Nacional Claudia Sheinbaum Seguridad Narcotráfico Generación Z Pensión Bienestar

De la tragedia al reajuste

De la tragedia al reajuste

De la tragedia al reajuste

Agencia Reforma

La muerte de su principal colaborador abre dos alternativas para el presidente: nombrar un sustituto en Gobernación manteniendo la estructura actual de la Administración o aprovechar para hacer cambios de fondo.

En el Campo Marte, frente a toda la clase política del país y los familiares de las víctimas del accidente aéreo del 4 de noviembre, el presidente Felipe Calderón describió a un hombre insustituible.

Al despedir a Juan Camilo Mouriño la mañana del pasado jueves, Calderón habló de liderazgo político, lealtad, eficacia, sensibilidad, inteligencia, capacidad de diálogo, disciplina, serenidad, visión estratégica e incluso de un espíritu alegre y emprendedor.

Le atribuyó los méritos de conducir atinadamente el Gabinete de Seguridad, establecer un clima de negociación que permitió acordar las reformas que se han aprobado en el Congreso en los últimos dos años, y el de haber mantenido cohesionado al equipo de Gobierno.

“Juan Camilo era, entre otras muchas cosas, un hombre concentrado en sacar adelante las tareas que se le encomendaban. Los logros del licenciado Mouriño al frente de la Secretaría de Gobernación están a la vista: un clima de negociación, cotidiana interlocución, una relación de respeto con las diversas fuerzas políticas, la generación de acuerdos que se tradujeron en importantes reformas legislativas y que se beneficiaron de la sensibilidad política, la inteligencia y la amplitud de miras del licenciado Mouriño.

“La suya es una pérdida muy significativa para el Estado mexicano. Su disciplina, su carácter y su profundo patriotismo fueron factores clave para que, en tan sólo dos años, el Gobierno Federal pusiera a México en la ruta de grandes transformaciones dirigidas a construir el bienestar de los mexicanos de hoy y del mañana”, afirmó el presidente.

En el inédito homenaje, Calderón aseguró que Mouriño todavía tuvo un último logro antes de partir: el de resolver el conflicto magisterial de Morelos.

De ese tamaño es el hueco que dejó Mouriño en el presidente y en una Administración que apenas está por cumplir su segundo año.

Facultades extraordinarias

Más allá de la amistad personal, Mouriño era para el presidente un funcionario imprescindible.

En él confió el cambio de ruta que quiso dar para distinguirse del foxismo a partir de diciembre de 2006. Con cuatro días en Los Pinos, Calderón publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo de creación de la Oficina de la Presidencia de la República, con el que le otorgaba facultades extraordinarias.

Con ese acuerdo, convirtió a Mouriño en el coordinador del Gabinete, el jefe de los mil 506 empleados de la Presidencia, el responsable del destino de los mil 608 millones de pesos presupuestados en el primer año de Gobierno para la operación de Los Pinos y, a diferencia de los secretarios de Estado, lo dejaba exento de la obligación de rendirle cuentas periódicamente al Congreso de la Unión.

Al jefe de la Oficina de la Presidencia se le asignó la responsabilidad de dialogar con los partidos, la coordinación de gabinetes especiales, el diseño de las estrategias de comunicación del Gobierno, la planeación de la agenda del presidente y el seguimiento a las órdenes y acuerdos del titular del Poder Ejecutivo.

Al crearse esta Oficina, no incluida explícitamente en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, también se generó una plaza especial en el Gobierno (la GA 1), sólo inferior a la del presidente y con un salario igual al de un secretario de Estado.

Para crear este cargo, Calderón echó mano del Artículo octavo de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, que señala: “El presidente de los Estados Unidos Mexicanos contará con las unidades de asesoría, de apoyo técnico y de coordinación que el propio Ejecutivo determine, de acuerdo con el presupuesto asignado a la Presidencia”.

En otros artículos, dicha Ley especifica las secretarías de Estado y las diversas instancias en las que se organizará la Administración Pública Federal, otorgando facultades y obligaciones para los funcionarios de los diversos niveles, pero no menciona ni regula a la Oficina Presidencial.

El acuerdo del 4 de diciembre del 2006 otorgaba a Mouriño facultades para coordinar el secretariado técnico del Consejo de Seguridad Nacional, la imagen del presidente, sus giras presidenciales y su correspondencia.

