo estrictas medidas, ya que se firma un contrato de exclusividad, a fin de que en diez años el semental sólo pueda ser cruzado con vacas de esta ganadería. El objetivo, garantizar en lo posible la pureza de la sangre del Marqués de Saltillo.

La ganadería de Torrecilla tiene una extensión de cinco mil 800 hectáreas, la cual cuenta con dos secciones, la primera de ellas situada junto al casco de la hacienda, y otra, la mayor de ellas, destinada a los agostaderos.

Se cuenta además con la divisa de Trincheras, una de las más aceptadas en el medio taurino por la calidad de sus toros bravos, situación que la ha colocado como una de las favoritas en los festejos de las diversas plazas mexicanas.

Guillermo Frías consideró que anualmente, tan sólo en lo que se refiere a toros de lidia, se logra acomodar en las plazas mexicanas a 150 ejemplares, sin contar los astados que se sacan para novilladas y festivales.

La producción de ganado de lidia va en aumento y, de acuerdo al administrador, se busca mejorar su calidad, de ahí que desde que se tomó las riendas de la ganadería, el trabajo y la inversión económica han sido por demás significativas, con la seguridad de que al paso de los años necesariamente se habrá de recuperar la grandeza de este emporio ganadero.

“Hemos recuperado la presencia en plazas de primera en las que hace años se tenía un buen cartel y nuestro sueño como ganaderos es regresar a la Plaza México, para lo cual debemos trabajar mucho, a fin de recuperar el lugar que teníamos. “Cabe recordar que Torrecilla es la ganadería a la que más rabos le han cortado en la México y a pesar de que tenemos alrededor de diez años sin ir al máximo escenario del torneo mexicano, se ve difícil que nos puedan igualar esa marca”.

Actualmente en este rancho taurino trabajan alrededor de 70 personas, entre quienes figuran: jardineros, cebadores, borregueros, ordeña, elaboración de queso, cercadores, maquinistas, vaqueros, moledores de alimento, etcétera.

Todos los trabajadores tienen una labor bien definida durante la jornada, y su actividad a lo largo de cuatro años, ha significado lograr un cambio significativo en el lugar, aunque aún lejos del objetivo que don José Luis Bonilla se ha propuesto, regresar la grandiosidad que este lugar tuvo hace muchos años, cuando él siendo un niño soñaba con algún día ser el dueño, deseo que cumplió después de décadas de arduo trabajo en los Estados Unidos.

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Cada año más de 150 toros son enviados a las plazas mexicanas para su lidia, aunque aún no se logra regresar a la Plaza México. (Fotografía de Jesús Galindo López)

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