Dicha de dichas.
Desde muy niños nos encantó andar por esos caminos de Dios.
Y como a muy temprana edad nos fuimos a vivir con el tío Pablo que vendía refrescos y abarrotes por las comunidades rurales cercanas a nuestro pueblo natal, pues ahí vamos de ayudantes a bajar y subir cajas y a conocer caminos, poblados y gente, todo interesante.
Y el gusto sigue. Esta semana fuimos a las gestiones para refrendar la visa y fue otra inolvidable aventura.
Salimos poco después del oscurecer y a la altura del Bosque Venustiano Carranza, Citlali, la coordinadora del viaje recibió una llamada, informándole que se habían quedado dos pasajeros, pero que en su camioneta roja iban dándonos alcance. Se acordó que frente a Soriana Oriente nos alcanzarían y ahí dejarían su vehículo.
Y subieron alegres y platicadores los quedados. Llevaban de todo, equipaje, chamarras ligeras y gruesas, y hasta una pesada hielera. Se acomodaron y seguimos el viaje. Como nos tocaron cerca, oíamos su plática. Él se acomodó pronto y ella siguió poniendo lo que llevaban en orden. Él con toda amabilidad le pidió a ella su vasito de leche con sus galletitas, y empezaron a llamarles por celular sus familiares. Eran sus hijos y nietos con los que alegres comentaban que los había dejado el camión, pero ya iban ahí.
Pronto la mayoría se durmió, pero la pareja que llegó tarde fue la que primero durmió.
Temprano, antes del amanecer ya estábamos en un restaurante desayunando y ahí nos enteramos de quiénes eran los quedados. Resultaron ser Eduardo Reyes Godoy y su esposa María Esther. A él lo conocimos hace muchos años. Su mamá tenía una tienda en Gómez Palacio y eran de nuestros mejores vendedores de EL SIGLO. Pero la familia no se conformaba con vender este Diario, sino que gustaba conocer personalmente a todos los que escribían aquí y sobre todo a sus plumas favoritas. Gracias a eso entramos en su círculo de conocidos.
Pero qué bonito se tratan “Lalo” y Esthercita. Saben viajar, saben gozar todas las peripecias de un viaje. Ellos hablan de quienes escriben en este Diario con mucha familiaridad. Recordaron a don Joaquín Sánchez Matamoros, a Memo Batarse, a “Tino” que fue su vecino, y de los nuevos mencionaron a varios como Paco Amparán. Consolaban a Tatiana que no tuvo éxito en sus gestiones.
Fue un placer tenerlos de compañeros, porque son de nuestro equipo, todo gozan, todo disfrutan y van dejando por los caminos su tan especial estilo de ver las cosas por el lado amable.