Según funcionarios de Los Pinos, Mouriño podía citar a un secretario de Estado o girarle instrucciones por la Red, y además era el responsable de evaluarlos periódicamente.

Tenía bajo su encargo la conducción y evaluación de las tareas de comunicación social de la Presidencia y la comunicación entre dependencias y entidades. Además, se le facultaba para “mantener las relaciones de la Presidencia con instituciones del sector público, privado y social”.

A partir del 16 de enero, cuando Mouriño se fue a Gobernación, quedó claro que esta oficina había sido creada expresamente para él, pues Calderón publicó un nuevo acuerdo presidencial, el 21 de enero de 2008, que derogaba el del 4 de diciembre.

El nuevo decreto propició la reestructuración de Los Pinos para adaptar la Oficina a su nueva titular: Patricia Flores Elizondo. De las 16 facultades conferidas a Mouriño desaparecieron seis, y su poder se diluyó en seis unidades: secretaría particular, coordinación de gabinetes y proyectos especiales, imagen y opinión pública, comunicación social, coordinación de asesores y administración.

Mouriño trasladó a Gobernación algunas de esas facultades, su contacto privilegiado con el Presidente y la ascendencia sobre los demás miembros del Gabinete.

Sin embargo, cuando en febrero se reveló que había firmado contratos de la empresa de su familia con Pemex, perdió su capacidad de interlocución con las demás fuerzas políticas.

Aun así, al despedirlo, Calderón le atribuyó el mérito de la aprobación de la reforma energética y criticó el que hubiera sido blanco de “ataques y calumnias” en los últimos meses.

Reestructuración o simple relevo

Panistas y funcionarios públicos consultados aseguran que con la pérdida de Mouriño el presidente tiene dos opciones: hacer un simple relevo en Gobernación, nombrando a la brevedad a un sustituto, o realizar una cirugía mayor en su equipo, lo que implicaría mantener a Abraham González como encargado de despacho durante varias semanas.

La reestructuración del equipo de Calderón, que algunos ya preveían que ocurriera en diciembre, al cumplirse el segundo año de Gobierno, se adelanta abruptamente con la muerte de Mouriño. Ahora tendrá que hacerse de manera forzada y sin el hombre clave del presidente, en torno al cual se había diseñado la estructura gubernamental.

Capitán del calderonismo

En términos políticos, la ausencia de Mouriño también deja un gran hueco en la corriente que lidera Calderón al interior del PAN.

Por su trabajo de coordinación en la precampaña y campaña de Calderón, Mouriño era considerado un jefe por muchos panistas. Era cabeza de los más experimentados operadores electorales con los que cuenta el blanquiazul.

Algunos de ellos trabajaron con él en Gobernación durante los 300 días que ocupó el cargo: Ulises Ramírez, ex alcalde de Tlalnepantla y senador con licencia; Carlos Flores Gutiérrez, panista del Distrito Federal; Cuauhtémoc Cardona, operador panista oriundo de Baja California, y el veracruzano Abel Cuevas Melo.

El trabajo de éstos y otros operadores resultó clave en la primera mitad de 2007, cuando el grupo calderonista se propuso arrebatar a la corriente de Manuel Espino y Vicente Fox la dirigencia nacional del partido.

Entre enero y mayo de ese año, Carlos Flores coordinó desde Los Pinos la operación para ganar el mayor número de espacios posibles en el Consejo Nacional del PAN, que se renovó en la asamblea partidista del 3 de junio de ese año.

La operación fue tan evidente, que el propio Espino la denunció meses más tarde, asegurando que Mouriño había ofrecido cargos de Gobierno para “comprar” consejeros afines.

Lo cierto es que en dicha asamblea el equipo de Calderón ganó 200 de los 300 espacios del Consejo Nacional, con lo que garantizó que en diciembre ese órgano partidista eligiera a un panista afín al presidente como líder del partido.

La designación recayó en Germán Martínez, otro hombre de confianza de Calderón a quien el propio Mouriño prefirió sobre el otro aspirante: César Nava, secretario particular del presidente.

El jueves, al ser interrogado sobre la pérdida de Mouriño, el dirigente panista reconoció su liderazgo.

“Todos sabemos que Calderón es el general”, explicó Martínez, “pero también sabíamos que el capitán era Juan Camilo”.

Leer más de Nacional

Escrito en: Accidente Aéreo

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nacional

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

De la tragedia al reajuste

Clasificados

ID: 392442

elsiglo.mx