Ovonio Grandbolier, el empleado más flojo de la oficina, estaba con la mirada perdida en el vacío. "¿Qué haces, Ovonio?” -le pregunta uno de sus compañeros. "Aquí -responde el apático poltrón-, esperando el próximo aguinaldo”... Un astronauta tenía ya dos años girando en torno de la órbita terrestre. Cierto día recibió un mensaje de su esposa: "¡Buenas noticias para cuando llegues, Gagarino! ¡Ya no soy frígida!”... El niño Babalucas jugaba con su aro. Se le escapó, y un automóvil pasó sobre él. Babaluquitas se echó a llorar con desconsuelo. "No te aflijas, buen niño -le dice el conductor-. Yo te pagaré tu aro”. "Sí, -responde el pequeño badulaque-. Pero ahora ¿en qué me voy a mi casa?”... Desapareció el presidencialismo, ninguna duda cabe. Y eso es bueno. Pero ha surgido en su lugar un parlamentarismo sin dirección ni rumbo que ningún fruto bueno está aportando a la Nación. Diputados y senadores actúan conforme a sus intereses partidistas. Dan palos de ciego legislando sin ton ni son, y emiten leyes que en ocasiones muestran dudosa constitucionalidad, y que por tanto quedan sujetas a impugnación jurídica. Vivimos ahora una época de parlamentarismo sin parlamentarios. Los supuestos representantes populares no lo son en verdad, y los más de ellos carecen de una formación que les permita cumplir en forma decorosa sus tareas. Muchos ni siquiera surgen de la voluntad de los electores: a causa de la viciosa legislación política que padecemos llegan a su curul o a su escaño como efecto de un gaje que sus partidos gozan, y que los dirigentes partidistas otorgan según su soberana voluntad. No nos cansemos de decirlo: es necesario que haya menos diputados y senadores; todos deben obtener su cargo en virtud de una elección en la cual obtengan mayoría de votos; y debe haber reelección de esos representantes, de modo que quienes cumplan bien su cometido puedan hacer carrera legislativa, y los mediocres vuelvan a la oscuridad de donde no debieron haber salido nunca... Esa última frase me espeluznó, por lo dramática. Para calmarme voy a narrar otros chascarrillos... Don Algón, gerente de la compañía, examinaba la cuenta de gastos del agente viajero. En un renglón decía: "Por pago a sexoservidora: 500 pesos”. "¿Qué significa esto, Mercuriano?” -le pregunta. "Señor -explica el tipo-. Me pasé un mes fuera de mi casa. Y, usted sabe...”. "Está bien -responde don Algón-. Le cubriré ese gasto. Lo que no me gusta es eso de: ‘Por pago a sexoservidora’. La próxima vez disfrace el concepto. Ponga, por ejemplo: ‘Gastos de cacería con clientes”‘. En la siguiente cuenta de gastos que presentó Mercuriano venían dos anotaciones: "Gastos de cacería con clientes: 500 pesos. Gastos médicos por concepto de reparación del rifle: mil”... El manager de un equipo de beisbol le informa al dueño de la organización: "Me acaban de llegar dos nuevos pitchers. Les estoy dando entrenamiento, pues los dos tienen un defecto: uno lanza muchas pelotas bajas; el otro tira casi puras bolas altas”. Pregunta el dueño: "¿Y cuál de los dos promete más?”. Responde el manager: "El Jirafo”. "¿El Jirafo?” -repite el propietario extrañado por aquel raro apodo-. "Sí, -dice el manager-. El de las bolas altas”... En la noche de bodas el joven marido sale del baño. Con elegante movimiento desata el cinturón de su bata y la deja caer a sus pies. Luego invita a su flamante mujercita: "Vayamos a la cama, Susiflor. Mira, es king size”. Responde ella: "Te refieres a la cama, ¿verdad?”... (No le entendí)... FIN.