No sólo es uno de los siete pecados capitales, es algo más abominable.
Eso de creerse superior a los demás, es un sentimiento propio de seres miserables.
No reconocer a sus semejantes, incluso humillarlos está en muchos personajes desde la misma aparición del ser humano.
Muchos de esos exponentes, fueron parte del montón, hasta que un día por diferentes causas lograron un lugar prominente.
Estando ahí se pusieron a entronizar su propia imagen.
A que su voluntad fuera absoluta aunque ocasionara perjuicios.
Y es que el soberbio piensa que esa condición que se da asimismo es eterna, y por ello tiene un total menosprecio por los demás. Todo eso hace imposible una buena convivencia entre quienes están junto él o ella.
Pasa el tiempo, éste cobra facturas y los que antes fueron reyes o reinas se van a la porra.
Junto al soberbio hay seres humanos que sienten, padecen, sufren con las actitudes de quien los dirige.
Pero nada de esto ve el que se siente superior, a veces hasta el mismo Dios.
Líbrenos Señor de un soberbio a nuestro lado.
Porque el oro y el llamado poder temporal hace a la soberbia y la soberbia a los necios.