Yo también culpo al TLC del fracaso del campo mexicano. Pero en mi caso esas iniciales no significan "Tratado de Libre Comercio": corresponden a "Tata Lázaro Cárdenas". Siento respeto grande por la figura del prócer michoacano. Su talla de estadista, mostrada en casos como el de la República Española y el exilio, está por encima de toda discusión. Creo, sin embargo, que a veces el idealismo de don Lázaro no estaba acorde con la realidad, y pienso también que con la mayor buena fe y la intención más noble hizo cosas que a fin de cuentas trajeron daño a México. A mi entender una de ellas fue la Reforma Agraria. Con la creación del ejido la tierra se fragmentó de tal manera que se volvió improductiva, y los ejidatarios, a quienes no se dio la calidad de dueños de su parcela, se convirtieron en una especie de menores de edad o incapaces sujetos a la tutela perpetua del Estado. La corrupción y el ocio se enseñorearon del campo mexicano, y el resultado de eso está a la vista: emigración del campesino a las ciudades y al país del norte; falta de productividad; degradación de los recursos naturales; pobreza general. El agrarismo, como el sindicalismo, fue fruto malogrado de una Revolución que se hizo en nombre de la justicia social y que acabó causando mayores males que los que combatió. Ahora una nueva demagogia se esgrime para oponerse a aquello que no se puede combatir: la modernidad. Es urgente que revisemos los mitos del pasado; necesitamos ya reconocer que nada bueno ha derivado nunca del estatismo o de las actitudes populistas. Sin libertad no puede haber justicia. Cualquier acto que atente contra la libertad individual; cualquier conculcación de los derechos de la persona humana cometida en nombre de utopías sociales no acarrea sino perjuicios a la comunidad. Eso de oponerse a las medidas del TLC -aquí sí Tratado de Libre Comercio-, medidas que por lo demás se conocían desde hace mucho tiempo, es engañosa manipulación que oculta otros propósitos. Y más no digo porque ya estoy muy encaboronado... Una señora les comentaba a sus amigas: "Mi esposo es un hombre de cinco veces cada noche". "¿Cinco veces?" -exclaman todas al unísono con admiración. "Sí, -confirma la señora- Ya le he dicho que no tome tanto té antes de acostarse"... Aquel niño era tan feo que cuando su papá le pedía sexo a su mamá, ella, para hacerlo que se olvidara del asunto, le mostraba un retrato del pequeño... En el bar un tipo suspiraba con tristeza: "Me alisté en la Legión Extranjera para olvidar a mi mujer. Pero no pude olvidarla". "¿Por qué?" -le pregunta el cantinero, compasivo. Responde el individuo: "El sargento se parecía mucho a ella"... En la tienda de departamentos aquella chica veía una por una las tarjetas con mensaje. El encargado va hacia ella y le pregunta: "¿Busca alguna tarjeta en especial, señorita?". "Sí -contesta la muchacha-. Necesito una que diga: "Perdóname por haber soltado la carcajada anoche cuando te vi sin ropa"... Don Josefo era carpintero aficionado. Un día se le resbaló la sierra eléctrica, y el disco giratorio le cortó cierta parte que ningún hombre querría ver cortada. Hecho un manojo de nervios la recogió del suelo; subió con premura a su automóvil y a toda velocidad se dirigió al nosocomio más cercano. Cuando llegó le dice al médico de urgencias: "¡Doctor! ¡Con una sierra me corté mi parte de varón!". "Quizá podamos reimplantársela -indica el facultativo-. Permítame ver la dicha parte". Don Josefo echa mano al bolsillo y se la da. "Oiga -le indica el médico-. Esto es un puro". "¡Santo Dios! -clama espantado don Josefo-. ¡Me la fumé en el coche!"... FIN.