Derrumba el ventarrón más de 50 árboles, postes de luz y teléfono y se llevó el techo de una iglesia y una preparatoria.
Una tormenta eléctrica, acompañada de granizo y fuerte viento de casi 100 kilómetros por hora (km/h), azotó la noche del miércoles las regiones Cinco Manantiales y Carbonífera. No se reportan víctimas humanas. El ventarrón derrumbó más de 50 árboles, postes de luz y teléfono y se llevó el techo de una iglesia y una preparatoria.
La alerta meteorológica de tormenta era mínima para el Sur de Texas y el Norte de Coahuila, sin embargo, la ligera llovizna que empezó a las 22:10 horas luego se convirtió en aguacero y en sólo 50 minutos causó dichos destrozos. Autoridades no reportan muertos ni lesionados.
Datos preliminares indican que los municipios más afectados son Sabinas y San Juan de Sabinas donde las unidades de Protección Civil reportan más de medio centenar de árboles y un número indeterminado de postes de la luz y teléfonos caídos, anuncios espectaculares derrumbados, daños a vehículos, cuatro casas, una preparatoria y una iglesia.
Al menos 14 mil personas siguen sin servicio de energía eléctrica en sus casas y no se les ha logrado reestablecer, pese a que ya trabajan en ello varias cuadrillas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
“Fue un fenómeno peculiar, con aire y granizo. Llovió al revés porque el agua venía de un lado y el viento iba en contra”, dijo Gilberto Alfaro Sánchez, director de Protección Civil Municipal en Sabinas.
En Nueva Rosita, hay afectaciones en ocho colonias que se quedaron sin electricidad, en “Los Filtros” el ventarrón arrancó el techo de la capilla de “Nuestra Señora de la Asunción de María”.
El techo de la Iglesia, con estructura y vigas, de casi 100 metros cuadrados, voló y fue caer a unos 50 metros en despoblado. En la Villa de San Juan de Sabinas, lo más lamentable fue que el meteoro arrasó con la escuela preparatoria de Educación Media Superior a Distancia (EMSaD).
Salomón, el velador de dicha preparatoria, se metió en una heladera de refrescos y eso le salvó la vida.
“Se dañó el edificio, los salones, también se mojaron computadoras, material y equipo, lo que afecta a 110 alumnos”, informó vía telefónica el director de Protección Civil municipal en San Juan de Sabinas, Federico Méndez Pacheco.
En el municipio de Múzquiz, llovió seguido más de cinco horas 10 mil personas del poblado de Palaú se quedaron sin servicio de electricidad unas siete horas.
‘¡Ya párale Diosito Santo!’
“¡Ya párale Diosito Santo, ya párale!, eso era lo que decía y lo repetí cientos de veces, cuando estaba adentro de la hielera de refrescos, “porque fue el único lugar que encontré para refugiarme”, relata Salomón Aza Calderón, quien dice que vivió de milagro.
El hombre de 71 años de edad es el velador de la preparatoria de Educación Media Superior a Distancia (EMSaD) de San Juan de Sabinas destruida la noche del miércoles, por lo que él considera fue “un mini-tornado”, lo más terrible que le ha pasado.
“Fue espantoso, nunca se me va a olvidar, nomás oí un tronido y ahí empezó la pesadilla, el cielo se oscureció y cayó agua, granizo y el viento soplaba a más de 120 kilómetros por hora, se lo aseguro”, relata vía telefónica. Platica que era muy noche y cuidaba el plantel cuando empezó a llover y a granizar, el cielo se oscureció y de repente empezaron a caerse las computadoras en uno de los salones y a desprenderse los techos del inmueble.
Entonces, no sabe cómo, pero se metió en la hielera y detuvo la puerta con una mano, la que se le hinchó con el golpeteo del aire, pero evitó que se cerrara porque se hubiera asfixiado. “La verdad sí me dio mucho miedo y no sé cuánto tiempo estuve ahí, pero fue más de una hora, después salí y me fui caminando más de un kilómetro a buscar a la Policía a la Villa de San Juan, nadie me daba ‘raid’, hasta que un hombre se paró y me llevó en su vehículo”, narra.
Lo bueno, comenta, es que fue de noche y no estaban los muchachos en clases, la escuela la deshizo el aire como si hubiera sido de papel, “afortunadamente no pasó una tragedia”. La esposa de don Salomón, María Elena Sifuentes, dice que su marido se llevó el susto de su vida.