A las plantas que tenemos en casa, les urge anunciar la Primavera.
Primero han sido los duraznos, que como cada año, en pleno invierno, con temperaturas bajas, han hecho brotar de sus ramas los pequeños botones que poco después son ya flores hermosas, con su eterno color de rosa.
También los naranjos y los limones secundaron a sus vecinos cercanos, los duraznos, para purificar el aire del jardín con los aromas de sus azahares.
Y en esa carrera contra el tiempo se han unido las bugambilias, que no hace mucho “Licho” las había podado para quitarles ramas que estaban por todos lados.
Y una de estas mañanas, del frondoso aguacate salió veloz al sentir nuestra presencia y colibrí.
Seguramente estará fabricando un nuevo nido, pues el del año anterior, ahí quedó abandonado, después de haber servido de albergue a dos huevecillos de los que un día salieron diminutos pajaritos que un día también se fueron.
Sergio, nuestro vecino, que es ingeniero agrónomo nos dijo que un colibrí sólo ocupa el nido que construye una sola vez, y que en caso necesario vuelve a construir otro en lugar distinto.
El mismo Sergio, al revisar los demás árboles, dijo que el manzano está triste porque le faltó frío, pues el invierno no estuvo tan severo como otros años.
Y tomando todo el tiempo necesario, las azucenas siguen creciendo, y será hasta Semana Santa cuando nos regalen sus hermosas flores rojas.
¡Qué hermosa es esta temporada! Cada amanecer los árboles se llenan de más hojas verdes. Uno ve resurgir la vida a través de las plantas de nuestro jardín, y uno mismo quisiera recobrar esa lozanía que ya muestran todas las especies vegetales que hermosean nuestro entorno.