En el piso hay muchas hojas que el viento ha desprendido de los árboles.
Es el tiempo del cambio de ropaje en la naturaleza.
Los duraznos y los nogales empezaron ya a despojarse de sus verdes prendas.
Y esperarán desnudos el frío invierno.
Añorando otros tiempos, caminamos por entre el hojerío que ha quedado en el piso.
Las hojas crujen, parecen quejarse al recibir el peso de nuestra humanidad.
Solamente las bugambilias se niegan al cambio y como retando a la misma naturaleza asoman nuevas flores de un fucsia muy intenso.
También los guayabos resisten, lo mismo que los obeliscos orgullosos de sus nuevos botones que esta misma semana serán bellas flores.
En la vida todo cambia, nosotros mismos asomamos cada día el paso de los años mientras que el polvo de los caminos siguen transformando el color de nuestro pelo.
Todo lo aceptamos y lo admiramos con tranquilidad.
Y en la vieja silla que acostumbramos usar mientras pensamos para escribir estas líneas los recuerdos vuelven a alegrarnos la mañana de domingo.
A diferencia de las plantas, nosotros cubrimos más nuestro cuerpo para evitar los resfriados que con el tiempo y a nuestra edad se convierten en severos.
Este otoño volvemos a platicar y a hacer remembranzas con el estimado maestro Rafael Castañeda Ríos, hijo adoptivo de Parras de la Fuente y originario de San Juan de Guadalupe, Dgo. colaborador en nuestras páginas y amigo como los hay pocos, muy pocos. Él sí sabe lo que es el valor de la amistad, a diferencia de muchas relaciones que se marchitaron cuando cambiaron los tiempos mas no las estaciones del año.
La amistad. Y al pensar en este tema, en esta mañana otoñal de domingo pensamos: ¿cuáles son los verdaderos amigos? ¿Dónde están?