La que ella nos tiene nos puso alegres.
Y se trata de una pequeña ave, de un colibrí hembra que seguramente difundió su experiencia con las de su especie y éstas nos han dado una gran muestra de confianza, lo que agradecemos.
Y es que el año pasado, aquí mismo, escribimos de un pequeño nido que descubrimos en las ramas del frondoso aguacate que hay en casa, y luego cómo un día vimos en su interior dos huevecillos, y otra mañana dos piquitos que asomaban hambrientos ahí mismo, hasta que desaparecieron.
Al nacer esta primavera apreciábamos cómo un nuevo nido iba creciendo día a día, hasta que ayer, en su interior estaban otra vez dos huevecillos.
¡Qué alegría sentimos! Parece una cosa insignificante pero para nosotros fue un motivo de alegría, porque ahora, entre las aves, ganamos puntuaciones de confianza y eso sólo la gente sencilla y sentimental lo entiende.
Este árbol, siempre verde todo el año, que nos regala sabrosos frutos cada año, es también un multifimafiliar de pequeñas aves. Seguramente más arriba hay más nidos, nos dice Sergio Soto, nuestro amigo agrónomo, y quien nos anunció que un nido no lo usan dos veces las aves, pues construyen otro y más hermoso.
La confianza que se puede ganar entre la gente, las aves, los animalitos, es un tesoro inapreciable. Para conseguirla hay que mostrar respeto, cuidado y mucho cariño.
Gracias pequeña avecita por permitir que las vidas que vas a entregarle a este mundo hayan tenido como cuna un árbol que plantamos con cuidado y esmero un día.
