En el bar un individuo se acercó a una guapa muchacha y le hizo una proposición salaz. Ella lo rechazó de plano. Le dijo: "Estoy guardando mi virginidad para entregarla al hombre a quien verdaderamente ame". "Caramba -se admira el tipo-. En estos tiempos eso es difícil de entender". "Sí -replica ella -. El que menos lo entiende es mi marido"... Don Martiriano se bebió un par de copas con amigos y llegó a su casa un poco tarde. Su esposa, doña Jodoncia, le grita hecha una furia: "¡Cómo puedes mirarme a la cara, sinvergüenza!". "Mujer -suspira el lacerado-. A todo se acostumbra uno"... San Pedro y Jesús jugaban al cubilete. El apóstol tira los cinco dados y salen cinco ases. Jesús pone los cinco dados en el cubilete, hace su tiro y salen seis dados con seis ases. "Señor -dice San Pedro enfurruñado-. Como milagro esto es fantástico, pero como poker es una shingadera"... El joven playboy invitó a su novia a pasear en su flamante convertible. Salieron a la carretera, y él le pidió a la chica que se desvistiera toda para que gozara el sol y el aire. Ella, traviesa, accedió. Con eso el piloto se distrajo, y fue a estrellar el coche contra un árbol. Aunque sin heridas graves, el muchacho quedó prensado entre el asiento y el volante, de modo que no podía salir. "Ve por ayuda -le pide a su novia. "¡No puedo! -exclama ella-. ¡Mi ropa quedó en el coche y no la puedo sacar!". Le dice él: "Cúbrete lo necesario con mis zapatos". Así hizo la muchacha, y corriendo fue al pueblo más cercano. Buscó la estación de bomberos y le dijo con angustia al jefe al tiempo que se tapaba con los zapatos lo que más se debía tapar: "¡Ayúdenos, por favor! ¡Mi novio se quedó atorado!". El bombero la ve y responde: "Señorita: para eso va a necesitar usted un médico"... Todo mundo le está dando a Juan Camilo Mouriño el maleficio de la duda. Algunos cuestionan su nacionalidad; otros lo consideran inmaduro para el cargo, por su juventud y su falta de experiencia; los demás opinan que el antiguo palacio de Bucareli se ha convertido en el palacete de Mouriño, quien habría llegado a la otrora poderosa secretaría de Gobernación sin otro mérito que el de su cercano trato con el Presidente. Yo digo que no se debe prejuzgar, y menos si se hace con anticipación. A mi juicio Mouriño, con todo y su apellido de Casa de la Troya, es tan mexicano como cualquiera de los inscritos en el censo del INEGI. No es tiempo ya de andar con arcaicas xenofobias o nacionalismos rancios. ¡Nada más falta que algún vocero de la Patria, como el señor Noroña, llame a Mouriño "gachupín"! Los pocos años del nuevo secretario tampoco son estorbo: hay jóvenes brillantes y viejos que aunque lleven bastón pecan de imbéciles, si me es permitida esa tan ruda voz. La edad puede dar reumas o artritis, pero no necesariamente da sabiduría. La experiencia no deriva de los años, sino de lo que hacemos con ellos. (Permítanme un momentito para apuntar esa frase. Quizá pueda usarla luego en un curso de superación personal). Démosle, pues, a don Juan Camilo el beneficio de la duda. Llega a su cargo en medio de impugnaciones y recelos, entre la desconfianza de unos y el poco aprecio de otros. Con trabajo, inteligencia y habilidad política podrá cambiar las cosas. Pero eso tendrá que hacerlo solo: donde ahora está le servirá de poco la amistad presidencial, que antes servía de mucho. Así las cosas, habrá que darle oportunidad al nuevo -novísimo- secretario de Gobernación para que muestre capacidad o falta de ella. De lo demás hay que decir lo mismo que en famosa frase expresó Mao cuando un periodista occidental le preguntó qué pensaba acerca de la Revolución Francesa. Respondió él: "Todavía es demasiado pronto para opinar"... FIN.