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De Cantidades y Cambios

A LA CIUDADANÍA

Magdalena Briones Navarro

La aparición de la vida requirió de la existencia de cuatro elementos clave: carbono, nitrógeno, hidrógeno y oxígeno. Dados éstos, aparecen en sucesión agrupaciones, desde dos de la misma clase –moléculas de dos átomos iguales: biatómicas- hasta grupos reticulares de enlaces atómicos y/o químicos de las bacterias arcaicas y algas azules carentes de núcleo a las nucleadas que se van transformando en formas multicelulares (plantas y animales), hasta los vertebrados. El último de éstos en aparecer es el hombre.

“Los descubrimientos recientes de la filogenia (historia de la evolución de un grupo de organismos. Real Academia Española) molecular muestra que en la Naturaleza que tenemos ante nosotros- último estadio de la Evolución-, es posible situar la historia de las especies comparando entre ellos fracciones del genoma”. (Genoma o genotipo, patrimonio hereditario: mensaje genético transmitido por vía hereditaria y cuyo contenido condiciona las estructuras y el funcionamiento de la materia viva. Una parte de este mensaje caracteriza al individuo, otra es común a todos los individuos de la misma especie, y otras son compartidas por grupos evolutivos mucho más amplios; género, familia, orden, clase, etc.). “La codificación se funda en características químicas de ADN” (ácido desoxirribonucleico).

“Múltiples investigaciones, han acumulado pruebas de que el comportamiento de los animales es testimonio del pasado de su especie, modulado por la experiencia de los individuos al contacto con su medio ambiente”.

Muchos rasgos anatómicos y conductuales son parecidos entre especies distintas. Sus funciones principales persiguen el mismo fin: su sustentabilidad.

Notables biólogos actuales han hecho hincapié en el fenómeno de por qué la asociación ha sido motivo para complejización de los organismos, logrando entre ellos y socialmente asociaciones de asociaciones, superorganizadas y triunfantes. Me pregunto si esta gradación es infinita, porque por lo menos en la Tierra, eje central de la vida toda, cuyo equilibrio no debería ser perturbado, se está dando a escala nunca vista y progresiva por lo menos por parte del hombre. Las hormigas pesan tanto como la humanidad, se asocian y tienen asociaciones de asociaciones pero desconozco si esta complejización asociativa es mejor o peor para el sistema entero.

Rehusamos, es más, negamos ser parte de la Naturaleza. ¡Somos inteligentes! Si tal facultad es motivo de distinción afortunada, ¿por qué nada respetamos, a nadie, ni a nosotros mismos?, ¿por qué buscar la anulación del sistema entero, cuando la creación se nos da tan menguadamente en calidad y en cantidad? Malhadado el momento que niega la humildad, en que la discreción y el equilibrio se nublan ocultando minusvalías. Deberíamos recordar –ya que se puede- que somos nuevos en este mundo, nuestra ignorancia de casi todo no justifica convertirnos en depredadores, más insatisfechos mientras más exitosos lo seamos.

Lo que sí es privilegio del hombre es tratar de extender su amor, la verdad, el respeto, el agradecimiento, la justicia, sus mejores virtudes. Quien las haya enterrado, por la razón que sea, que trate de ponerlas al día, si no por la belleza y la completud que reportan, aunque sea por la búsqueda inteligente de equilibrio y desarrollo personales y obviamente sociales. Un individuo en guerra consigo mismo, una sociedad que compita a cualquier precio entre sí o con otras, se circundan y descienden en infortunio, desorden y andrajosa decadencia.

La precariedad cognoscitiva humana del sistema universal y los subsistemas que lo forman, tanto como su funcionamiento histórico y presente, ha impedido al hombre tener claro, entender la articulación necesaria del Todo. Las ciencias se han ido especializando en sujetos y objetivos de estudio cada vez más particulares, pero además han sido celosas de la intromisión de otras supuestamente ajenas. Place saber de la intercomunicación a que hoy tienden, debido a la apertura de conocimientos cuyas ligazones son tan evidentes como advertidas. Con más amplitud se reconoce la necesidad, por lo menos de no olvidar, la jerarquización de sistemas en tiempos y espacios y sus interrelaciones.

Todo está conectado, por lo tanto también lo están las vertientes que llevan al eje o los ejes principales formativos y sinérgicos. La Ciencia tiene que ser una coactuación cada vez más amplia de interconexiones. Nada ni nadie en el Cosmos o en el mundo opera por sí solo. Las variantes resultan de la complejización (cantidad a calidad).

Angustia lo que sabemos y lo que ignoramos. Auxiliaría aprender a reconocer la belleza –fascinación cíclica- desde el átomo y partículas menores aún, hasta el Hombre.

El conocimiento, no las ideologías, es lo que cuenta, por conducir a la coherencia. El primero es un largo proceso de acumulaciones acertadas y desecho de muchos errores. Es casi imposible que se dé en un solo individuo, ni en cualquier tiempo. “El camino al infierno está lleno de buenas intenciones”, se dice. O sea, no basta la buena intención, se necesita saber lo posible para la consecución de un fin, en este caso, la sustentabilidad del sistema entero.

Ojalá nuestros educandos tuvieran la oportunidad de agrandar su visión desde jóvenes y en lo factible, desde niños.

Fuentes: Pierre Jaisson. La hormiga y el sociobiólogo. FCE, México 2000.

H. Franke. Diccionario de Física. Labor, Barcelona, 1967.

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